El Chasque Nº47

30/10/2020
“hasta que valga la pena vivir”

“…No hay cosa más sin apuro
que un pueblo haciendo la historia
no lo seduce la gloria
ni se imagina el futuro…”

Se decía en el anterior número de “El Chasque”:

“…La victoria del MAS confirma que en América Latina no vivimos un intelectual fin de los procesos de cambio, un fatalista “fin de la era progresista” como era planteado por lo menos en algunas versiones de esta tesis, sino procesos mucho más complejos, caracterizados por la dialéctica de la cual hablaba Rodney Arismendi entre revolución y contrarrevolución. Nuestro continente hace ya muchas décadas tiene determinadas condiciones objetivas para revoluciones de carácter democrático y antiimperialistas que pueden devenir socialistas…”

Nada sucede por generación espontánea.

Entendemos importante señalar algunos aspectos claves del proceso boliviano como enseñanza a los movimientos democráticos populares y a las izquierdas en América Latina.

En primer lugar destacamos la capacidad del MAS para en once meses restablecer fuertemente los lazos con la sociedad y el movimiento social en general, desplegar el trabajo político derrotando la campaña de desprestigio y miedo, de persecución, así como la acción mentirosa de los medios hegemónicos y los enormes recursos volcados a favor del candidato golpista.

El MAS volvió a ser nuevamente un proyecto político, un proyecto de esperanza para las grandes mayorías populares bolivianas. En realidad no era el proyecto del MAS el que estaba agotado, sino el mando único, la repetición sin fin de la figura de Morales como presidente.

Quedó demostrado que existían cuadros políticos capaces de continuar la obra de Evo. El caer en el personalismo a lo único que lleva es a visiones mesiánicas y transitar caminos antidemocráticos. Los dirigentes son importantes, pero más importante son los proyectos políticos que los sustentan.  En ese sentido el pueblo boliviano volvió a reafirmar su apoyo a lo hecho por el MAS, así como en su programa para afrontar la nueva realidad. Revertir ese cuadro complejo y de dura confrontación con la derecha y la ultraderecha implicó desplegar con claridad un proyecto de unidad de la izquierda con amplios sectores populares, construir organización política y unidad de acción permitiendo vencer al miedo, a las provocaciones, a todo el aparataje represivo y mediático.

Entonces hay que confiar en el pueblo porque somos parte de él y de él nos nutrimos. Se trata de desenvolver la lucha en su seno, para elevar la consciencia política y construir el programa democrático popular que transforme a las fuerzas populares en el verdadero protagonista de los cambios.

Debemos estar alertas

Los sectores fascistas bolivianos llamados “pititas” asesinaron al dirigente minero Orlando Gutiérrez de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia luego del triunfo del MAS.

Sabemos que las fuerzas reaccionarias intentarán por todos los caminos y medios impedir el avance de los pueblos en la lucha por su liberación. América Latina tiene una larga historia de mártires desde la llegada de Colón hasta la fecha. ¿En esta lucha contra los enemigos de la Tierra y de la vida, cuántos más deberán morir para alcanzar la justicia en el continente? No lo sabemos, pero si sabemos que por cada uno de los asesinados en esta batalla miles se sumarán hasta que la voluntad popular por la liberación definitiva sea incontenible. Los pueblos son porfiados.

“…Pudo engendrar en su seno
Las montoneras de otrora
Y cuando llegue la hora
Mañana, también podrá
Clavar a su voluntad
Mil estrellas en la aurora…”

Al triunfo del MAS en Bolivia se suma ahora el triunfo del pueblo chileno en la consulta para erradicar definitivamente la constitución pinochetista. En un país cuna de la experiencia neoliberal, impuesta por la dictadura sanguinaria de Pinochet, fue por mucho tiempo muestra del éxito del modelo más brutal del capitalismo. Un modelo utilizado por cuanto oligarca y secuaces para explicar las bondades del mercado y la iniciativa privada para traer bienestar social, y  donde la meritocracia, el emprendedurismo son las claves para salir de la pobreza. Este modelo resultó no ser lo que prometía, por debajo se venía gestando la bronca de años de injusticia social hasta que reventó como un volcán. La movilización inicial comenzó por una suba mínima del boleto estudiantil hasta transformarse en una sublevación incontenible del pueblo chileno. La acción reivindicativa que dio comienzo a todo se fue cargando de otras reivindicaciones sociales hasta transformarse en síntesis política que se expresó el domingo 25 de octubre en el plebiscito para cambiar la constitución pinochetista.

