Wladimir Turiansky.
Publicado aproximadamente en 2010, este artículo es un aporte interesante en momentos de Balance y Autocrítica en el FA.
Cuando vi en la portada de Voces del pasado 22/10, que el reportaje central estaba dedicado a Alvaro Rico, me acomodé, apronté el mate, papel y birome, y me dispuse a su lectura atenta. Es que Alvaro Rico es de los pocos intelectuales que en este país nos ayudan a pensar, que escapan a lo trillado y trivial de casi todos los politólogos y analistas políticos que pululan por estos lares, y nos plantea siempre opiniones o interrogantes que nos ayudan a reafirmar, a cuestionar o a sorprenderse en torno a los conceptos que allí subyacen.
El apronte no fue en vano. A partir de buenas preguntas, el reportaje resultó sabroso, y eso me movió a reflexionar por escrito por lo menos algo de lo que me sugirió su lectura.
El tema al que me quiero referir es el de la contradicción entre teoría y práctica, entre la reflexión ideológica y la gestión de gobierno, que en el reportaje se analiza, y que se está registrando, o se estaría, en nuestro FA, transformado hoy en un partido gobernante.
Frente a la pregunta en torno a la ausencia de reflexión teórica, Alvaro Rico contesta: “…Hay varios factores que pueden incidir… uno de ellos es un poco lo que señalabas en la formulación misma de la pregunta: los partidos de izquierda en el mundo, históricamente, han tenido un mayor éxito político electoral cuando su oferta ideológica se desdibuja de aquellas improntas fuertemente clasistas, obreristas, vanguardistas y revolucionarias, y mas se asemejan al conjunto de la sociedad en propuestas que tienen que ver más con la gestión, con los intereses cotidianos que con estas reflexiones mas trascendentes o mas utópicas.” Y más adelante: “… Y una segunda razón que puede explicar mucho de eso es que, realmente, las propias actividades de gestión, … dejan muy poco tiempo para la reflexión sobre la propia gestión. Ello apunta a un problema mayor que de alguna manera tiene que ver con cómo se ha configurado o reconfigurado la política en estos tiempos, que es la separación entre la teoría y la gestión, entre la reflexión que apunta a estos problemas que en otro momento se decían problemas ideológicos, y la necesidad de resolver problemas prácticos y de la agenda política que se plantean y se cambian casi todos los días con un ritmo muy importante, que muchas veces se te impone y no lo elegís vos.” … “… hay como una fragmentación muy fuerte entre la política práctica de gestión y la reflexión teórica”.
1.
Alvaro menciona la experiencia histórica de los partidos de izquierda, obreros, revolucionarios, europeos, que crecieron electoralmente y alcanzaron el gobierno desdibujando su perfil revolucionario, y que, en otro contexto y con otro perfil partidario, al FA le estaría ocurriendo lo mismo.
Vale la pena pensar en ello, porque en efecto, el Frente hoy, que abarca electoralmente a la mitad de la población uruguaya, se asemeja también cada vez más al conjunto de la sociedad, y no sólo del punto de vista de la composición social, sino también del punto de vista de sus virtudes y sus defectos, de su formación cultural, etc. La pregunta que uno se formula es si eso debe llevar inevitablemente a desdibujar su carácter revolucionario, o transformador, si se quiere evitar los equívocos que a veces trae la palabra revolucionario, que suele identificarse con la idea del “asalto al poder”. A mi me parece que los partidos socialistas y socialdemócratas europeos, de raíces marxistas, desdibujaron su perfil revolucionario porque abandonaron el principio marxista de la interrelación de teoría y práctica, esto es, el enriquecimiento de la teoría que necesariamente genera la práctica política cotidiana tanto como el desarrollo de la práctica política fundamentada en los principios de la teoría. Es la praxis marxista, aquella que de alguna manera ejemplifica la conocida Tesis XI de Carlos Marx: “Los filósofos hasta hoy se han dedicado a explicar el mundo, y de lo que se trata es de transformarlo”. En realidad, para los marxistas-leninistas, aquellos partidos hicieron más que eso, abandonaron el marxismo, lo traicionaron. Hoy, con menos ímpetu fundamentalista, agregaría que, no obstante ese abandono del marxismo, el éxito electoral de algunos partidos socialistas europeos condujo a experiencias sociales del tipo de los llamados “estados de bienestar”, que incorporaron a sus legislaciones no pocas conquistas para la clase trabajadora. Eso si, del mismo modo evitaron poner en cuestión el sistema, terminando por administrarlo.
