Laos: diario de viaje de una República Democrática Popular

Por Eric A. Gordon
People’s World – 2024

Traducción al español: Gonzalo Scarpa Landoni
El Chasque
25/06/2024

Cinco noches en la República Democrática Popular de Laos no me convierten en un experto en Laos, uno de los pocos países del mundo gobernados por el Partido Comunista, y uno sobre el que los lectores rara vez escuchan algo. Pero el mes pasado tuve la oportunidad de visitar dos ciudades en Laos, la vieja capital, Luang Prabang y la nueva capital, Vientián, además de unas pequeñas aldeas en los alrededores, en un viaje en el que también se destacaron los «Antiguos Reinos» de Tailandia, Camboya y Vietnam.

Había viajado con Overseas Adventure Travel en 2019 en una gira de tres semanas por Vietnam y confiaba en que con OAT de nuevo conocería lugares y personas más allá de las delicias turísticas de las cenas gourmet, las maravillas arquitectónicas, las agradables playas, las vistas y los cócteles.

Laos es un país interior sin salida al mar , algo más chico que el estado de Oregón, largo, estrecho y mayoritariamente montañoso, enclavado a lo largo de las fronteras occidentales de Vietnam. Laos también comparte fronteras con Myanmar, Camboya, China y Tailandia. Una característica común de todas estas naciones es el majestuoso y vigorizante río Mekong. Al norte del país, el cual no visitamos, se encuentra el famoso «Triángulo Dorado», un puesto fronterizo famoso por el tráfico ilegal de drogas, armas y personas, que fue una vez el lugar de donde venían las hierbas tóxicas que los soldados estadounidenses consumían en grandes dosis durante la Guerra de Vietnam. Esta zona a lo largo del Mekong, en la confluencia de Laos con Tailandia y Myanmar, es ahora igualmente famosa por sus casinos, propiedad de un acaudalado empresario chino.

La geografía del país determinó en gran medida su lugar en el mundo. Sin llanuras apropiadas para plantaciones agrícolas a gran escala, los franceses fueron incapaces de explotar a su gente ni extraer recursos valiosos al punto en que lo hicieron en Vietnam y en otras de sus colonias. La pequeña población se repartía por sus alturas y valles, con

unos 50 grupos étnicos oficialmente reconocidos y más de 80 lenguas, y las pocas carreteras que habían hacían que los viajes largos fueran algo raro y engorroso. Los franceses reconocieron a la familia real laosiana.

Laos fue uno de los tres países que formaban parte de lo que en un momento se conocía como la Indochina francesa, junto con Camboya y Vietnam. Los tres habían sido ocupados por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, y luego los franceses, con ayuda estadounidense, intentaron recolonizarlos. Fueron rotundamente derrotados por los comunistas de Ho Chi Minh en la Batalla de Dien Bien Phu en 1954.

La larga lucha de reunificación nacional en Vietnam bajo el liderazgo comunista llamó la atención del imperialismo estadounidense a partir de la administración de Eisenhower. Eventualmente, Estados Unidos lanzó más bombas en los países del sudeste asiático durante la llamada Guerra de Vietnam (los vietnamitas la llaman Guerra estadounidense) que los aliados durante toda la Segunda Guerra Mundial.

En un intento por eludir la detección estadounidense, los vietnamitas establecieron rutas de suministro de materiales y tropas fuera de Vietnam─la famosa «Ruta de Ho Chi Minh», que discurría a lo largo de las fronteras con Laos y Camboya. Pero Estados Unidos la descubrió y pronto también comenzó a bombardear Laos y Camboya, que no participaban en la guerra. Los laosianos llaman a esto la «Guerra Secreta», porque la administración de Nixon ocultó sus acciones allí durante tanto tiempo como pudo. Cuando en mayo de 1970 se supo que Nixon también estaba bombardeando Camboya, los campus universitarios y ciudades de todo Estados Unidos estallaron de rabia.

