Alfredo Rivera
15/10/2020
En relación a los siguientes dos párrafos del documento:
“Los cambios que aparejó la desaparición del mundo bipolar no se tradujeron en mayor seguridad y garantías de paz. Por el contrario, el poderío militar de las grandes potencias en un planeta donde ha seguido aumentando la desigualdad sigue siendo un factor que entraña, intrínsecamente, un peligro para la paz, aunque esta violencia se exprese de forma diferente a las ya conocidas.
El poderío militar de las grandes potencias continúa manifestándose mediante intervenciones reales que no cesan, amenazas y distintas formas de terrorismo sobre todo en el plano económico que, con una sola decisión en un solo segundo, dejan a países periféricos o débiles fuera del comercio mundial y por lo tanto los sumergen en la pobreza. Dichas acciones generan la inseguridad y el desamparo de enormes masas a escala global.”
Véase que antes de estos párrafos se hace una sensata definición en el sentido de que “nadie es una burbuja aislada en este mundo...”, y, además afirma que “la mundialización capitalista tiene efectos devastadores…”
Se hace así una referencia a la fase imperialista del capitalismo. El imperialismo tiene países que lo representan y operan como “policía mundial”. EEUU es la potencia imperialista que oficia, con su poder militar nunca antes conocido por la humanidad, como gendarme del mundo seguido por su coro decrépito, que podríamos llamar eufemísticamente “las viejas potencias imperiales jubiladas” que son la Unión Europea y Japón (no olvidemos al gran portaaviones de EE.UU. en medio oriente: el estado sionista de Israel)
Hoy emergen China y Rusia disputando esa hegemonía.
La unipolaridad que desembocó después de la caída de la Unión Soviética hoy se ve cuestionada seriamente por la pujanza de estas dos naciones.
Por otro lado el fenomenal avance de la tecnología agudiza las contradicciones del propio sistema capitalista: el desarrollo de las fuerzas productivas están colisionando con las relaciones de producción.
La aparición de otras potencias como China y Rusia no son un problema, son una oportunidad para los pueblos del mundo. Ellas no condicionan a los países a seguir determinadas políticas económicas ni sistemas políticos determinados. Al mismo tiempo manifiestan la necesidad de un mundo multipolar con el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la legalidad internacional.
Por eso me parece equivocado hablar al barrer de las “grandes potencias” sin distinguir quienes son los que “mediante intervenciones reales que no cesan, amenazas y distintas formas de terrorismo sobre todo en el plano económico que, con una sola decisión en un solo segundo, dejan a países periféricos o débiles fuera del comercio mundial y por lo tanto los sumergen en la pobreza.”
Quien practica esta metodología tiene nombre y apellido: EE.UU., la Unión Europea, y el estado Sionista de Israel. El poner en un plano de “igualdad” a “todas las potencias” es funcional al proyecto cultural dominante. Y es fundamental explicitarlo para saber como pararse en el mundo y para desarrollar un programa y/o proyecto de país. Parafraseando el comienzo del documento: nadie es una burbuja aislada en este mundo y creer que solo efectos nacionales determinan las consecuencias de lo que pasa en nuestro país sería un profundo error. Por lo tanto debemos ver un proyecto económico social y político con el conjunto de América Latina y determinando los aliados permanentes o circunstanciales para dicho proyecto. Lo demás sólo son buenas intenciones.