El FA no es un partido, ni en su origen, ni en su evolución, del tipo de los partidos recién citados. Es una coalición de partidos de izquierda, con raíces marxistas, social cristianas o históricamente tradicionales, que rápidamente generó en su torno un vasto movimiento popular. Se definió en su origen como una fuerza política nacional, popular, democrática, anti-oligarca y anti-imperialista. No se definió como socialista, ni siquiera en el cuestionamiento al capitalismo Quedó como tarea pendiente la construcción de un programa finalista, un proyecto de país. Con todo, su práctica política, su praxis, le permitió avanzar en algunos conceptos fundamentales, como la profundización de la democracia a través de su contenido participativo y su difusión por todos los poros de la sociedad; o su concepto del Estado, descentralizado y participativo, su papel activo y regulador de la economía, tanto en la producción como en la distribución y redistribución de la riqueza generada con el trabajo. Todo ello, junto a los valores clásicos del pensamiento de izquierda, la igualdad, la justicia, la solidaridad. Sin embargo es verdad que en el proceso hacia el gobierno, y en el ejercicio del gobierno mas aun, la organización política dejó de elaborar teoría, y la gestión absorbió por completo su práctica política. Es como afirma Alvaro: “…hay como una fragmentación muy fuerte entre la política práctica de gestión y la reflexión teórica”.
Si la labor de la organización política es por sobre todas las cosas tener conciencia de la interacción entre teoría y práctica y asumirla en la plenitud de su significado, de modo que le permita guiar mas adecuadamente la acción práctica y enriquecer a partir de ello la teoría, o sea “no sólo conocer el mundo sino transformarlo”, el Frente adolece de un defecto capital: mal puede adquirir conciencia de la interrelación entre teoría y práctica, en primer lugar porque ha perdido el hábito de la reflexión sobre su práctica y sobre su proceso histórico, aquel que le ayudaría a construir su proyecto de Nación, su programa de largo aliento, y junto a ello, el tipo de organización más apto para su consecución. Por eso su práctica política se vuelve pragmática, hay ausencia de reflexión sobre esa práctica, y la acción, la gestión, se come el total de las neuronas.
Ahora uno se pregunta: ¿es esto inevitable? ¿Caeremos en la mera administración del sistema, en todo caso procurando “humanizarlo”?.
Alguna respuesta intenta el reportaje, y allí vamos.
2.
“¿Dónde tiene hoy la izquierda posibilidades de elaborar? ¿En la academia? ¿En la fuerza política?”, pregunta Voces.
Contesta Alvaro afirmando que la fuerza política, inmersa en el quehacer de gobierno no genera espacio, a veces las urgencias cotidianas realmente se lo impiden, para la reflexión política, pero agrega algo que, en mi experiencia de militante frenteamplista de base, comparto plenamente: “…pero sin duda que hay una cultura de la izquierda muy participativa, muy ofensiva, muy discutidora, muy en la búsqueda de algo. La izquierda no ha hecho la apuesta a su propio capital, a abrir allí instancias de participación en la elaboración, que tienen que ver con asumir las propias experiencias locales, las propias experiencias autogestionarias, para traducir eso en un proyecto político que vaya más allá de un programa de gobierno.”
De alguna manera, antes de las elecciones de 2004, previendo que la gestión de gobierno, en caso de alcanzarlo, lo que aparecía como muy probable, introduciría un ingrediente nuevo en la práctica cotidiana habitual del Frente, éste, con la activa participación de los sectores políticos y de las bases, promovió una discusión en torno a lo que se definía como la relación fuerza política- gobierno, y más allá, la relación del gobierno con la sociedad civil. Fue un proceso de discusión y elaboración colectiva de una gran fertilidad, en los sectores partidarios y también, y mucho, en las bases. Como síntesis, en abril de 2003 el Plenario Nacional del Frente aprobó por consenso un documento titulado “Relacionamiento Gobierno- Fuerza política- Sociedad civil.”
Un excelente documento, que estableció claramente los roles diferenciados de la fuerza política y del gobierno, remarcó entre otros aspectos del rol de la fuerza política, precisamente la reflexión política, la interacción entre la gestión, cuestión central para los integrantes del equipo de gobierno, y la proyección del pensamiento hacia el futuro como una de las tareas centrales de la organización política, matrizando una frase que resumió bien lo que se pretendía decir: “El Gobierno es el hoy, la fuerza política es el mañana”. Pero debemos reconocer que no fuimos consecuentes con ese principio, y sucedió, como se señala en el reportaje, que la gestión absorbió la totalidad del hacer y del pensar y no dejó espacio para la reflexión. Creo más bien que no hicimos el esfuerzo necesario para que eso no ocurriera.
Quiero agregar un ejemplo más de lo que afirma Alvaro, en cuanto a que contamos con una izquierda muy participativa, activa, y que no hemos apostado a ese capital para elaborar propuestas, y avanzar en la formulación programática. .
