Las medidas tomadas por la pandemia han acelerado y profundizado el proceso de crisis económica a nivel mundial, una crisis que no es del “coronavirus” sino que ya se estaba incubando hace tiempo en el capitalismo, debido a los problemas cada vez más agudos que tiene el capital para la valorización del capital, fenómeno intrínsecamente ligado con la tendencia a la baja de la tasa de ganancia planteada por Karl Marx en el tercer tomo de El Capital. Una crisis que seguramente será mucho más aguda en América Latina, debido a que en el capitalismo dependiente latinoamericano se vive una crisis estructural desde por lo menos mediados del siglo XX, debido a que, como señalaba Arismendi, la dependencia del imperialismo y la gran propiedad territorial imponen una dinámica permanente de subdesarrollo, al ser apropiada la plusvalía producida por los trabajadores por el imperialismo y por los grandes propietarios de la tierra, recursos que no serán reinvertidos en el desarrollo de nuestro país, ni podrán ser utilizados para la salud o la vivienda de nuestros pueblos, sino que serán absorbidos por las economías centrales o terminarán como consumo suntuario de nuestras oligarquías. Estas tendencias se agravan en la actualidad, debido al proceso de concentración y transnacionalización de la tierra y a los procesos de transnacionalización creciente de toda nuestra economía en general. La única salida para el subdesarrollo era el socialismo para Arismendi, a lo cual estaba orientada la conformación de un Frente Democrático de Liberación Nacional, que se concreta en 1971 con el Frente Amplio, y su teorización de avanzar en democracia. Estos objetivos consideramos que son plenamente vigentes hoy, o más vigentes aún, dados la agudización de la crisis del capitalismo y los límites ecológicos cada vez más claros de un sistema que como dijera Marx “destruye al ser humano y la tierra”, el gran problema es que hoy contamos con una correlación de fuerzas diferente, y desde hace años más favorable al capital.
Durante los primeros 15 años del siglo XXI algunos sectores de la izquierda progresista creyeron que dados los niveles de crecimiento que se dieron en aquellos años podíamos ingresar al club del primer mundo, del capitalismo desarrollado, que solo era cuestión de tiempo, No vieron el aumento del precio de nuestros productos en los mercados internacionales como algo coyuntural, como en otros momentos históricos se había dado, descartaron algunos sumariamente la tesis de la crisis estructural desarrollada en la década del 60 por gran parte de la izquierda. Pero la baja de los precios nos hizo volver en forma bastante violenta a la realidad, y la posibilidad de llegar a ser parte del “primer mundo” se reveló como lo que siempre fue desde el principio del siglo XX: una utopía irrealizable.
La vía que adoptan los gobiernos de derecha ante la crisis es la de un ajuste salvaje que afecta gravemente a nuestros pueblos, que supone rebajas brutales en salarios, aumento del desempleo, menos inversión en salud y educación pública. En nuestro país eso ya se configuraba con la LUC y una política que apuntó a la devaluación lo cual ya rebajaba los “costos salariales”, pero se agudiza a partir de la pandemia y con la pandemia como excusa, que es un recurso que están usando en todo el mundo las clases dominantes.
La Facultad de Economía anunció 100.000 nuevos pobres hace pocas semanas por las medidas que se adoptaron debido a la pandemia, posiblemente estas estimaciones hoy se queden cortas. Las ollas populares y la distribución de canastas se multiplicaron con un gran protagonismo del movimiento sindical y de movimientos barriales que demuestran su carácter solidario. Este agudo deterioro de las condiciones de vida se podría haber paliado con inversiones mínimas que otorgaran subsidios dignos y no los míseros 1200 pesos. Con 20 millones de dólares mensuales la Facultad de Economía calculó que se podría haber desarrollado una política de apoyos sólidos a trabajadores, dependientes e independientes, pequeños empresarios y desempleados que les permitiera atravesar la actual coyuntura en condiciones mucho mejores. Pero la opción ha sido otra, las prioridades de este gobierno no son las del pueblo.
