30/04/2021
“… yo trabajo y trabajo,
debo substituir
tantos olvidos,
llenar de pan las tinieblas
fundar otra vez la esperanza.”
Neruda
DE LA LIBERTAD RESPONSABLE AL ANARCOCAPITALISMO
Los uruguayos debemos de preguntarnos como fue que la injusticia social dejó de ser el resultado de las relaciones desiguales de clases, para ser fruto de la voluntad y el comportamiento individual ante la vida. Según este pensamiento quienes han salido adelante por mérito propio ya no tendrán que preocuparse que otros compatriotas vivan en la pobreza, ni acunar sentimientos de culpa; al fin y al cabo los pobres son porque quieren serlo. Es así que el hambre, la reducción del salario del trabajador rural, el no tener conexión a Internet para estudiar, la super – explotación de los trabajadores virtuales y todas las injusticias sociales que experimenta a diario el pueblo uruguayo son al fin de cuentas aparentes. Su existencia no es real porque ya no es el resultado de un sistema que provoca esas injusticias sociales, sino por el contrario están dadas por una actitud personal irresponsable donde falta ese apego a “la cultura del trabajo”, al decir del mediático dirigente sindical, Richard Read. Si la situación de miles de compatriotas que hoy viven en la pobreza, que comen de la basura es porque quieren y no se debe a las fallas del sistema capitalista ni del gobierno, entonces deja de ser necesaria la lucha.
El señor Presidente muestra claramente su preferencia ideológica cuando hace de la pobreza como del contagio de Covid-19 una cuestión de méritos o actitud individual. Al hablar de la pandemia lo reafirma: “No vamos a tomar nuevas medidas, Ya todos sabemos que depende de nuestro comportamiento”. En definitiva, esas palabras se sustentan en el liberalismo extremo muy cercano a las corrientes económicas y sociales que promueve el “anarcocapitalismo” o “anarquismo de libre mercado”; teoría de mediados del SXX que se nutre del “Darwinismo económico” y que fueron puestas nuevamente en escena, algo más aggiornadas, durante el período de Trump. Nuevamente volvió a flamear la bandera de Gadsden1, de origen estadounidense asociada al libertarismo.
Se parte de la base de que la sociedad es la sumatoria de individuos, por lo tanto lo más valorado y sagrado es la libertad individual, la propiedad privada y la iniciativa personal. El axioma básico de esta teoría postula que cada hombre es dueño de sí mismo, en posesión de soberanía absoluta sobre su propio cuerpo. Según ellos nada puede estar por encima de esa libertad o limitarla, rechazando así toda intervención del Estado.

David Friedman (hijo de Milton Friedman economista y fundador de los “Chicagos Boy” de triste trayectoria bajo la dictadura de Pinochet) proponen que la adopción del anarcocapitalismo produciría mejores resultados que cualquier otra alternativa de orden social y económico. Señala que los sistemas de leyes se crearán para obtener ganancia en el libre mercado, lo cual conduciría a una sociedad libertaria casi total.

YO EL SUPREMO
La individualización de la responsabilidad es parte de la conducta anarcocapitalista. De ahí ese comportamiento de “Yo el Supremo” cuando el señor Presidente dice ser el responsable si algo sale mal y si sale bien, es responsabilidad del gobierno. Es parte de una creencia y pensamiento ideológico donde se establece que el Estado, lo público y colectivo oculta y diluye las responsabilidades.
Visto esto deberíamos pedirle cuentas por los niveles sostenidos de unos 2500 contagios por día y un promedio de 60 muertes diarias. Con estos datos llegamos a un total de 2.452 fallecidos desde que comenzó la pandemia, siendo marzo de 2021 el mes que fallecieron la misma cantidad de personas que en todo el 2020.