A principios de 1975, Estados Unidos y sus regímenes títeres cayeron tanto en Vietnam como en Camboya. En Laos, el rey Sisavang Vatthana, apoyado por Estados Unidos, abdicó su trono el 2 de diciembre, y el Ejército de Liberación Nacional Popular de Laos entró en Vientián. Mientras otros miembros de la familia real escapaban, el rey, la reina y el príncipe heredero de la corona fueron enviados a un «campo de reeducación» y murieron; sus tumbas sin nombre. Desde entonces, el palacio real en Vientián ha sido restaurado como destino turístico.

Caracterizando a Laos hoy

¿Qué tipo de país heredó el Partido Revolucionario Popular de Laos─el Partido Comunista─en 1975?

En primer lugar, tanto el Partido vietnamita como el laosiano tenían un perfil más soviético que maoísta o chino, por lo que no hubo «Revolución Cultural» como en China, que se propusiera destruir la cultura antigua o los sitios religiosos, o diezmar cualquier clase urbana, culta que tuviese el país (los Jemeres Rojos maoístas tomaron ese camino más tarde en Camboya).

En los primeros años posteriores a 1975, el Partido laosiano, dirigido por el secretario general Kaysone Phomvihane, siguió la línea soviética de empresa estatal. Pero una décima parte de la población había sido asesinada en las guerras imperialistas y antimonárquicas, con quizás otra quinta parte severamente herida y discapacitada. Quizás la mitad de la población había sido desplazada de sus aldeas por la guerra. Sólo una cuarta parte de la población sabía leer y escribir, y los explosivos sin detonar hicieron el regreso a la vida normal imposible o por lo menos peligroso. Los granjeros y los niños podían perder una extremidad, la vista o la vida en el siguiente paso.

Laos era casi en su totalidad una sociedad de subsistencia agrícola, escasamente poblada (sólo tres millones, más o menos, después de la guerra). Incluso apenas existía una economía capitalista, prácticamente sin infraestructura. ¿Cómo construir el socialismo bajo tales condiciones de severo subdesarrollo y recuperación de la guerra?

Le llevó otra media docena de años al PRPL cambiar el curso, adoptando un sistema de «mecanismo de mercado con gestión estatal». Para que el país y su gente pudieran prosperar, necesitaban urbanizarse e industrializarse. Para poder trabajar, estudiar, tener asistencia sanitaria y escapar de los campos devastados e infestados con minas por la guerra, sería necesario reubicar a la población en aldeas, pueblos y ciudades gobernables. Muchas veces, en nuestras conversaciones con informantes laosianos, escuchamos sus historias de reubicación en zonas con mejor tierra, mejor acceso al transporte y mejor potencial para una vida digna, incluso en algunos casos limpiar zonas pintorescas para convertirlas en parques naturales nacionales. Las indemnizaciones por las viviendas y las tierras perdidas fueron

Con el paso del tiempo, la población creció hasta unos 7.5 millones en la actualidad. La tasa de pobreza que en 1975 era del 50%, ahora es del 18%. Y ahora Laos tiene una tasa de alfabetización del 84%. Según algunas mediciones, Laos está entre las economías de más rápido crecimiento de la región, ayudada por importantes instalaciones hidroeléctricas y por un mercado turístico acentuado.

La influencia del vecino, China, es fuerte y penetrante. Fue como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de esta superpotencia, que en 2021 se inauguró el ferrocarril de alta velocidad de 414 km que va desde Boten hasta Vientián, recorriendo la frontera norte con China a través de Luang Prabang (en donde nos embarcamos) hasta Vientián. Semejante avance en infraestructura ahorra días de viaje en este escarpado país, atravesando en túnel las montañas que antes obstaculizaban las rutas, facilitando el movimiento de personas y mercancías desde China hasta el corazón del sudeste de Asia.

Pero se trata de una sociedad mayoritariamente agrícola. La agricultura representa el 51% del PBI, con cuatro de cada cinco personas dedicadas a esta. La mayor parte de la tierra es de propiedad privada (la colectivización parece nunca haberse instaurado aquí), y la mayoría de la gente tiene casa propia. Pero a medida que los precios suben en las ciudades, muchas personas se quedan con sus padres incluso después de casarse. El gobierno aún no ha hecho de la educación pública algo totalmente gratuito, aunque hay subsidios para los más pobres. Los agricultores cosechan arroz y otros cultivos, quizás plantan un árbol de teca con el cual ganar dinero para pagar la escuela y mantener a sus familias.