En América Latina la pandemia es además excusa hace rato no solo para rebajar salarios y hacer recortes a nivel salarial, sino para imponer medidas represivas que contengan el ascendente proceso de protestas sociales, en Colombia, Ecuador, Bolivia y sobre todo Chile, donde se expresa un poderoso movimiento social que retoma las mejores tradiciones revolucionarias del país trasandino y le da una revitalizada proyección hacia el futuro inmediato.
La respuesta de las clases dominantes es el ajuste económico y el ajuste represivo, con golpes de estado como en Bolivia o represiones salvajes como en Chile y Ecuador, y el ascenso cada vez más claro de fuerzas de carácter fascistizante en todo el continente, también en nuestro país, lo cual se expresa en forma bastante clara en Cabildo Abierto. En nuestro país esas posturas reaccionarias o fascistizantes se expresan también en el cuestionamiento a los avances en derechos de las mujeres, de los grupos LGTB y otras conquistas democráticas de estos últimos 15 años.
Pero una parte significativa de nuestros pueblos ya da claras muestras de que no está dispuesto a aceptar este ajuste en forma resignada, testimonio de eso son las movilizaciones en Chile, los caceroleos en Ecuador, las movilizaciones en Brasil en defensa de la democracia, y en nuestro país la importante movilización que se realizó en el marco del paro parcial del PIT CNT. Ellos intentarán imponer su plan regresivo a través de la LUC y otra serie de medidas, pero todo señala que no les será fácil y que habrá una importante resistencia.
El camino es el de la lucha, sería un gran error sentarse y esperar 5 años a las próximas elecciones porque puede haber retrocesos de los cuales es muy difícil volver. Son tiempos en que se agudizan las contradicciones, que se produce un ascenso cada vez más claro de las fuerzas reaccionarias, pero también de las luchas de los pueblos. En este contexto es fundamental dar una respuesta a la altura de los tiempos, ser capaces de analizar en profundidad las actuales circunstancias con espíritu crítico y autocrítico. Las políticas progresistas permitieron avances en estos 15 años, pero con el tiempo fueron mostrando cada vez más sus límites. Es necesaria una visión que vaya a las raíces más profundas de nuestros problemas sociales, y que sea capaz –con amplitud y evitando los sectarismos que siempre acechan- apuntar a un protagonismo organizado cada vez mayor de nuestros pueblos, lo cual en gran medida fue dejado de lado por gobiernos progresistas que en gran medida beneficiaron a sectores populares pero sin promover su participación activa. En este sentido nos parece esencial recordar una figura como la de Ernesto “Che” Guevara, quien nació un 14 de junio de 1928. El fue, sin duda, junto a Fidel y tantos otros revolucionarios cubanos, un militante y un pensador que iba a las raíces más profundas de los problemas, que planteó la necesidad para nuestros pueblos de avanzar hacia el socialismo, que le dio una particular relevancia al factor subjetivo en la historia y en particular en la construcción de una nueva sociedad, factor que ha sido tan descuidado por la izquierda en estos últimos años que no promovió una visión del mundo contrahegemónica, superadora de las concepciones propias de las clases dominantes. Retomar su ejemplo como revolucionario y su pensamiento resulta esencial hoy para repensar los caminos de la lucha con una perspectiva socialista, pero también para pensar la construcción de una nueva sociedad y una nueva economía a lo cual el Che hizo aportes muy relevantes. Cerramos este “Chasque” con algunas de las palabras de su discurso en el Paraninfo de la Universidad de la República, particularmente valiosas en este contexto en que la LUC quiere hacernos retroceder en avances democráticos y en que fuerzas antidemocráticas y fascistizantes emergen en el horizonte para poder preservar los intereses de los privilegiados de siempre:
“Ustedes tienen algo que hay que cuidar, que es precisamente la posibilidad de expresar sus ideas; la posibilidad de avanzar por cauces democráticos hasta donde se pueda ir; la posibilidad, en fin, de ir creando esas condiciones que todos esperamos algún día se logren en América, para que podamos ser todos hermanos, para que no haya la explotación del hombre por el hombre ni siga la explotación del hombre por el hombre.”

Un comentario sobre “El Chasque Nº26”