Ahora bien, se señala a la sociedad como única responsable de lo que sucede y por otro lado se levanta los conceptos de “coraje y resistencia” por medio de una publicidad sobre la tragedia de los Andes; dicho sea de paso, deja claro (según este relato) que los que no sobrevivieron fue por debilidad física y espiritual. Derrotar al Covid19 depende más de la voluntad y del espíritu que de la ciencia y de las medidas que implemente el Estado. Este cuento sigue girando sobre las conductas individuales, “de cómo alcanzar el éxito en seis pasos” que propugnan los manuales de autoayuda y de filosofía tipo “Corín Tellado” sobre la vida y que hoy gustan tantos a los directores del MIDES. Basta escuchar al Ministro Bartol al referirse a los pobres o cuando autoriza a la ONG Empresarial, Adelante Uruguay, a distribuir los fondos para las ollas populares y “evitar que haya gente que reciba por un lado la ayuda de 2400 pesos y después va a comer a las ollas”. La pobreza, según Bartol, es un estado subjetivo, anímico, de falta de voluntad para sobreponerse a esa situación y no al sistema capitalista. Por lo tanto, toda ayuda a este sector de avivados, garroneros e incapaces; conocidos con el nombre de pobres, se realizará en tanto exista una contraparte que se canalizará por medio del programa llamado cínicamente “Trabajo Solidario.
Es claro que en este contexto vale aquello de sálvese quien pueda o sobrevivirá el más apto, algo muy apreciado por los anarcoscapitalistas.
LA MUERTE DE LA ESPERANZA
En este estado de miedo, el lenguaje se utiliza deliberadamente como una forma de seducir al destinatario de que no hay otro camino que lo propuesto y no hay lugar para el pataleo. Las cosas son así.
Por lo tanto, el uso del miedo, difumina la línea entre la realidad y la percepción, perdiendo así las personas su identidad humanas. Aisladas en su burbuja, mirando pasar la vida por un celular o la televisión, comienza a penetrar la sospecha en el otro, pudriendo en odio y la violencia, en la denuncia anónima ante la más mínima juntada de gente.
Se hace conferencias para explicar y justificar la necesaria vigilancia sobre los miserables, humillándolos por su condición y la duda sobre sus conductas.

La verdad no existe antes de que el Presidente la exprese en palabras. Lo vemos así en cada conferencia. Pese a los científicos, pese a la situación que vive la gente, él insiste en hacernos responsable de los niveles de contagio y muertes como algo externo a su gobierno y donde él no puede hacer nada porque ya no hay nada más para hacer, salvo afectar el trabajo del pobre “mozo tiene que hacer la propina”. Este argumento que apuesta a lo económico por encima de la salud como el verdadero camino, trae implícito la muerte de todo tipo de esperanza. Ellos necesitan eliminarla, arrancarla del corazón de la gente para dar lugar a la culpa por la situación vivida. El individuo solo y aislado, caerá abatido o hará responsable a los demás o intentará una salida mística. Así como el pobre es culpable por ser pobre, así también sucede con la pandemia. En la medida que la solución a esta situación se encuentra en la responsabilidad individual y no en el Estado, entonces no existe la más mínima esperanza de poder modificar el curso de los acontecimientos.
El hecho de que triunfe esta concepción implica que no hay lugar para los sueños. Esta desesperanza incluye el acostumbrarnos como algo natural la muerte, la miseria, la pobreza y por sobre todas las cosas, aceptar en silencio esta realidad como un hecho inevitable de la vida.
Esa “verdad” (relato) que exhibe una sociedad donde la diferencia entre unos y otros individuos es producto del mérito, la garra, el coraje y el apego al trabajo de las ocho horas o más; donde la salida, como procuran mostrar los anarcocapitalistas, es individual porque así es el orden natural de las cosas, entonces, de consolidarse esa idea como verdadera podremos decir, sin temor a equivocarnos, que la esperanza habrá muerto.
DERROTAR LA DESESPERANZA. PRIMERO LA VIDA, PRIMERO EL TRABAJO.