En una sociedad así, el creciente número de personas con educación superior, algunos formados en el extranjero, no necesariamente encuentran un empleo adecuado. Alrededor del 85% de las empresas son privadas, pero sólo una cuarta parte de estas pertenecen a inversores laosianos locales. Un 52% de los productos que se venden en Laos se importan de Tailandia.

Escuchamos historias de egresados a los que se les pedía que fueran «voluntarios» a prueba durante 10 años antes de ser oficialmente contratados, pero después de los 32 años, más o menos, si nunca has trabajado, probablemente nunca te contraten. Algunos jóvenes laosianos con formación encuentran trabajo en el extranjero.

En cuanto a las libertades de pensamiento y expresión en general, vimos que está prohibido hablar sobre política o sobre la familia real en público. Los laosianos deben tener cuidado con lo que dicen. No nos sorprendió que algunas de las respuestas a nuestras preguntas parecían evasivas o incompletas. En una escuela, por ejemplo, alguien preguntó cómo se transmitían los valores y las ideas comunistas a los niños. Lo único que nos dieron fue una vaga respuesta diciendo que los profesores siguen un plan de estudios establecido. Oímos algunas quejas

sobre los dirigentes del gobierno que viven en enormes mansiones, sobre corrupción y sobre la toma de decisiones distante, a altos niveles. Como era de esperar, Laos no tiene lo que podría llamarse una prensa viva e independiente.

A diferencia de otros países socialistas que he visitado, noté escasa propaganda en la vía pública. En nuestra primera parada en Laos, Luang Prabang, solamente vi la bandera con la hoz y el martillo ocasionalmente, casi siempre como una declaración personal. En una excursión en barco que hicimos por el río Mekong para visitar una venerada cueva budista, de las docenas de barcos que había, solamente vi uno o dos que llevaban la bandera.

En una aldea en la que conocimos al alcalde y otros funcionarios, nos enteramos de que para postularse en una elección hay que ser miembro del Partido Comunista, aunque de los 600 habitantes de la aldea, solamente 15 eran miembros del Partido.

El majestuosoMekong

El efecto principal de la política china en Laos afecta al río Mekong de 4.345 km de longitud, que nace en China, recorre más de 804 km en Laos, atraviesa Camboya y desciende por el delta en Vietnam, desembocando en el mar del sur de China. El Mekong es el decimosegundo río más largo del mundo y el tercero más largo de Asia. Las 90 millones de personas que viven a lo largo del río se dedican a la pesca y a la agricultura, para la cual el río proporciona riego. Las lanchas, algunas de ellas casas flotantes, llevan mercancías y personas, subiendo y bajando por el río a todas horas.

En la década de 1890, las autoridades francesas determinaron inteligentemente las fronteras de su colonia en Laos, comprendiendo tanto la orilla oriental como a la orilla occidental del Mekong, lo que hasta la actualidad sigue sin permitir a Tailandia decidir sobre el uso de las aguas del Mekong al oeste. Laos mantiene la zona oeste como un área protegida en donde está prohibida la tala de madera. Quedan pocos árboles de caoba, principal producto de exportación en el pasado, junto con el ébano, el palo de rosa y la teca.

En el tramo superior del Mekong, los chinos ya han construido 11 represas. Río abajo, otras 11 están previstas, 3 de ellas ya están en uso. El principal objetivo de las represas es crear energía hidroeléctrica.

La represa que se encuentra en Laos constituye la principal industria del país, superando al turismo, la minería de oro y la agricultura. Con un sector industrial aún tan subdesarrollado, Laos exporta el 95% de la energía hidroeléctrica que produce.

Las represas no necesariamente impiden el tráfico fluvial, al menos no del todo, ya que las esclusas permiten que los barcos y los peces pasen de un nivel a otro.

