Carta abierta sobre educación al Senador Javier García
José Luis corbo
“No hay excusa para la maldad; pero el que es malo, si lo sabe, tiene algún mérito; el vicio más irreparable es el de hacer el mal por tontería” (Baudelaire, 1935)
El Chasque 143
21/06/2024
Estimado Dr. García:
Desde hace varios dias, tal vez como castigo ante mi manifiesta jactancia sobre una supuesta inmunidad a la proliferación de los juegos de campaña, resuenan en mi cabeza pequeños mensajes de los que no he logrado despojarme. Bajo el liderazgo absoluto del agravio frecuente, burdo y escaso de contenido, el ejercicio de blindarse parece ser el más sano. Sobre todo, cuando la cosa viene en caída. Sin embargo, para el caso, le confieso que no lo vengo logrando.
El ejercicio venía bien hasta que he esuchado su spot publicitario. En el mismo, usted manifiesta la importancia de alejar de la educación a aquellos docentes que llenaron de política nuestras aulas. Son palabras muertas para el médico que las expresa, pero resuenan como balas para el docente que las escucha.
Por tan sentido, y ante la falta de contenido y lo peligroso de sus expresiones, sumado a mi incapacidad de responder a los agravios en pocas líneas, me siento a escribirle una modesta carta que, lejos de aspirar a la oscuridad de su mesa de luz, se propone abrir los ojos de aquellos que, cegados por la carga idelógica que subyace a sus discursos, aplauden ilusos la vaciedad de las palabras.
Para realizar este pequeño ejercicio debo, ante todo, apelar a algunas aclaraciones que construirán el dispositivo de lectura del contexto en el que se enmarca su texto. Porque, como bien expresa la hermenéutica, no hay texto sin contexto.
En primer lugar, entiendo que cuando habla de “cargar de política nuestras aulas” quiso decir de ideología. De no ser así tiene un problema, porque no hay educación sin política. Pero respeto, Dr. García, que no haya leído esos aburridos libros que hablan de educación. Difícil leer ciencias sociales para los que vienen de las ciencias duras y más difícil aún entender las sociedades bajo los postulados epistemológicos del positivismo. Entiendo que, dadas esas limitaciones de corte teórico, para usted política es ideología e ideología es izquierda. No creo equivocarme en esta suerte de inferencias con las que juego.
Asumiendo entonces que su referencia es sobre la ideología y que, para usted, política e ideología son la misma cosa, voy a caer en la necedad de manejar el mismo nivel de su discurso. Necesito, para esto, explicarle algunas cosas que, seguramente, no vienen ni en Rouviere ni en Latarjet, y es por eso tal vez por la única razón que podría llegar a comprenderlo.
Voy a comenzar apelando a algunas consideraciones que traía hace pocos días a una charla con colegas, dialogando sobre cuestiones en principio similares. Como bien nos dice Zizek, es difícil llegar a una definición genérica de ideología y es muchísimo lo que la práctica ideológica supone:
La palabra ideología puede designar cualquier cosa, desde una actitud contemplativa que desconoce su dependencia de la realidad social, hasta un conjunto de creencias orientadas a la acción, desde el medio indispensable en que los individuos viven sus relaciones con una estructura social hasta las ideas falsas que legitiman un poder político dominante. (2003: 10).
Asumo, García, que tampoco ha leído usted a Zizek, a quien probablemente considere por oídas un filósofo de izqueirdas. Creo saber también que al mismo nivel ha leído el resto de la filosofía política que sus cánones reaccionarios estilan poner la etiqueta de izquierda. Por tal motivo, paso a explicarle. La idelogía es tanto ignorancia que oculta como conocimiento que desoculta. Es hacer sin saber por qué hacer y decir sin saber por qué decir, tanto como texto de acción política transformadora. Por tanto, son sujetos de ideología tanto los sujetos de la reproducción, los sujetos sujetados de la muerte del sujeto en Foucault, como los sujetos revolucionarios que construyen su corpus teórico para intervenir sobre las injusticias del mundo material.
¿Entiende entonces García, que estamos en un problema? Es imposible salir de la ideología sin caer en ella, simplemente porque el mismísimo mensaje anti político-ideológico del que usted se embandera es, ante todo, ideológico. Fíjese usted que cuando Jackson (1967) acuña la idea de curriculum oculto, referia a que toda práctica educativa trasciende la dimensión de lo explítico reproduciendo desde su propia acción elementos encubiertos, ideologías. Y acá tenemos un problemas estimado doctor. A Jackson usted no puede etiquetarlo como radical de izquierdas. Justamente porque si hay algo que ha caracterizado la dilatada trayectoria de este blando intelectul es, la mediocridad de su tibieza.
Dicho esto, de más está decir que las formas de hacer política que usted defiende son y han sido las abanderadas de la ideología y de la reproducción deliberada de desigualdad desde las aulas, manejando las escuelas a su antojo, jugando con los aparatos ideológicos del Estado como han sabido hacerlo todos y cada uno de los gobiernos alineados al conservadurismo de nuestro país:
En otras palabras, la escuela (y también otras instituciones del Estado, como la Iglesia, y otros aparatos como el Ejército) enseña ciertos tipos de “saber hacer”, pero de manera que aseguren el sometimiento a la ideología dominante o el dominio de su “práctica”. Todos los agentes de la producción, la explotación y la represión, sin hablar de los “profesionales de la ideología”, deben estar, de un modo u otro, “penetrados” por esta ideología para asumir “concientemente” su tarea, sea de explotados (los proletarios), de explotadores (los capitalistas), sea de auxiliares de la explotación (los cuadros), sea de sumo sacerdotes de la ideología dominante (sus “funcionarios”), etcétera. (Althusser, 2016: 107)
Fíjese usted, García, qué claro lo expresaba Althusser. Tan claro que yo podría -e intentaré hacerlo-, traducir su spot para que no cause tanto daño a los oídos en los docentes que usted detesta. Su spot expresa, desde lo encubierto de sus palabras, que hay que sacar de las aulas la educación que descubre para volver a instalar en ellas la educación que cubre, la vieja ideología que esconde, la acción cosificante con la que usted plenamente acuerda. Usted no propone jamás salir de la ideología porque, como expresamos, esa tarea no es posible. Lo que usted plantea no es otra cosa que salir entrando, aunque cueste familiarizarse con la riqueza del juego de palabras. Discúlpeme por explicarle el texto de Althusser, pero es que asumí también, al igual que con los antes referidos, que usted tampoco maneja los conceptos del autor.
Fíjese además, estimado Doctor, la referencia del autor a “ciertos tipos de saber hacer”, porque tal vez le suena algo de la reforma que su adorada coalición viene implementando, el más grande proceso ideologizante en niños y docentes de las últimas décadas sin ningún tipo de dudas. Vea también que la ideologia debe “penetrar” a los agentes de producción sea cual sea su rol, y vea si no es eso lo que la coalición viene haciendo con el bombardeo permanente a nuestros colegas docentes, todo sostenido bajo la permanente amenza de la represión. Es probable que esto no lo haya visto, tal vez vuelan demasido alto sus Hércules para que usted, desde ahí arriba, pueda ver lo que hacemos los que estamos abajo, los que no encontramos mejor opción que trabajar en el barro.
Mi consejo, Dr. García, es que tenga presente que las palabras son peligrosas. No sólo por lo que representan sino porque además tienen la capacidad de exponer al que se atreva a jugar con ellas. Evite manifestarse sobre lo que no sabe, así como los docentes intentaremos evitar hablar de Medicina.
Saludos cordiales.
