24 de julio, 2020
Virtudes ajenas y errores propios: Respuesta a los «Apuntes Preliminares» de autocrítica en el FA
«La restauración conservadora no fue un proceso fatal e inevitable. Si hoy estamos aquí no es solo por virtudes ajenas, sino también por defectos propios» El Chasque anterior Nº31
La derecha, adelantándose a las consecuencias que sus políticas regresivas traerán para los sectores populares, se escuda en la herencia maldita, con ataques que serán más duros aún, en la medida que avance la crisis del capitalismo y se profundice el malestar ciudadano.
La defensa del sistema, dejar actuar al mercado, a los que saben, tienen capital y conocimientos, los «Malla Oro»; ellos deben ganar más (enriquecerse más), para que crezca el país; después vendrá el «derrame». Lo repiten y lo bebemos desde hace cientos de años, la salvadora «mano invisible del mercado».
Con estos postulados, la crítica furibunda a los gobiernos anteriores, las consecuencias de la pandemia del Covid-19, tratarán de salvar su responsabilidad de incumplir sus promesas electorales. Ya lo hacen:
La Ministra de Economía, Arbeleche, dijo en el parlamento (14/07/2020): «si no mejoramos los resultados fiscales, las políticas sociales no las vamos a poder mantener a lo largo del tiempo».
Mientras, el FA lanzó «APUNTES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA MEMORIA COMPARTIDA».
Tras quince años de gobierno, la derrota. Analizar y comprender el porqué. Los ataques de la derecha no pueden ser escudo para eludir una autocrítica profunda y dar respuesta a la ofensiva del Capital.
Estos apuntes preliminares aspiran «a ser disparador de un proceso de reflexión e intercambio», de balance y evaluación critica y autocrítica, para tratar en un Congreso, el 19 y 20 de diciembre.
Este documento es muy extenso, (más de 100 Páginas), reiterativo, lo que no facilita su difusión. En un largo y pormenorizado relato detalla los logros del gobierno sin tocar el papel de la fuerza política, verdadera responsable tanto de los éxitos como de los fracasos y con pocos elementos autocríticos.
En el inicio, el documento, acierta:
«En este acercamiento al relato …la protagonista es la gente, con sus sueños y desvelos, su trabajo….»….»..de todo esto nuestro Frente Amplio es síntesis…»
Pero en esa «síntesis», no está la necesidad de la política diaria, el contacto con el pueblo, la participación en la toma de decisiones estratégicas del FA.
«Es fundamental que un gobierno de izquierda se desarrolle con un gran protagonismo popular, con el pueblo organizado debatiendo, proponiendo y transformando la realidad.»(Propuesta Desde el Pie)
El diálogo permanente con los Comités de Base, como forma ineludible de educación y formación política, para una más elevada expresión democrática.
Más adelante en la Introducción, expresa:
«Sólo con un debate franco y democrático es posible construir consensos. Y consenso es igual a unidad en la acción.
Esa es nuestra fuerza política hoy: una herramienta para el cambio permanente, para construir los sueños de hoy, para expresar el gran espacio político y social que conforma la fuerza constructora de un país solidario, un país de iguales, un país de justicia social.»
Ese «debate franco y democrático», «para construir los sueños» es, debe ser, con el pueblo, crear conciencia que sólo su participación protagónica podrá superar un sistema que se ha mostrado incapaz de resolver los problemas de la humanidad.
«El Uruguay es hoy otro país» dice.
«En los últimos quince años se comenzó a desarrollar lo que podríamos denominar un cuarto momento del Estado social: en un contexto expansivo se combinaron criterios de necesidad, contribución y ciudadanía, imbricados con un modelo abierto y de orientación exportadora, pero con participación renovada del Estado. La última década y media marcó el período de crecimiento económico con inclusión social más largo e intenso de nuestra historia.»
¿De veras, lo es?
Es cierto que hubo limitaciones impuestas por la realidad internacional, o el propio sistema que impone la acumulación de capital como necesidad, la superproducción como consecuencia, la crisis como única salida, la pauperización de trabajadores y sectores medios; más riqueza a los más ricos.
