¿A dónde iremos a parar?

El Chasque
28/04/202

Si los seres humanos somos efectivamente el producto de las condiciones en las que vivimos, estas condiciones son también el producto de la acción humana.

Por lo tanto podemos incidir y construir socialmente las condiciones materiales y culturales en las que pretendemos vivir. Dicho de una forma popular, somos dueños de nuestro propio destino.

Es así que no está predeterminado, no es el resultante de la casualidad, sino por el contrario es el resultado de la acción consciente de los humanos para resolver las contradicciones centrales y desafíos de cada época histórica.

Podemos afirmar que hoy son miles y miles que toman conocimiento del carácter injusto e inhumano del sistema capitalista. Ese es el primer paso para su superación.

Nos encontramos frente a dos tendencias contradictorias, por un lado la creciente socialización objetiva de la producción y por otra la apropiación privada de lo creado. Una dependencia cada vez más estrecha, vincula a cientos de millones de personas en un trabajo que objetivamente no puede prescindir de la cooperación. Pero la organización, la dirección, la finalidad y la riqueza creada por este enorme mecanismo no están en sus manos. Está en manos del gran capital. El beneficio privado (el beneficio de cada empresa individual) sigue siendo el alfa y omega de la organización económica capitalista. La tendencia desenfrenada al enriquecimiento impide que las enormes capacidades productivas se pongan al servicio de la satisfacción de las necesidades humanas. Las contradicciones crecientes del sistema se descargan periódicamente en una sucesión explosiva de crisis económicas, sociales y político-militares extremadamente destructivas. La aniquilación de la cultura material y de la civilización humana básica, el retorno a la barbarie, se ha convertido en una posibilidad real y tangible.

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