Por: Aldo Scarpa Mercant – Montevideo, abril de 2021
El 21 de marzo se ha publicado una reseña de las declaraciones del Diputado Gustavo Olmos integrante de “Marea Frenteamplista”, agrupación que integra “Fuerza Renovadora”. En las mismas el Diputado se muestra muy preocupado por la interna del Frente Amplio. Los móviles de su preocupación parecen ser: la composición del FA, o sea, la cantidad de grupos existentes en la fuerza política; por otro lado, el peso de las “bases”, su funcionamiento y representación.
Sin embargo, la posición que se asume sobre la organización política no puede ser un asunto aislado, fortuito, por el contrario, deriva necesariamente de la posición política que se sostenga, de los objetivos reales que un grupo o una corriente política se plantea. Por lo cual, para reflexionar sobre las declaraciones del compañero, sobre el significado y las consecuencias prácticas, políticas de las mismas es imprescindible desentrañar, precisamente, la concepción política sobre la que se fundamentan dichas declaraciones.
En este sentido, considero que para comprender la inquietud del cro. es necesario detenerse a pensar sobre el siguiente pasaje de sus declaraciones: “el FA tiene que ser una oposición responsable porque pasó 15 años en el gobierno y aprendió las dificultades que implica gobernar”, no podría ser entonces la misma oposición que “teníamos antes de pasar por esa experiencia. Sería una demostración de incompetencia política no haber aprendido nada”.
Es angelical esto, ¿no? Pero esta posición no es exclusiva de Olmos. Por el contrario, es una concepción que expresa a diversos grupos de FA, ciertamente, demasiados grupos para promover la misma concepción de lo cual, ¡paradójicamente! Olmos se sorprende y disgusta.
¿Era necesario para los dirigentes del FA pasar por la experiencia de gobernar, para comprender las dificultades que supone gobernar un Estado burgués en una sociedad capitalista? ¡Y necesitamos 15 años!, con toda la experiencia histórica de nuestro continente sobre nuestras espaldas. ¡Esto si es “incompetencia política”!
Naturalmente, este argumento en tanto síntesis de 15 años de gobierno es una vulgaridad. ¡Y sobre esta vulgaridad se pretende definir la estrategia y la táctica del FA para los próximos años! Como es una vulgaridad la superficial explicación del que el Fa se debilitó, se vació su estructura, porque los compañeros debieron ocupar cargos de gobierno. ¡No!; los compañeros se “arrancaban los pelos entre sí” para ocupar estos cargos y perdurar en los mismos pasando de oficina en oficina del Estado, sin preguntarse si había otros compañeros capaces. Cuando aún teníamos cuadros históricos con formación política y teórica (que bastante falta nos hacen) que, irónicamente, por suerte encontraron el espacio de los denostados Comités y las Coordinadoras para aportar. Una vulgaridad que rebaja el debate político y teórico, que impide una autocrítica profunda y es incapaz de provocar una verdadera síntesis de la experiencia, que no puede conducir, por supuesto, a una concepción estratégico-táctica basada en la “oposición responsable”
¿Cuándo fuimos irresponsables? ¿Acaso cuando planteamos la nacionalización de la banca y la reforma agraria o cuando defendíamos la Educación pública o luchábamos contra las privatizaciones? No recuerdo ninguna definición del FA ni del Movimiento popular de la cual se pudiera desprender ingenuidad o ignorancia sobre las dificultades que implica gobernar, menos aún, sobre las dificultades de un gobierno popular en una sociedad y un Estado capitalista.
Cualquier frenteamplista sabe (debe saber) de esto. En el momento mismo del triunfo de la revolución Fidel decía ante las masas: la lucha contra la dictadura nos enfrentó a enormes dificultades, pero a partir de ahora serán aún más grandes. Pero, por cierto, hace tiempo que hemos puesto en el ostracismo a algunos hombres y experiencias. Así es difícil aprender algo. Precisamente, si recuperamos esas experiencias y aquellos hombres aprenderíamos que en los procesos de transformación social profunda las dificultades solo se vencen con la organización, la conciencia y la participación de las clases subalternas, exactamente lo contrario de lo que se hizo en estos 15 años de gobierno el FA; erosión de las relaciones con el movimiento social, los sindicatos, la educación, etc., y, por supuesto, el cuestionamiento constante a las “bases”, a los comités.
