El Frente Amplio a la luz del Congreso

Julio Castillo
El Chasque 117
22/12/2023

La Politóloga Verónica Pérez Bentancor en entrevista realizada por La Diaria describe algunos aspectos que diferencian claramente al Frente Amplio con el Partido Colorado y el Partido Nacional. Uno de ellos, y creo el más importante, se refiere al lugar que ocupan los militantes.

En el caso particular del FA, los militantes no solamente participan de instancias electorales sino que además participan en los organismos de dirección por medio de sus representantes conjuntamente con los grupos políticos y dirigentes, diputados y senadores.

Otra característica que diferencia al FA respecto a los partidos de masas tradicionales en el mundo es que los militantes no solo hacen las tareas rutinarias, como colgar carteles, poner una mesita, hacer propaganda, ir puerta a puerta, organizar actos, sino que cumplen una función en todos los ámbitos de toma de decisiones del partido. Lo del congreso que se acaba de celebrar la semana pasada es la expresión más acabada, pero no la única, porque representantes de los militantes de base integran el Plenario, la Mesa Política y actúan producto de un proceso de deliberación en una estructura que es piramidal, donde las decisiones suben y bajan en un tránsito continuo…” (Verónica Pérez)

Su carácter dialéctico y novedoso de “movimiento y coalición de Partidos Políticos” ha permitido mantener una democracia sana, de intercambio permanente y de oxigenación de la fuerza política en tanto integrantes de la base mantiene a su vez relación o es parte de las organizaciones sociales y barriales. Esta doble actividad de alguna manera ayuda a evitar caer en la autocomplacencia y en la autoreferencia que conlleva en ver la realidad a través de las necesidades de la fuerza política y no de la sociedad.

“…pero lo que sí encontramos es que la estructura de base ha tenido mucha relevancia para evitar que, en algunos momentos críticos para un partido de izquierda, las decisiones se fueran más a la derecha. Eso es relevante para un partido en el que las bases de apoyo principales esperan decisiones de política pública de izquierda”. (Verónica Pérez)

Ahora, cuando uno estudia las mociones y las votaciones en el Plenario y en la Mesa Política, ve que la mayoría de las veces bases y sectores coinciden. Pero hay algunos temas muy importantes donde no han coincidido y la posición de las bases ha colaborado a que el partido adoptara posiciones más próximas a las de sus apoyos sociales principales”.

Podemos decir que esa relación dialéctica entre “movimiento y coalición” no está exenta de tensiones que influyen en las decisiones políticas pero que hasta ahora ha funcionado positivamente como elemento de equilibrio democrático y de sano intercambio de ideas.

Ahora, viendo esas virtudes, en donde se destaca la participación democrática de los militantes en las decisiones de la fuerza política, por otro lado no se la potencia como fuerza de cambio. Durante el período que gobernó el FA, la acción política se proyectó y se llevó adelante desde el gobierno y el Parlamento olvidando totalmente el papel de los militantes en la batalla política. Como consecuencia hubo una gran desmovilización, un repliegue de la organización política dejando espacio al avance de la derecha. Lo vemos hoy en el territorio con la pérdida de municipios que normalmente siempre fueron frenteamplistas.

Gobernar a lo Artigas
Como frenteamplistas entendemos clave y de carácter estratégico gobernar con el pueblo movilizado y en el centro de él los militantes frenteamplistas como verdadera fuerza de cambio. No podemos gobernar como los Partidos Tradicionales de derecha que convocan a sus militantes solamente cada cinco años para las elecciones y para apoyar a sus líderes. Sabemos que los verdaderos cambios en la historia la hacen las mayorías populares o por el contrario fracasan.

Somos una fuerza de izquierda y por tal somos lo nuevo, lo diferente y por tal razón debemos también gobernar diferente y eso es a lo Artigas, confiando en el pueblo movilizado, en asamblea permanente.

Solo así podremos conquistar a la mayoría del pueblo para avanzar como sociedad y provocar verdaderos cambios en nuestra historia que permitan conquistar “la pública felicidad”.

¿El Congreso fue un simple ejercicio político “pour la gallerie”?
Todos sabemos que la batalla es de ideas que confrontan y disputan la hegemonía cultural e ideológica de la sociedad. En esa lucha es muy importante el programa, el conjunto de ideas y propuestas que buscan dar respuestas a los problemas y desafíos que enfrenta la sociedad. A partir de él es posible generar hechos políticos, determinar un conjuntos de ideas que sirvan para construir contrahegemonía, un contrasentido de que tal problema es posible darle respuesta si hacemos determinada acción.

