El Testamento de Lenin y la izquierda uruguaya

CANDIDATURAS Y PERSONALISMOS
Por Javier Zeballos

Publicamos este artículo de Caras y Caretas por considerarlo de interés para la comprensión de temas muy caros a la izquierda, que están siendo abandonados, o no suficientemente debatidos hoy.
El Chasque 116
15/12/2023

En 1922 Lenin envió una carta al Congreso del partido alertando sobre los desbordes de personalidad por parte de Stalin y Trotsky. Solo la leyeron algunos, otros la recibieron parcialmente y se mantuvo oculta hasta 1956.

El Frente Amplio tuvo su Congreso. Lo importante es el programa, no como biblia ni letra muerta para un “¡quémese después de leerse!”. Tampoco como una suma de buenas intenciones o mera transacción entre doctrina y pragmatismo, sino como herramienta de acción para la síntesis orgánica, la acumulación electoral y, si se gana la elección -que nadie debe dar hoy por descontada- como trabajo de gobierno.

Sin embargo, estos congresos de cara al año electoral suelen ser fagocitados por la proclamación de las precandidaturas a la Presidencia que se definirán seis meses después en la elección primaria, mal llamada interna. Que el programa no quede como un adorno, más allá de las pautas con que la derecha partidaria y mediática siempre pretenden marcar la cancha, también será una tarea, y una responsabilidad, en los énfasis y las declaraciones protagonizadas por quienes asumen esas precandidaturas.

El Frente Amplio es una coalición que cada vez se ha vuelto menos movimiento.
Quien pretenda negarlo, flaco favor le hace a la imprescindible revitalización de ese aspecto clave con que fue concebido y vivió su largo proceso de acumulación. Caer en el negacionismo cuando lo urgente es comprender que la realidad es dinámica, compleja y esa definición de movimiento es vital para revalorizarla no es buena opción. No es tarea fácil ni pasa por intentar repetir fórmulas del pasado, por más exitosas que hayan sido.

Que el FA recupere la fuerza de un movimiento exige análisis y comprensión de la realidad, no para diluirse en las férreas condiciones pautadas por una sociedad capitalista en crisis ni para dejarse llevar por avatares de la época. Hay que plantearse nuevos desafíos con creatividad, con la participación real como horizonte y como auscultación cotidiana que la mida.

Si a la utopía lejana, en vez de hacernos caminar, se la patea para adelante, no sea cosa que se acerque demasiado, podremos recitar de memoria la famosa frase de Fernando Birri que inmortalizó Galeano, pero en la teoría y en la práctica será leída y recitada en clave conservadora.

Personas, personajes, personalidades
Quien pretenda negar el papel de la personalidad en la política podrá tener buenas intenciones de escapar de la típica visión con que las clases dominantes han matrizado el relato histórico, pero probablemente se topen con la realidad dura de la construcción de liderazgos en la sociedad.

Y, en particular, liderazgos políticos, ya sea en planos ideológicos como en conducción partidaria.

Si la derecha quedó atrapada el corset de la saga familiar los Batlle (con la alteridad de Sanguinetti y la ruptura de los Bordaberry) en los colorados, y el pedigree herrerista continuado por los Lacalle en los blancos, la izquierda rompió esos patriciados trayendo candidatos plebeyos, hasta ahora todos hombres, que irrumpieron y alteraron la imagen presidencial con nuevos elementos carismáticos. Eso sí, sólo dos, Tabaré Vázquez y Pepe Mujica lograron acceder a la máxima magistratura.

Pero más allá de tales irrupciones de lo nuevo, viejos odres, no solo patriarcales, se impusieron en la lenta renovación generacional, más de una vez obturada, no solo por personalidades fuertes sino por entornos y cortes obsecuentes con escaso aporte.

Sin duda, que la definición de la candidatura presidencial sea mediante el voto y no en una cofradía cerrada de dirigentes, es lo que permitió algunas irrupciones, más allá de que sus disrupciones se quedaran a mitad de camino, atrapadas en la forma o en el personaje, desembocando en un perfil ecléctico y hasta conservador. Mujica lo expresa como nadie, más allá de sus aportes y méritos.

La alerta de Lenin al Congreso
También un diciembre, pero de 1922, el líder bolchevique envió una carta al Congreso del partido que lamentablemente se mantuvo oculta por parte del Comité Central hasta 1956. Entre otras cuestiones urgentes, Lenin escribe una misiva que terminaría volviéndose, con su prematura muerte a inicios de 1924, su testamento.

En ella encara nada menos que el análisis del papel negativo que podían jugar dos fuertes personalidades, Trotsky y Stalin, en la estabilidad partidaria y en el curso del proceso revolucionario. “Yo creo que lo fundamental en el problema de la estabilidad, desde este punto de vista, son tales miembros del CC como Stalin y Trotski”, afirma Lenin con especial puntería.