Pero como en cualquier otra parte del mundo, las represas también presentan problemas. Controlar el caudal hace que el río se vaya secando cada año. Recuerda a un problema similar con el Mississippi. Debido a la sequía y al calentamiento global, el agua oceánica en ambos sistemas fluviales se desliza gradualmente hacia el delta debido al bajo flujo del río, poniendo en peligro el suministro de agua y la agricultura río abajo.

Y construir las represas en primer lugar implica reubicar ciertas aldeas. La represa cerca de Luang Prabang tiene 820 m de ancho y 30 m de alto, un impacto bastante grande. No siempre se ofrecía la compensación adecuada, pero los residentes se veían obligados a aceptarla. Si no podían adquirir tierras en las zonas a las que habían sido asignados, no había trabajo para ellos, así que algunos terminaron yéndose a trabajar a Tailandia u otros lugares.

Por último, las represas pertenecen a empresas extranjeras por un período de 20 o 30 años, luego del cual pasan a ser de Laos. La primera se terminó en 2019 y es considerada una de las represas más modernas del mundo, con tecnología australiana, a un costo de 3.800 millones de dólares. China es el mayor inversor en Laos, pero a los laosianos les preocupa pedir prestado tanto dinero que eventualmente tendrán que devolver, más intereses.

Antes de continuar, debería señalar que represas similares, en Estados Unidos, por ejemplo, también han sido construidas sin mucha consulta con los locales, también implicando reubicación y provocando daños ecológicos imprevistos. Algunas incluso están siendo desarmadas ahora. Así que deberíamos ser cuidadosos dónde señalamos con el dedo.

Algunas reflexiones sobre el budismo en un país comunista

Nuestro grupo visitó la antigua capital Luang Prabang, patrimonio de la UNESCO, agradablemente situada junto al Mekong. La designación de la ONU es un beneficio para atraer turistas, pero al mismo tiempo impone límites a la construcción, las mejoras e incluso la construcción de puentes sobre el ancho del río. Pero a la gente que vive aquí le gusta el encanto histórico, como el Williamsburg de la época colonial de Virginia.

Una mañana, como actividad opcional para nuestro grupo, nos levantamos a las 5 para ir a dar limosnas a los monjes y novicios. En la tranquila oscuridad previa al amanecer, nos sentamos en unos bancos bajos al lado de la vereda, afuera de un templo, y esperamos que cientos de monjes descalzos desfilasen, solemnes, en silencio, en fila india por la calle, vestidos con sus tradicionales batas naranjas. Nos dieron una faja a cada uno para que vistiéramos cruzada en el pecho, señal de buenas intenciones. Cada uno sostenía un tazón con alrededor

de un cuarto kilo de arroz, y a medida que los monjes pasaban, tomábamos un pequeño puñado para dejarlo en sus tazones grandes. Estas limosnas serían su comida del día, ofrendas que aceptaban sin preguntarnos a nosotros, que en definitiva éramos unos completos extraños, sin el menor pensamiento sobre la limpieza de nuestras manos. Los lugareños acostumbran a ayudar diariamente a los monjes del templo, apreciando el aprendizaje y la sabiduría que allí se cultiva. Es una fuente de calma y continuidad para los habitantes de la ciudad cada mañana.

¡Qué manifestación de confianza y benevolencia en la sociedad, de humildad y buen karma! Incluso, podríamos decir, «¿De cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad?». En Luang Prabang hay más monjes que en el resto del país, quizás porque fue aquí donde se introdujo el budismo, y había sido la sede real y la capital. En los países budistas, muchos dirigentes del gobierno son budistas. Muchos laosianos han pasado por períodos de semanas, meses o años como monjes, a diferencia de la suposición cristiana que espera que el estilo de vida recluido sea un compromiso de por vida.

El PRPL mantiene una política de armonía religiosa en lugar de forzar el ateísmo. El budismo no es visto tanto como una religión, sino como una filosofía, una práctica que no contradice la ideología comunista. Los funcionarios del gobierno a veces piden consejos a los monjes. (¡El Dalai Lama hace unos años afirmó ser marxista!). Quizás, como en otras sociedades con sistemas muy diferentes, se asume que lo que el gobierno no provee, la caridad comunitaria religiosa lo hará. Y quizás, como en otros sistemas, el gobierno se complace en tolerar, o incluso promover, la construcción de un sistema de creencias que favorezca gestos de humildad, aceptación y gracia.