“¡Oposición responsable!” ¿Esto es lo que aprendimos en cinco años de gobierno? ¡Qué poquito!
¿Qué será la “oposición responsable”? ¿Acaso no saber qué hacer con la LUC? ¿Mantener en la sombra, entre los “expertos” la “cocina” de la reforma de la Seguridad Social, en lugar de ponerla en el centro de la acción y el debate del movimiento popular? Esto es, ¿responsabilidad con quién? ¿Con nuestro pueblo o con el proyecto de reforma de la Seguridad Social del gran capital transnacional?
Por supuesto que para esta última alternativa la participación real del pueblo por vías plebeyas, el punto de vista de las “bases”, los comités, etc., resultan fenómenos molestos, “irresponsables”, que obstaculizan el “prolijo” desarrollo de las cosas. la sabia conducción y las decisiones de nuestros “déspotas ilustrados” del SXXI.
El cro. Olmos considera que es la hora de la “oposición responsable”, eso es lo que debemos haber aprendido en estos quince años, sino adquirimos estos conocimientos es porque somos unos “incompetentes políticos”. Pero esto tiene sólo una lectura: antes de acceder al gobierno éramos unos primitivos, “incompetentes” e irresponsables. O sea, tenían razón los Blancos y Colorados, la política burguesa liberal, cuando durante décadas rechazaron y lucharon persistentemente contra nuestras propuestas políticas y reivindicaciones; ¡ahora deberíamos haber aprendido de todas aquellas “irresponsabilidades” de nuestra época juvenil! El inefable Dr. Sanguinetti tenía razón: “A los 18 años todos fuimos socialistas”. Hoy es la hora de nuestra madurez, ¡somos responsables! ¡Somos competentes! Y sólo nos queda cantar con León Felipe: “Ya no hay locos amigos, en Uruguay ya no hay locos”. Pero, ¡No! Ellos nunca fueron socialistas y nosotros hace mucho tiempo que somos responsables y competentes, no en sentido burgués liberal, sino en sentido popular, plebeyo.
Esta síntesis que extrae el compañero de la experiencia de estos quince años se torna contradictoria, imposible de alcanzar sin negarnos a nosotros mismos. Porque, precisamente, fue aquella “irresponsabilidad, aquella “locura”, la que parió ese maravilloso y ejemplar Movimiento Social-Político-Cultural que se sintetizó en ese nombre: Frente Amplio. En la historia de nuestros pueblos este nacimiento sólo tiene un parangón: la Revolución Artiguista. Para los ellos de ayer y los ellos de hoy una “una irresponsable locura”; para nosotros la Revolución.

A esta corriente de pensamiento se le presenta una preocupación que no la deja dormir: los comités y sus representaciones. ¡Qué curioso! ¿No? Lo que antaño nos daba seguridad y confianza en nuestra fuerza y unidad, hoy nos desvela. Lo que era un buen ejemplo para otras izquierdas en el mundo que buscaban la unidad, se ha transformado en un fenómeno predilecto de la crítica y el cuestionamiento. Aunque hace poco más de un año aún nos dieron oxígeno para seguir con vida y rescatarnos de las ambiciones, errores y disputas personales de nuestro “ilustrados”.