El programa del FA debe ser la artillería pesada que permite deconstruir, desmantelar lo que hasta ese momento se entiende como normal o natural y sustituirla por otra que de respuesta al problema. Para eso es fundamental tener claro para quienes somos necesarios, para quienes existimos y por ende cual es la base social de los cambios. Es decir, en función del objetivo central que propone el Programa, establecer claramente las alianzas sociales y políticas para desplazar a quienes se oponen al cambio.

Lo primero que llamó la atención fue la ausencia de un concepto clave, motivador, que colocara en perspectiva la batalla por venir. Lo único fue darle el nombre de Tabaré Vázquez en homenaje a un gran dirigente y dos veces presidente de Uruguay.

En el llamado al congreso no se propuso una acción política ni generar un hecho político. El concepto “Por Uruguay” es tan genérico que perfectamente lo puede decir el Partido Nacional, Cabildo Abierto o Un Solo Uruguay. Además de ser algo obvio y no define nada. No hay un llamado a los uruguayos a posicionarse de un lado o del otro. Por ejemplo en el 71 “Orientales al Frente, la Patria te llama” “Hermano no te vayas ha nacido una esperanza” y así podríamos nombrar otras.

En este caso nada de eso existió. Ni siquiera pensando en la batalla electoral que ya se viene.

Junto con la ausencia de una consigna, un concepto que ayude a poner determinada idea en el centro de la escena política se suma, según lo trascendido en los medios, el hecho de que el programa que se votó no propone grandes definiciones, con el objetivo de dejar espacio de maniobra a las cuatros candidaturas. De ser así no se entiende para qué se realizó el Congreso. Si el programa que se votó no implica un mandato y compromiso para los candidatos entonces de nada sirve todo lo realizado hasta la fecha.

Los candidatos deben saber que están sometidos a la voluntad popular y que deberán responder frente a los frenteamplistas y el pueblo uruguayo el desviarse o alejarse del compromiso acordado libremente.

Ocultar la lucha de clases es no poner sobre la mesa lo que se juega verdaderamente.
Visto el resumen que publicó el FA luego del cierre del Congreso no surge con claridad, más allá de los “dos proyectos”, quienes son los que se oponen a la “pública felicidad”. En definitiva se elude o mejor dicho se oculta la lucha de clases. Solamente se habla de los “malla oro” y en realidad no es una categoría ni aclara en la cabeza de la gente quienes son desde el punto de vista de clases. Se habla del 1% más rico, ¿pero quiénes son?.

Tampoco queda claro que Uruguay queremos construir, más allá de definiciones de buena voluntad. En el resumen hay un exceso de diagnóstico y lo que habría que hacer, pero sin grandes afirmaciones y definiciones. En realidad se señala la agudización de algunos parámetros, vaya a saber por qué o por mala gestión y no por una visión ideológica o contenido de clase.

Ya se sabe que los partidos políticos de izquierda o progresistas no pueden regular o controlar los daños que provoca el capitalismo. Hasta la fecha todo intento de hacerlo “más humano” ha fracasado.

Vista esta realidad en el documento de resumen no hay una caracterización del sistema capitalista como responsable directo de la crisis que vivimos aquí y a nivel mundial, el riesgo real en que se encuentra la humanidad fruto de las guerras y la permanente destrucción del medio ambiente. El avance de la ultraderecha y los nuevos fascismos como expresión de esa crisis pone en manos del Frente Amplio la responsabilidad de la defensa y profundización de la democracia ya que los partidos tradicionales no representan aquella vieja burguesía nacional democrática, hoy en riesgo de extinción frente al avance del capital financiero y las corporaciones extranjeras que concentran en sus manos la producción nacional.

No es ocultando ni eludiendo determinadas definiciones, ni evitando la batalla ideológica que vamos a lograr avanzar. No podemos ocultarle al pueblo las verdaderas contradicciones ni lo que está en juego.

En resumen
La única garantía para frenar todo intento de surgimiento de la ultraderecha o fascismo es convocar a la más amplia unidad democrática popular, dando la batalla ideológica y política con el pueblo movilizado para determinar su propio destino, desplazando así a los sectores retrógrados, limitando la concentración de la producción y de la riqueza, impulsando la propiedad social en sus múltiples formas para avanzar en un verdadero desarrollo productivo nacional que permita alcanzar la “pública felicidad”.

Deja un comentario