
Febrero 2020
Se avanza en hechos que marcarán este año y los siguientes.
La asunción del nuevo gobierno que ha divulgado la Ley de Urgente Consideración (LUT), las elecciones departamentales de mayo y en especial la de Montevideo, la ley de presupuesto que terminará de definir el plan del gobierno para los 5 años y la ronda de consejos de salarios de junio.
Como era de esperar, la LUT ratifica la política regresiva en favor de los sectores dominantes y contra las conquistas populares.
Como expresamos en nuestro llamado del 11/12/2019 es necesario fortalecer al FA para enfrentar estos desafíos. Será esencial para ello, aprender de los errores y aciertos del largo proceso que llevó a la unidad del pueblo y a gobernar 30 años en Montevideo y 15 a nivel nacional.
Primero debemos responder una pregunta central:
¿es necesario superar el capitalismo por un orden social más justo? ¿ En este momento, es correcta la pregunta? Entendemos que sí. De su respuesta se desprenderá la táctica a seguir y cuales serán las etapas a cumplir. Sabemos lo complejo de esta tarea histórica y de los fracasos de la humanidad en el intento de
erradicar el capitalismo, pero no nos resignamos a creer que se terminó la historia y que el fin de la humanidad sea este. Creemos en los pueblos y en su fuerza transformadora. Vemos como se tensan las contradicciones en el mundo,
como irrumpe el movimiento feminista condenando el patriarcado y su condición capitalista, parece que todo está perdido, pero los pueblos se mueven.
Con esa mirada de largo alcance entendemos la necesidad de ese nuevo orden y será posible si el pueblo comprende su papel en la historia, de su propia realidad, de su participación activa en todo el proceso y en la toma de las decisiones estratégicas.
Para lograrlo, el FA, junto al movimiento popular, debe conducir la lucha para enfrentar la ofensiva del Capital, consolidar la unidad, fortalecer la organización, ampliar su base social que conduzca definitivamente a desplazar a la oligarquía y poner al pueblo en el poder. Nuestra lucha es del pueblo, por el pueblo y con el pueblo.
¿Qué vemos a dos meses de una derrota histórica de la izquierda?
No nos gusta lo que vemos. Aún proclamando la necesidad de una autocrítica, los procedimientos siguen siendo los mismos. Los dirigentes deben entender que no es con definiciones de tipo administrativas y burocráticas que vamos a lograr avanzar. Llegó la hora de jugar el partido, de salir de la comodidad y embarrarse. Ya perdimos el Gobierno, por lo tanto, lo que está en juego no es un espacio de poder, sino el destino de un pueblo. Se definieron candidatos sin una amplia consulta con los frenteamplistas. Por otro lado vemos falta de discusión de
lineamientos programáticos y estratégicos que ayuden a trabajar con un objetivo y que además permita organizar la participación masiva de los frenteamplistas en las decisiones. Solamente si ponemos en marcha los mecanismo democráticos de la organización, si apelamos a nuestras fuerzas y ubicamos en el centro de nuestras preocupaciones las necesidades que vive nuestro pueblo, entonces, y solo así, desencadenaremos una fuerza arrolladora capaz de transformar cualquier realidad.
Es necesario desde todos los rincones del país, desde cada Comité de Base, facilitar un dialogo profundo en cada barrio con la Comunidad, con los trabajadores, estudiantes, jubilados, por la agenda de nuevos derechos, viviendas, salud y todo aquello que preocupa a la gente, desplegando la lucha política, ideológica
y cultural para acumular fuerzas para dar la batalla hoy y mañana.
No es solo el líder carismático -también necesario- que comunica, marca el camino, dice que hacer. Conducir es educar, enseñar y aprender, impulsar la participación y aceptar las decisiones de la mayoría, estudiar y formar, organizar y elevar la conciencia ciudadana. Que cada uno sea capaz de pensar con cabeza propia.
Dar un salto en la conciencia popular, un cambio cultural. No basta una persona, un grupo, se necesita un pueblo entero, sabiendo que sin su participación no es posible, que todos y cada uno son necesarios.
No hay nadie que pelee por lo que no comprende.
Esta es la tarea del frenteamplista, el debate de hoy y los tiempos que vienen. Decíamos en Nº anterior «Establecer con claridad hacia que horizonte marchamos, es clave para saber la razón por la cual luchamos.»
La derecha que asumirá el gobierno lo ha expresado claramente: quien manda es el mercado. Y el «mercado» nos deja cada año un mundo más dominado por los poderosos. Datos de Oxfam, enero/2020: «Los 2153 milmillonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4600 millones de personas (un 60% de la población mundial).»
Por ello, respondiendo a la primera pregunta, se hace imprescindible la superación del capitalismo, la conciencia de que es posible y la necesidad de crear la fuerza social y política que lo haga realidad. No son cosas separadas, por el contrario, conciencia, unidad y organización se forjan al fragor de la lucha.
La estrategia y la táctica, las formas y métodos de lucha en función del pueblo, del objetivo central; la liberación, un nuevo poder afirmado en la Comunidad organizada. La lucha electoral, las elecciones, el gobierno y la organización política, enfiladas a la creación de un poder democrático popular de nuevo tipo.
Si bien hoy no vemos condiciones para terminar ya con el capitalismo, es irrenunciable trasmitir «la amarga verdad»: el capitalismo es inviable, es un sistema caduco, que no puede dar soluciones a los problemas de la humanidad.
No renunciar a la lucha por el objetivo final. Reformas concretas de acuerdo con las necesidades y reivindicaciones de la gente, medidas para fortalecer la propiedad y gestión social. A partir de su propia experiencia en la lucha, los pueblos comprenden que mejoras coyunturales no resuelven lo central, ven el verdadero rostro del capitalismo y batallan por superarlo. Trabajar para que el programa y las medidas concretas sean discutidas por todos los vecinos, que la Comunidad se apropie y busque resolver colectivamente sus necesidades es, en definitiva, llevar adelante una forma diferente de hacer política para construir nuevas formas de poder democrático popular.