El cro. se desvive por demostrar que las bases no son el 90 % del FA. ¡No! La cuestión no es sólo cuantitativa, sino también cualitativa (hay quienes aún no aprendieron algo que deberían saber como gente de izquierda hace mucho más de quince años: nuestras “mayorías silenciosas” también son miles de veces más débiles que nuestros compañeros organizados). Por eso, cuando la fundación del FA Seregni afirmaba, lo que suponía una valoración histórica, un salto cualitativo respecto a la política tradicional y los dogmas liberales: los Comités de Base significan el retorno del pueblo a la vida política activa, ¡ni más ni menos! Un cambio cualitativo que implica una subversión de los dogmas liberales, de las formas de representación, de la participación típicamente burguesa que, naturalmente, traba el desarrollo de las formas de participación, organización y representación típicamente plebeya de las clases subalternas.
Está claro que el problema no es de los comités, las “bases”, no es de ellas la crisis. La crisis, el problema es del FA, en particular en su aspecto de Coalición. En el ámbito en que antes el FA en tanto coalición se sentía en su habitab, como pez en el agua (el Movimiento Sindical, Estudiantil, las Asambleas, los Comités, etc.), hoy teme naufragar. ¡Y, compañero, este es el aprendizaje que debemos incorporar (o reincorporar) de los quince años de gobierno! ¡Y no hacerlo sí que es una incompetencia política, porque en esto va la vida del FA y con él, el futuro de nuestro pueblo! La necesidad de estas formas populares de organización, participación y representación es inherente a nuestra época en tanto son preludio, anticipaciones, de la próxima hegemonía obrero-popular. Las mismas renacerán siempre en la lucha de cualquier pueblo del mundo. A tal punto esto es así que, incluso si nuestro pueblo sufriera la hipotética fatalidad de la desaparición del FA, las mismas resurgirán constantemente con las luchas de las clases subalternas.
Por otra parte, el cro. Olmos denuncia la cantidad de grupos que coexisten hoy en el FA. Lo he planteado en el artículo “FRENTE AMPLIO, una necesaria, ineludible y profunda autocrítica” (enero/2020). Este fenómeno expresa un síntoma de la crisis y la “desnaturalización” del FA. Pero, Olmos, es él mismo un protagonista de este fenómeno absolutamente negativo (mucho más que los comités y las bases). ¿Qué son sino “Marea Frenteamplista”, “Fuerza Renovadora”, etc.?
¿Qué expresan sino la ambición personal, “arrancarse la cabeza” por acceder a un cargo? Se trata del retorno a la política tradicional burguesa. Por eso he insistido con el término “degeneración” del FA. Y sino, veamos; ¿qué nueva concepción política, qué lineamientos estratégicos-tácticos sostienen que no estén representados ya en el FA? Ninguno, nada, atrás no hay nada, más que la ambición, el interés personal, el figurar, es la política tradicional, abrir “clubes” con el cartel de “amigos de…”, etc.
Como decía aquella “Águila”, la “gran Rosa” en las notas a su “La acumulación de capital” de sus compañeros, que, al decir de ella, se paseaban por los pasillos del Reichstag, convencidos que desde allí iban a lograr mover la rueda de la historia; hace años que no leen un libro de teoría profunda, exclamaba apenada. Así terminaron, ¿no?
Y es que tampoco se trata de “sensibilidades”, esto sólo es un sucedáneo para justificar lo anterior y vaciar todo de contenido fecundo. Por sensibilidades somos hinchas de un cuadro de fútbol, blancos o colorados, para eso no se necesita más que “sensibilidades”. Por supuesto, es una perogrullada, se sabe que hay “sensibilidades” en la gente de izquierda, pero esto no es fundamental ni determinante de nada; más que para justificar la total orfandad de concepciones ideológicas. Por algo la historiografía nacional denominó correctamente, para diferenciarlos de los partidos tradicionales “partidos de ideas” a los partidos de izquierda. Se es de izquierda por concepciones, por ideas, por toma de conciencia de la condición de clase, un acto de libertad, consciente.
Por otra parte, no se trata de crear “bloques” en el FA. Esto sí que es algo que los frenteamplistas deberíamos haber aprendido para no caer en “incompetencia política”; una política de “bloques” no es el mejor escenario para crear un clima de unidad. Por el contrario, es un riesgo para la unidad.
ALDO SCARPA MERCANT
