El Chasque Nº30

9 de julio, 2020

A la cinco de la tarde

El 11 de agosto de 1934 en la Plaza de Toros golpean las pesuñas de la bestia embravecida de nombre Granadino, gira su cornamenta con furia y en profunda corneada presagiando el drama y la tragedia de la España que vendría, herido cae Ignacio Sánchez Mejías. El 13 de agosto, a las cinco de la tarde, muere.

A las cinco de la tarde.

Eran las cinco en punto de la tarde.

Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde…

Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,

y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.

A las cinco de la tarde.

¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

Federico García Lorca: Fragmento de la poesía

Llanto por Ignacio Sánchez Mejía

A dos años de la muerte de aquel torero a las cinco de la tarde, el 17 y 18 de julio de 1936 se inicia el crimen y el asesinato de la República Española a manos de las fuerzas franquistas apoyadas por la Alemania Nazi y la Italia Fascista. A la cinco de la tarde todos miraron para un costado, las grandes potencias se declararon neutrales a las cinco de la tarde, los hijos del pueblo, obreros, campesinos, poetas, marcharon en un solo puño, en las heroicas Brigadas Internacionales a la cinco de la tarde. Vivir o morir en Madrid ¡no pasarán!.

Entre revolución y contrarrevolución, el péndulo del reloj de la historia marca nuevamente a la cinco de la tarde. Un 9 de julio de 1973 resuena en Radio Sarandí en la voz de Ruben Castillo el poema «Llanto por Ignacio Sánchez Mejía» de Federico García Lorca anunciando la masiva movilización contra la dictadura fascista producto del golpe de estado del 27 de junio del mismo año.

Una multitud se lanza a 18 de julio a la cinco de la tarde, ¡libertad o muerte! gritaban, ¡no al golpe de estado!”, ¡viva la democracia! a la cinco de la tarde miles de voces, obreros, estudiantes, poetas, los mejores hijos del pueblo, se sacrificaron en el altar de la democracia.  Otra vez marcharon al frente, en la primera línea del combate a la cinco de la tarde, y otra vez fueron abandonados por los sempiternos traidores que prefirieron el fascismo en lugar del pueblo.

Habría que preguntarles donde estaban a las cinco de la tarde un 9 de julio de 1973.
El pueblo en la calle. Eran la cinco de la tarde.

Fueron 13 años de oscuridad sobre una tierra pacífica. Como aquel torero español embestido por la bestia, Uruguay caía herido de muerte en manos del fascismo.

Ayer en España se abrían las puertas de la barbarie en nombre de la cruz, la monarquía y la falange que tanto admira el padre de nuestro actual presidente.

Familia, tradición, propiedad y la hostia, cuerpo de Cristo que cuando dijo no, ya sabemos lo que pasó. En España ser gitano era un delito y ser homosexual implicaba la muerte. Así fue señor Puglia, ellos vinieron por Federico, poeta y homosexual y lo asesinaron. Su cuerpo sigue desaparecido hasta el día de hoy pero sabemos donde fue el crimen.

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
… Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

Y cuando ya muchos creíamos terminada la tragedia, nos despertó el péndulo de historia. Se votó la Ley de Urgente Consideración y con ese acto de democracia republicana se da comienzo nuevamente el ajuste de cuenta de los poderosos sobre las grandes mayorías.
No se trata simplemente de un retroceso a lo realizado en estos 15 años de gobierno frenteamplista, va más allá. Es un avance contra el largo proceso de acumulación positiva de la sociedad uruguaya en sus años de existencia. Es una vieja aspiración herrerista y riverista para impulsar un verdadero ajuste de cuentas contra el batllismo, el artiguismo y el movimiento popular.

El viejo Artigas tenía razón al insistir en la necesidad de que el pueblo oriental además de ser valiente fuera ilustrado. La historia lo demuestra. Los pueblos ignorantes son pueblos embrutecidos, son pueblos maleables. Decían los fascistas. “Yo, cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola.»

La LUC ataca y dinamita la educación pública, judicializa las movilizaciones y la huelga. Se aprueba el derecho a matar en defensa de la propiedad privada.
Le da superpoderes a la policía para reprimir y disparar sin remordimiento. Crea el marco jurídico y establece las pautas para someter al pueblo.
El Gran capital tendrá las manos libres para recomponer sus ganancias, a su vez tratará de convencernos que apropiarse del trabajo ajeno es justo y correcto.
Se mostrará comiendo asado con trabajadores, le tocará el rostro a una niña que le mandó una carta y veremos a los medios levantar esa figura filmada y fotografiada de abajo hacia arriba para dar actitud de grandeza. Los años pasan pero hay gestos y simbologías que se mantienen. Tendremos “referentes culturales”, ayer conductores de programas de cocina, hoy “opinólogos” y defensores hasta la histeria del actual gobierno.
Tendremos un programa de talentos franquiciado como medida de la cultura uruguaya para entretenernos e idiotizarnos a lo Simpson. Mientras tanto, en un instante del tiempo histórico vuelven nuevamente a escupir sobre la democracia abriendo los cerrojos de las puertas que contiene a la bestia.

Quedan cinco años por delante. Cinco años de la vida de la gente.
A la cinco de la tarde.

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