De igual manera, es mucho lo que se realizó. Sólo por razones ideológicas y partidarias se pueden negar los avances: se redujo la pobreza y la miseria, el salario real aumentó; los salarios y jubilaciones de las franjas más bajas, el SMN, crecieron más aún. Salud, vivienda, educación, cultura, tuvieron presupuestos muy superiores a los anteriores gobiernos. La economía creció, etc.
Pero, ¿cambios en profundidad?
Veamos a la luz del análisis de Seregni en 1971: Salvando las distancias con ese momento histórico, que permitía un programa más radical, no inhibe lo esencial: el enfrentamiento al «obstáculo decisivo para el desarrollo nacional, …la oligarquía».
“Seremos muy breves. En los últimos 25 años, desde el término de la Segunda Guerra Mundial, pueden distinguirse dos etapas diferenciadas, dos políticas económicas distintas. La primera, que comienza al término de la SGM y se clausura en el año 1958, corresponde al esfuerzo por industrializar al país. La segunda que va desde el año 1958 al año 1964, parece animada por el intento de fortificar nuestra agropecuaria. Esos dos enfoques sucesivos y distintos, terminaron los dos en callejones sin salida, con características distintas, con enfoques distintos, no lograron renovar y movilizar creativamente al país.
¿Por qué no tuvieron salida? ¿Por qué se frustraron? En la última instancia la contestación es muy sencilla: las dos vías tomadas no enfrentaron el obstáculo decisivo para el desarrollo nacional, y ese obstáculo es la oligarquía, es decir, la trenza bancaria terrateniente y de intermediación exportadora, el grupo social que domina y acapara la tierra, el crédito, los canales de comercialización de nuestros productos. Sus centros de poder siguieron intactos, determinando nuestra economía, estrangulando al país, beneficiándose de las energías de nuestro pueblo, apropiándose y desviando el esfuerzo nacional.
En la primera etapa, cuando la prosperidad de la postguerra, en la fase ascendente de la etapa industrializadora, las masas urbanas participaron de un nivel de vida que llenaba sus necesidades mínimas. No parecía vital entonces profundizar la lucha.
En la segunda etapa, cuando se reviene el proceso sobre una vía ruralista, las clases medias rurales tuvieron un momento de ilusión, creyeron que se abrían nuevos horizontes. Pero tampoco fue así. Los precios fueron absorbidos por la inflación, por la trenza bancaria exportadora y latifundista. El país siguió estancado y el deterioro siguió avanzando. Porque está claro, los grupos dominantes están ligados a poderosos intereses extranjeros, son la expresión interna de nuestra dependencia de las grandes potencias capitalistas, de esas potencias que nos fijan precios, que nos imponen términos de intercambio adversos.
Es entonces la realidad urgente, el empobrecimiento colectivo, lo que obliga a enfrentar de una buena vez a la rosca que nos aprieta. La disyuntiva de hoy es muy clara: o la oligarquía liquida al pueblo oriental, o el pueblo oriental termina con la oligarquía.” i(Subrayados y negrita son nuestros) (Liber Seregni. 26/03/1971)
Seregni sintetiza con claridad las dos etapas, que en el siglo pasado, trataron de superar las trabas al desarrollo nacional. Industrializar primero, volver al campo después. Y la frustración: no actuaron contra el verdadero freno: la oligarquía local y el imperialismo al cual está ligada históricamente, de forma cada vez más dependiente, dada la brutal concentración de la riqueza en el mundo.
Las dos etapas fueron contradictorias, opuestas, mientras la industrialización fue un intento progresista de resolver la situación por parte del Batllismo, la etapa Blanco-ruralista de volver al campo fue la reacción de los sectores que ante la crisis, querían volcarla sobre los trabajadores y sectores medios.
La primera, ligada a un aumento de los precios de las materias primas producto de la guerra y la necesidad de sustituir importaciones y la segunda, fruto de una crisis económica profunda, caída de precios internacionales, déficit de la Balanza comercial, inflación, caída del producto. La segunda, en la década de 1960 ve morir al viejo Uruguay, las políticas liberales impondrían un duro ajuste a los sectores populares, en la disputa por el excedente.
La primera etapa, del segundo Batllismo, trajo la Ley de Consejos de Salarios y el Instituto Nacional de Colonización, nada menos.