Piñera pretendió calmar las aguas sancionando algunas medidas económicas, pero el pueblo movilizado entendió que no era suficiente, que era necesario ir a un cambio político y para eso lo primero implicaba derribar la constitución impuesta por Pinochet. Con más de 78% de los votos, la victoria del «Apruebo» se impuso de manera contundente. A su vez se eligió la creación de una Asamblea Constituyente con paridad como instrumento para la redacción de la nueva Constitución. Este plebiscito fue impuesto a los sectores y partidos pinochetistas y ultra conservadores por la lucha sostenida del pueblo y principalmente de los jóvenes chilenos. Fue expresión de la toma de conciencia del poder que tenían para definir por sí mismos su propio destino. Cuando los pueblos “despiertan” y toman conciencia de sus propias fuerzas y entienden quienes son sus enemigos, entonces ya no quieren seguir padeciendo la miseria y la desgracia a lo que fueron sometidos por siglos y los de arriba, no pueden y no podrán hacer nada para impedirlo.

Ahora la batalla política que se abre es por la profundidad democrática que se lograre en la redacción y contenidos de la nueva constitución. El pueblo chileno y los sectores más avanzados de la sociedad deberán seguir alertas y movilizados para avanzar en la concreción de una constitución democrática popular y evitar así que sea un simple lavado de cara.

“…Marcha con paso seguro
calculando cada paso
y lo que parece atraso
suele transformarse pronto
en cosas que para el tonto
son causa de su fracaso…”

La propuesta de un futuro neoliberal

En Uruguay, luego del triunfo de la coalición de derecha, volvemos a escuchar nuevamente de las bondades del libre mercado, del libre accionar del capital privado para regular y crear bienestar social. No es nada novedosa esta propuesta viniendo de los partidos de derecha, representantes de la oligarquía y de ese 1% más rico de la Tierra que concentra más del doble de la riqueza que 6.900 millones de personas. Aquello que fracasó en Chile, ahora los uruguayos debemos de padecer nuevamente. Lo vemos en la discusión de la Ley de Presupuesto y en los argumentos conceptuales que sostiene su carácter regresivo. Esta propuesta económica fallida en Chile y sin ninguna chance histórica vuelve ha instalarse en Uruguay.

El presidente Lacalle Pou lo definió al comienzo: «si esto fuera una competencia ciclista, al que va en la punta, al «malla oro», hay que estimularlo para que pedalee más rápido. Es el que va a hacer la inversión, va a dar trabajo. Hay que sacarle lastre al que va a traccionar la economía».

El Estado es visto como un lastre, un peso que atrasa y enlentece.

La estrategia es encomendar al mercado como regulador de la vida económica, acompañado de una visión minimalista del Estado, inspirada en una mirada negativa del papel del sector público. El Estado se concibe y se expresa como una traba, un obstáculo, un lastre para el desarrollo. A su vez no se registra la gigantesca incertidumbre global y abundan supuestos incontrastables en la realidad. Se asume un crecimiento sostenido hacia 2024, sin un soporte creíble de la realidad que lo sostenga. El análisis macroeconómico que justifica las proyecciones del presupuesto y explican determinadas medidas son más una expresión de deseos que producto de un análisis real y objetivo. No sabemos cómo Uruguay logrará alcanzar esos objetivos y metas económicas en el marco del tiempo definido. Un gran misterio y falta de transparencia.

Lejos de la realidad, cargado de subjetividad y “buenas intenciones” este presupuesto  no tiene un anclaje mínimo con la realidad y como está el mundo en el marco de la pandemia. Nadie explica cómo escaparemos al contexto, donde Argentina, Brasil o España caen por encima del 10%. Nadie explica cómo podrá crecer el PBI mientras se contraen los salarios, las pasividades y se deteriora el consumo interno; mientras ya sabemos que la temporada de turismo va a ser un fracaso por aspectos sanitarios como lo fue en España y que representa el 6% de nuestro PBI que ya no estarán por más turismo interno que se promueva.

El instituto CERES (creado por Talvi) sugiere en el marco del presupuesto reformas para cumplir con los niveles de crecimiento proyectado. El factor clave pasa por hacer cambios en la gobernanza de las empresas públicas. Es decir, la privatización. Reducir los niveles de burocracia en el Estado, ergo un estado mínimo. Por último y como frutilla de la torta, romper la rigidez de la regulación laboral.

Más allá de los discursos, lo que queda en forma concreta de este presupuesto es el recorte de 15 millones de pesos afectando principalmente la educación, salud, viviendas y políticas sociales. Es decir, quien paga y sufre las consecuencias de las políticas neoliberales es la gran mayoría del pueblo.

La Cepal define el actual contexto como “la peor crisis en un siglo globalmente para América Latina”. En ese informe habla de una década perdida, de un retroceso en lel ingreso personal promedio de los latinoamericanos 10 años para atrás y vamos a volver a las cifras de pobreza que había hace 14 años. Esto equivale a que en Uruguay volviéramos a aquel fantástico número del 2003, 2004 que contabilizaba 1.200.000 personas pobres e indigentes. Este es el futuro que nos propone a los uruguayos la coalición de derecha.

La vieja pretensión neoliberal: eliminar a los sindicatos.

