El 28 de noviembre de 1820 nacía Federico Engels, ese brillante autodidacta al que Marx consideraba el hombre más culto de Europa, un “verdadero diccionario uni-versal”, admirando su extraordinaria capacidad de trabajo. En verdad, además de manejar una docena de idiomas, sus estudios abarcaron un amplio abanico y su obra sin duda tiene un valor en sí misma, aunque muchas veces sea subestimada por estar bajo la enorme sombra de Marx. Con su gran generosidad e inusual mo-destia, él mismo se autocalificó de “segundo violín” en el dúo que formaba con su amigo. También, andando el tiempo, fue blanco de menosprecio y críticas acerbas por razones tan estrechas como sesgadas políticamente, de modo que no vale la pena considerarlas aquí.
La relación entre Marx y Engels no tiene igual en la historia. Fue, más que una amistad, una verdadera simbiosis personal e intelectual, que permitió, no sólo la colaboración en muchos trabajos fundamentales sino que uno escribiera textos que el otro no tenía inconveniente en firmar. El vínculo personal no se reducía a Marx sino a toda la familia, que Engels integraba a modo de un tío. Su vínculo con las hijas de Marx fue perdurable, en particular con Eleanor.
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