Otra visita que algunos de nosotros hicimos fue a un proyecto muy creativo llamado Gran Hermano Ratón. Es un centro lleno de libros, al que puede ir cualquiera, sobre todo jóvenes, y al que los turistas van para que ellos puedan practicar inglés. El dominio del inglés se considera una prioridad para el progreso y para el bienestar futuro. Conocí a un joven y empezamos a conversar. Le pregunté su edad. «25 o 26» me respondió. No sabe su edad exacta porque cuando nació, hijo de padres Hmong del campo, no había sistema de registro de nacimientos. Sólo más tarde, cuando los bebés empezaron a nacer en hospitales, se expedía una partida de nacimiento.

Nunca ha salido de Laos, y se calcula que el 90% de la población nunca salió del país, aunque no hay restricciones legales para salir o entrar del mismo. Su objetivo es ser guía una vez que tenga un mejor nivel de inglés. Hablante nativo de Hmong , dice tener un 75-80% de fluidez en laosiano, ya que frecuentemente encuentra palabras que no conoce. Viene de una familia de 11 hijos, con ambos padres analfabetos. De niño, se hizo monje por un tiempo, principalmente para obtener una educación rudimentaria, aunque no es budista, es animista. Quiere ir a Estados Unidos algún día. Vivió cerca de Vientián durante un par de años, pero prefiere Luang Prabang, donde hay menos presión y es más tranquilo. También está estudiando chino, porque los principales grupos de turistas en Laos son chinos, franceses y estadounidenses. Conversando con otros laosianos, me enteré de que la mayoría nunca habían salido del país, incluido nuestro guía local.

El Centro de Artes Tradicionales y Etnología (TAEC por su sigla en inglés) compacto y mantenido con mucho cariño, cuenta con exposiciones de vestidos y artesanías étnicas regionales de todo Laos, cada grupo con sus diseños distintivos, típico de un país montañosos

En las escuelas nos enteramos de que el laosiano es la lengua de enseñanza estándar, pero se le presta especial atención, en casi todo el país, a los alumnos que hablan otras lenguas en sus hogares.

En la escuela primaria Thinkeo, cerca de Luang Prabang. Los niños cantan “Old MacDonald” como regalo para sus visitantes | Eric A. Gordon / PW

Hacia la capital

Nuestro valiente guía, Mai (a quien conocimos en Bangkok, nuestra primer parada del viaje) nos insinuó que Luang Prabang era la joya de Laos y que el principal motivo por el cual estábamos visitando Vientián, la capital, era para que nadie se preguntara que nos podíamos perder. Con 600.000 residentes y en crecimiento, es la capital comercial, económica y política de Laos. Aquí uno puede ver más edificios gubernamentales, y en ellos, se ven más banderas con la hoz y el martillo del Partido gobernante.

Algo destacado es el museo de la familia real, en el palacio en donde se habían planificado la última coronación de 1975 que nunca sucedió. Es más que un homenaje a una familia, ya que cuenta con intrincados mosaicos de vidrio que ilustran episodios de la vida laosiana y una serie de tablillas de piedra que ilustran la evolución de la escritura laosiana, remontándose hasta 1170 en su forma antigua. El laosianos está estrechamente relacionado con el tailandés y se entienden mutuamente. De hecho, Laos también acepta el baht tailandés como moneda; y por supuesto, en todos lados, el dólar estadounidense─crocante y limpio, preferiblemente─es bienvenido.

En las vitrinas se exponen fotos y recuerdos, junto con regalos que los embajadores y visitantes han hecho al rey. Uno que llamó mi atención fue un fragmento de roca lunar en una placa, un regalo de Estados Unidos, «como símbolo de la unidad del esfuerzo humano que lleva consigo la esperanza del pueblo estadounidense por un mundo en paz», firmado por Richard Nixon, 1973, año en que su bombardeo aéreo sobre Laos aún estaba en proceso.