El síndrome de “Yo el Supremo”, lleva a el señor Presidente a decidir y brindar la verdad (absoluta) sobre los asuntos públicos de tal forma que comienza a incidir en la calidad de la democracia y su devenir. En tanto existe una sola voz que dice cual es la “verdad”, que se emite por medio de conferencias de prensa, culmina derivando en una pantomima de la democrática. Al igual que los niños que vivieron bajo la dictadura, los actuales proyectarán a futuro conductas autoritarias, serán minusválidos sociales, incapaces de relacionarse con el otro ya que se acostumbraron que la democracia es sentarse frente al televisor a escuchar al Presidente decir su verdad sin ser cuestionado.
Este artículo se escribió el día antes a la conferencia de prensa que brindó el Ejecutivo en la figura del Presidente.
Queremos señalar simplemente algunos aspectos que entendemos importantes porque muestra lo que significa y piensa este gobierno ultra reaccionario.
1- Lo hecho por el Ejecutivo es lo que se debía hacer y es lo que se puede hacer. No hay otra verdad.
2- Si falla la responsabilidad individual, falla la humanidad.
3- Por lo tanto las muertes son consecuencia de nuestra irresponsabilidad en el manejo de esa libertad.
De ahí la importancia del próximo 1º de Mayo donde los trabajadores levantan la consigna PRIMERO LA VIDA, PRIMERO EL TRABAJO.
Será la voz de los humildes la que se escuche, de los que verdaderamente hacen funcionar al país. Tambien significará un fuerte saludo y reconocimiento a esos miles de trabajadoras y trabajadores de la salud que han demostrado estar a la altura de los acontecimientos y que debe llenarnos de orgullo ser parte de la misma clase social. Es un acto de denuncia de los ataques sostenidos contra médicos y personal de la salud por la derecha y en particular por el histórico diario El País, vocero de las clases dominante y ex vocero de la dictadura.
Festejaremos en cada barrio dando la batalla por alcanzar las firmas para plebiscitar la LUC como gran objetivo estratégico. Esta es la tarea del momento histórico, el único camino para derrotar la desesperanza en construir un futuro mejor. Es una gran batalla colectiva contra el individualismo y es por por lo tanto cultural, ideológica y política.
Es una lucha entre una humanidad solidaria que tiene en cuenta al otro contra esa otra humanidad de los explotadores, de los supermillonarios, de los oligarcas, de los Trump, de los Bolsonaro que necesitan a la gente aislada pensando que puede salvarse a si mismo.
Con este pensamiento la humanidad no tiene escapatoria ni chance de continuar con su existencia sobre la Tierra. Es imposible abordar los grandes desafíos que enfrentamos a nivel global si no existe un espíritu de hermandad construida en torno a la solidaridad, la justicia social, la no explotación de unos sobre otros, donde el hombre no sea el lobo del hombre. Este sistema de la dictadura del capital financiero y sus sempiternos representantes, mentirosos universales, no tiene perspectiva histórica ya que implica conducir a la muerte a toda la humanidad. Con ellos está en juego la vida y los sueños por alcanzar un mundo mejor.
Marchamos hacia el 1º de Mayo con la convicción de que la lucha que se pierde es la que no se da, y hoy se trata de luchar para de derrotar esas concepciones individualista, es luchar por la democracia, por el trabajo y la vida; en definitiva, es levantar la bandera de la rebeldía, de no conformarnos con la verdad y el mundo que nos imponen las clases dominantes.
¡Viva los trabajadores, viva el 1º de Mayo!
1- La bandera de Gadsden es una bandera de origen estadounidense asociada al libertarismo. La bandera fue diseñada por el general Christopher Gadsden en el año 1775 para la marina independentista, durante la Revolución estadounidense que desembocó en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. El fondo de la bandera es amarillo, y en el medio hay una serpiente cascabel en espiral y en posición defensiva, lista para atacar. Bajo la serpiente se lee la frase «Dont [sic] tread on me», en español «No me pisotees». El primero en utilizar la simbología de la serpiente de cascabel con fines políticos y como representación de las entonces trece colonias fue Benjamin Franklin (1706-1790), quien, en 1751, en su periódico Pennsylvania Gazette, publicó un artículo burlándose de la costumbre británica de deportar a sus convictos a tierras americanas, sugiriendo que, en correspondencia, ellos deberían enviarles a cambio serpientes de cascabel.