Ahora cientos de miles de hás. están en manos de empresas extranjeras, otras decenas de miles explotados por extranjeros, nuestra industria desflecada desde los 90, el comercio exterior dominado por el Gran Capital, el mayorista y el minorista a través de las grandes superficies, la Deuda Externa sigue enorme y eterna, Tratados de Libre Comercio con condiciones leoninas, el FMI ha sido sustituido por las Calificadoras de Riesgo, que determinan las políticas correctas, a las cuales se rinden los gobiernos, más el Mercado, los Inversores. Todo ello deja menos margen para la soberanía nacional, menoscaba los mecanismos democráticos y la toma de decisiones por parte de los pueblos.
Más, no hay que echarse atrás, el General en tiempos muy difíciles decía:
“Si el peso acumulado de los hechos determina a los hombres, los hombres pueden modificar el curso de los hechos en la medida que sus decisiones se hagan colectivas, que interpreten las necesidades del pueblo. Entonces, ahora, ¿qué hacer?” Seregni 29/04/1972
Hoy podemos decir que hemos vivido una tercera etapa, marcada por los gobiernos del FA 2005-2020
En 2005, nuevamente una situación internacional de aumento de los precios de las materias primas. En ese contexto aumentan los ingresos de los trabajadores y de los excluidos, vía consejos de Salarios y transferencias, mientras, también aumentan las ganancias de las empresas.
Críticamente debemos preguntarnos: ¿no habremos dejado por el camino otra oportunidad?
Aquellos «enfoques distintos, no lograron renovar y movilizar creativamente al país.”
Esta nueva etapa, con el FA, diferente, tras la debacle de los lemas históricos, que justamente por ser representativos y servidores de la clase dominante, fueron sustituidos por el FA,
¿tendrá una salida o será una nueva frustración?
¿Ya se frustró otra oportunidad? O, como planteamos en El Chasque anterior: recorriendo la historia de luchas del pueblo uruguayo, se podrá revertir la restauración conservadora en un futuro próximo:
«..enfrentar …el obstáculo decisivo para el desarrollo nacional, y ese obstáculo es la oligarquía, es decir, la trenza bancaria terrateniente y de intermediación exportadora, el grupo social que domina y acapara la tierra, el crédito, los canales de comercialización de nuestros productos» Liber Seregni
En una propuesta de autocrítica que se ha dado a conocer hace unos días, Desde el Pie se dice:
«… pensar no solo en el gobierno, sino en la construcción de una democracia más profunda y avanzada, donde el pueblo sea el verdadero protagonista, donde efectivamente ejerce el poder.»
«Un nuevo poder, un nuevo orden con la participación protagónica del Pueblo. Es necesario construir la unidad de los sectores más amplios de la población, los objetivamente afectados por el Gran Capital, el 1%. Asalariados, cuentapropistas, cooperativas, productores directos y sectores medios de la ciudad y del campo, intelectuales, estudiantes, jubilados, juntos para una vida digna de ser vivida.»
«Es fundamental desarrollar un Movimiento, un Espacio Político en el seno del FA, con base en la clase obrera y los asalariados, aquellos que no tienen nada para perder, salvo sus cadenas, eje de la unidad popular y garantía de cambios profundos.»
«Empoderar a la ciudadanía, a la Comunidad Local, trabajadores, movimientos sociales, pequeños propietarios, vecinos, a resolver y tomar decisiones sobre su vida, en cada lugar.» y «..un Programa transformador, identificado con las necesidades populares, impulsado y sostenido por el Pueblo.» que vele por la “apropiación democrática de parcelas de poder”, en todas las esferas de la vida ciudadana» (Propuesta Desde el Pie)
Son muchas las reservas de nuestras organizaciones populares y de la izquierda de nuestro país. Las organizaciones del pueblo han logrado grandes victorias cuando llevaron adelante sus luchas con amplitud y amplios consensos pero también con mucha firmeza contra las políticas reaccionarias. Nuestro pueblo tiene una gran experiencia acumulada para estas batallas, que debemos tomar siempre como referencia a la hora de plantearnos nuevos desafíos.
El pueblo oriental sólo puede derrotar a la Oligarquía si no se resigna, si se rebela y moviliza, como en los difíciles y esperanzadores años de la «admirable alarma».