A fines del 2007, por iniciativa del grupo de veteranos fundadores de la CNT, y con el apoyo de la Fundación Vivian Trias, se realizaron en el salón de Actos de IMPO, bajo el título “La izquierda y su proyecto de país”, 5 Jornadas que abordaron cada una de ellas
1) La construcción de un programa; 2) La confrontación de la teoría con la práctica; 3) El Uruguay productivo; 4) Las formas de la propiedad; 5) La democratización del Estado.
La particularidad de estas jornadas, aparte del indudable interés de los temas, fue el hecho de que para cada una de las jornadas se contó con la exposición de tres panelistas, un compañero proveniente del movimiento sindical, un universitario y un dirigente político frenteamplista, de tal manera que las tres vertientes del pensamiento de izquierda en el Uruguay aportaron ideas y experiencias que luego, en la forma de un documento fueron entregadas a la Comisión de programa y a la Presidencia del FA. (Alvaro debe recordar bien esta experiencia pues participó de la misma en su convocatoria y cerrando la última jornada con una exposición en torno a la democratización del Estado).
Lo interesante es que a lo largo de las 5 jornadas un centenar de compañeros asistieron al evento, confirmando así la capacidad de generar reflexión política existente en la izquierda uruguaya.
Un poco antes de las elecciones internas, y a raíz de una nota mía titulada “Ganar el hoy y asegurar el mañana”, uno de los agrupamientos de militantes frenteamplistas de base, Lides, propuso trabajar en un proyecto programático de largo aliento, inspirado en los materiales generados en aquellas jornadas del 2007. La temática propuesta fue: 1)Las formas de la propiedad; 2) El concepto de democracia; 3) Distribución y redistribución de la riqueza; 4) El Estado; 5) La economía de mercado regulado.
Tampoco faltó en la propuesta los problemas de la fuerza política, la redefinición de su doble carácter de coalición y movimiento, su funcionamiento, la doble composición de sus órganos de dirección, entre otros.
Como vemos, ese “capital” con que cuenta la izquierda uruguaya existe, “vive, lucha, …y piensa”. Sólo hace falta que la dirigencia del Frente lo estimule, no lo ignore y, por el contrario, genere condiciones para su desarrollo. Ah, y que la Academia nos ayude, por favor. Su aporte es imprescindible, necesario..
3. Nota al pie.
No me resisto a meter baza en la parte final del reportaje, sobre todo porque me toca de cerca. Se refiere a la generación 83, su papel histórico en los años 80 y su destino posterior.
Voces: “Quizá hubo un error histórico de la generación 83 al haber cedido los espacios para la “restauración” “…
Alvaro: “Si, no sólo los sacaron sino que también cedieron espacios. La “legitimidad” construida por los anteriores dirigentes pesaba más que unos muchachos que habían resistido.”…
Es verdad. Los muchachos del 83 jugaron un papel magnífico, resistiendo pero no solo, supieron abrir paso al torrente popular, aprovechar el menor resquicio que dejaba la dictadura para desarrollar la organización popular, hasta llenar de multitudes las calles de las ciudades del país. Y además supieron tender puentes con las luchas del pasado reciente, de la forja de la unidad y de los principios de la unidad, la solidaridad y la lucha. Lo hicieron guardando el cariño y el respeto por los protagonistas de ese pasado, los que poblaban las cárceles, o vivían el exilio o desde la clandestinidad venían por años manteniendo encendida la llama, a veces llamita de la resistencia. Así nos recibieron a todos a la hora de la salida democrática, entre abrazos. Luego, pasados esos momentos de profundas emociones, comenzó el tiempo del restablecimiento de las organizaciones sociales y políticas de la izquierda, y lo que debió ser tiempo de síntesis entre pasado y presente, no pocas veces se transformó en tiempo de desconfianzas y de desplazamiento de lo nuevo, en una mezcla, me parece, de viejos hábitos y de algo así como “el miedo a lo desconocido”. No todo fue así, desde luego. No debemos generalizar, porque por el contrario en muchos lugares imperó un espíritu fraternal y un mutuo esfuerzo por conocerse mejor.
¿Cedieron espacios los muchachos? No sé, porque pienso que en muchos de ellos debe haber primado una especie de frustración. Me imagino que, después de tanta expectativa por quienes volvíamos desde la cárcel y exilio, algunas de nuestras actitudes tienen que haber dolido y llevado a muchos a dar un paso al costado. Pero atención!, porque esa generación, que muchos dieron como perdida, como encerrada en sí misma, hoy ocupa cargos de responsabilidad en el gobierno frenteamplista, dirige las empresas públicas, lleva adelante los planes de justicia social. Y ya están relevando a los viejos. Y tienen sobre nosotros muchas veces una ventaja: además del entusiasmo y la conciencia política saben, no tienen necesidad de talentear, como muchas veces debimos hacer nosotros. Al fin de cuentas, aquella síntesis de los 80, se viene realizando hoy, de mejor manera y con la izquierda en el poder. Enhorabuena.