“El camarada Stalin, llegado a secretario general, ha concentrado en su manos un poder inmenso, y no estoy seguro de que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia”. Por otra parte, el camarada Trotski “no se distingue únicamente por dotes relevantes. Personalmente, quizá sea el hombre más capaz del actual CC, pero está demasiado ensoberbecido y se deja llevar demasiado por el aspecto puramente administrativo de los asuntos”. Categórico.

Y en una adición a la misiva, continúa: “Stalin es demasiado brusco” y agrega que tal actitud se hace intolerable en el cargo de secretario general. “Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro nombre que se diferencie de Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc.

Esta circunstancia puede parecer una pequeñez insignificante. Pero creo que, desde el punto de vista de prevenir la escisión y de lo que he escrito antes de las relaciones entre Stalin y Trotski, no es una pequeñez o se trata de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva”.

Según consta en “Los últimos días de Lenin” (de E. Carr. La revolución rusa: de Lenin a Stalin, 1917-1929, Editorial Alianza, Madrid 1981, PP.85-86), Lenin estimó necesario, después de su muerte, que “esta carta se debía poner en conocimiento del congreso ordinario del partido. Cumpliendo su voluntad, la carta se leyó a cada delegación del XIII Congreso del partido, que se reunió del 23 al 31 de mayo de 1924, pero el Congreso acordó, por unanimidad, no publicar la carta, ya que iba dirigida al Congreso y no estaba destinada para la prensa. En el Congreso siguiente solo se publicó parcialmente en un boletín.

Recién en 1956, tres años después de la muerte de Stalin, por acuerdo del CC del PCUS, las antes citadas cartas de Lenin fueron conocidas públicamente y agregadas a las Obras Completas de Lenin.

Demás está decir las vicisitudes históricas de los diferentes partidos del otrora movimiento comunista internacional en relación a la supervivencia del estalinismo en sus filas y las enormes dificultades para superarlo. Otro tanto vale para analizar críticamente el accionar de Trotsky (como su reaccionaria propuesta de militarizar los sindicatos, que Lenin supo enfrentar y denunciar) así como otras de sus posturas hasta su exilio y posterior asesinato en México a manos del emisario de Stalin, el señor que amaba a los perros, para decirlo en clave literaria, pero también política y humanística. Igualmente para el derrotero en el que derivó el llamado trotskismo, a menudo se enfrascó en poses divisionistas.

¿Y por casa cómo andamos?
Más allá de los variados dogmatismos y sectarismos imperantes por décadas, la izquierda uruguaya supo transitar caminos de análisis crítico y acciones que permitieron comenzar a superar un fenómeno de culto a la personalidad que mucho daño hizo no solo al movimiento comunista, ya que epígonos supo haber en diferentes corrientes y movimientos.

Entre otras cosas, porque no se trata de un fenómeno que pueda sepultarse con meras declaraciones, además de que el estalinismo sin Stalin sobrevivió en diferentes organizaciones, incluso no partidarias. De la misma forma que un trotskismo sin Trotsky, también le cabe al mismo estalinismo en la URSS, por el modo en que Stalin aplicó ideas de su competidor por el poder, aunque no se pueda caer en el facilísimo de equipararlos.

La unidad de acción que prologó el nacimiento del Frente Amplio fue un factor clave, no solo en el acercamiento orgánico o ideológico. La unidad en la diversidad aportó un elemento vital: siempre que algún sector, partido, corriente o movimiento cometía algún error, otros ayudaron a corregir posturas. Eso sin mencionar que la unidad no suma, sino que multiplica, como le gustaba decir a Seregni.

A la hora de impulsar nuevos e imprescindibles liderazgos tenemos el deber, individual y colectivo, de ser conscientes de la responsabilidad que implica y de la responsabilidad a exigir a quienes resulten de esa promoción. A la vez, se deben consolidar actitudes unitarias, de la misma manera que es fundamental establecer, como una ley de hierro, la obligación de no aceptar toda práctica que implique egocentrismos y personalismos que olvidan que se encuentran allí gracias a la lucha de miles y miles, así como también se deben enfrentar y extirpar machismos y micromachismos que, dado que se trata de un sistema patriarcal, permean las actitudes de hombres pero también de mujeres, curiosamente, en perjuicio de otras compañeras olvidando la sororidad tan necesaria.

Entre otras cosas, porque de lo que se trata no es de recuperar el gobierno para entronizar a nadie, muchos menos a cortes o entornos, como ya hubo, para que una elite gobierne, sino para realizar las transformaciones urgentes que la realidad requiere. Algo que no se podrá hacer con la simple sustitución de liderazgos ni con la mera repetición de lo ya hecho.

Por lo tanto, gane quien gane, es de orden hacer una buena síntesis, desterrando purgas en fórmulas presidenciales, porque nadie gana en soledad y la lucha por reconquistar el gobierno exige amplitud y profundidad, empatía y humildad, cualidades contra las que conspiran los celos, la mezquindad y el sectarismo, practique quien lo practique.

https://www.carasycaretas.com.uy/sociedad/el-testamento-lenin-y-la-izquierda-uruguaya-n69157

Deja un comentario