En Uruguay se inició el proceso de derrumbe de los niveles alcanzados en bienestar en el período anterior unido a un contexto de debilitamiento de la democracia ante la instalación de la LUC que impone un estado policial, punitivo; normas y leyes necesarias para penalizar y judicializar las movilizaciones sociales. Por medio de ellas se pretende resguardar la política de saqueo que lleva adelante la oligarquía y el gran capital de los “cinco gordos que se meten en el living» – según Mailhos – haciendo referencia a la reglamentación del derecho de huelga.

El avance punitivo del actual gobiernos sobre el movimiento sindical y social se expresa en las normativas referidas al derecho de huelga y sus modalidades que de alguna forma nos retraen a la década de los 90, período presidencial de Lacalle Herrera ferviente impulsor del neoliberalismo en Uruguay. Este nuevo intento de desarticular todo aquello que se interponga a la libre circulación del gran capital tiene como argumento conceptual la “libertad individual”. Este concepto se vincula a una forma de entender la sociedad, no como construcción colectiva, sino como la sumatoria de individuos.  De ahí la insistencia de la importancia de la actitud individual ante el uso responsable o no de la libertad para combatir la pandemia. Cual padre rezonga a un hijo, Lacalle Pou nos felicita si hacemos bien los deberes, si somos capaces de administrar responsablemente esa libertad individual o nos tira de las orejas si abusamos de ella. Esta pandemia se ha transformado en una gran oportunidad para educar en el valor del de la “libertad individual” incorporando fuertemente los elementos de la racionalidad neoliberal. De esa conferencia de prensa que muestra como vamos y cual es el resultado de contagios y muertos producto de nuestro esfuerzo individual, saltamos de igual forma argumental a los temas económicos. Palabras como “emprendedor y méritos”, buscan apelar a esa “fuerza individual” que hace sentir al trabajador “empresario de si mismo” y no necesita de nadie, menos de un sindicato. En definitiva, se traslada a cada uno de nosotros la responsabilidad absoluta y exclusiva por el bienestar económico. Por lo tanto el ver al individuo aislado, a la búsqueda de una “mejor vida” por el esfuerzo propio, implica negar toda forma de acción colectiva. Es así que los sindicatos resultan incómodos y son una barrera para la realización plena del modelo neoliberal. En la LUC el “derecho de huelga” se resuelve dándole mayor valor a la propiedad empresarial, al trabajo del no huelguista sobre el derecho a la huelga, constituyendo un argumento en el cual el derecho colectivo a manifestarse termina cediendo.

Una autocrítica inmersa en la lucha

En este contexto el FA ha iniciado el proceso de debate y autocrítica que no debe detenerse, sino por el contrario se debe realizar en el marco de la lucha y resistencia contra las políticas regresivas y antipopulares. Vamos por la derogación de la LUC o parte de ella. Es una discusión a realizar con el conjunto de organizaciones que decidieron plegar sus fuerzas para derogarla. A su vez debemos ser parte del conjunto de movilizaciones, apoyando a los gremios en conflicto, organizando ollas populares, fortaleciendo el trabajo político en las alcaldías que gobernamos y en cada barrio y localidades, es decir, el FA debe ser parte de la organización de un fuerte entramado social y político que resista y confronte a la derecha ultraconservadora. A su vez es determinante que el FA como organización fortalezca el nivel de respuesta a las acciones y operaciones propagandísticas de la derecha. No alcanza con declaraciones o comunicados de prensa. La bancada como un todo debe introducir el formato de conferencia de prensas que desnude las mentiras. Acciones para generar hechos políticos en paralelo con nuestros economistas o con técnicos sobre los temas más relevantes y figuras de proyección nacional o internacional para disputar la agenda y el relato. Impulsar campañas de información y de comunicación por las redes y otros medios. Movilizar a los militantes y a los comité de base por medio de campañas de propaganda que permitan multiplicar los mensajes, pintadas de muro, volantes, boletines, etc. No podemos ni debemos desarrollar el congreso y elecciones del FA de espaldas a los temas centrales del país. Debemos ensanchar la base de la acción política y para esto es esencial convocar a los militantes a la acción política sobre ejes claros y objetivos políticos. Desmantelar la mentira es estratégico, desmantelar lo que se oculta en el presupuesto que se quiere aprobar es clave para construir una conciencia de cambio. Una fuerza capaz de recomponer la unidad política de la izquierda y del campo social con el objetivo de construir una sociedad donde los dueños de los medios y bienes sean del pueblo uruguayo y no de ese 1% de ricos. Una fuerza para derrotar la desigualdad estructural, porque esta no es natural en la esencia humana, sino que es determinada por el lugar donde se nace, por la estructura económica capitalista que necesita de la existencia de esa desigualdad para mantener la explotación de unos pocos sobre las grandes mayorías.

Por lo tanto, la base social para impulsar los cambios es la gran mayoría del pueblo y junto a él, debemos organizar la resistencia al programa restaurador neoliberal de la derecha y construir un nuevo horizonte de justicia y solidaridad social al cual llegar .

“…Mi pueblo es un mar sereno
bajo un cielo de tormenta
laten en su vida lenta
los estrépitos del trueno…”

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