Cuando nos íbamos, le pregunté a nuestro guía local, «¿Cómo puede ser que en este país comunista la familia real sea tratada con tanto respeto, sin referencias a su riqueza, explotación y tierras feudales?». Me pareció que su respuesta (parafraseada) fue serena y casi espiritual. «No se ataca a la familia real porque aún queda gente que la admira. Pero al convertirlos en una especie de figuras políticas neutrales, consideran que en una generación o dos se perderán en el pasado y nadie se preocupará mucho por ellos. Mientras tanto, muchos turistas quieren visitar el lugar».

Sanar

En la zona de la capital está COPE (Empresa de Prótesis y Ortésica Cooperativa). Desde 1972, más de 20.000 civiles han sido heridos o asesinados por explosivos no detonados, así que COPE se fundó para proporcionar prótesis y rehabilitación física para los supervivientes, y educar a los visitantes sobre está crisis continua. De los más de 270 millones de bombas lanzadas por los imperialistas sobre el pueblo laosiano, apenas el 30%─aprox. 81 millones─fallaron en detonar. De estas, sólo un pequeño porcentaje se ha limpiado.

Tan omnipresente fue la campaña de bombardeo estadounidense en la región, que se pueden encontrar piezas de bombas desactivadas o reutilizadas en los lugares más insospechados: muros de contención, canoas, macetas, topes de puertas, artesanías, cubiertos o incluso como soportes de carga para casas de estilo tradicional laosiano, construidas sobre pilotes de madera.

La mayoría de estas municiones restantes están enterradas debajo de las casas de la gente o en las tierras de cultivo. Dado que la economía es en gran medida agrícola, decenas de miles de agricultores y sus familias enfrentan un riesgo considerable cada vez que trabajan en el campo.

Incluso mientras los bombarderos atacaban Laos buscando rastros de la ruta de Ho Chi Minh, el resto del país se volvió un vertedero para los aviones estadounidenses que regresaban a sus bases en Tailandia. No era seguro aterrizar con la carga explosiva aún abordo, así que sencillamente se vaciaba en Laos antes de que los pilotos cruzaran a Tailandia. Los aviones también dispersaban agente naranja sobre la tierra, para despejar la vegetación y que los rastros de la ruta de Ho Chi Minh pudieran verse mejor, pero con horribles consecuencias, tanto en deformaciones de nacimiento de animales como de humanos desde entonces.

Aunque muchas naciones y entidades privadas han prestado apoyo a COPE a lo largo de los años, el Reino Unido ha sido el financiador más fiable. El filme proyectado sobre el centro y su trabajo, con historias de personas que sobrevivieron a los bombardeos, ¡fue producido por el Departamento de Estado de los Estados Unidos! Cuando leí eso, pensé, por dios, ¡deberían utilizar hasta el último dólar para financiar el centro entero y todas sus oficinas en el país con tratamiento y equipamiento!

Conocimos a Tuma, nacido en 1950, un parapléjico de la guerra. «Luché en el bando real en la guerra civil de 1968-73, con apoyo de la CIA. Después de meses de entrenamiento, yo y mis 15 amigos fuimos enviados al frente de guerra. Alguien pisó una mina y sólo yo sobreviví. Quedé inconsciente, y cuando desperté, me informaron que habían muerto todos y que yo había perdido ambas piernas». Desde entonces,

Tuma ha gastado más de una docena de prótesis. Durante 20 años utilizó muletas para desplazarse, pero ahora tiene mejor movilidad con su silla de ruedas eléctrica.

Aunque había sido monárquico, no fue enviado a campos de reeducación al final de la guerra, tanto por su discapacidad como por no ser un oficial de alto rango. Otros que conoció, fueron obligados a ir, y algunos lograron irse del país. Más tarde, en el año 2000, conoció y se casó con una compañera discapacitada, ciega y con una pierna, y tienen una hija.

Uno de los miembros de nuestro grupo le preguntó si pensaba que Estados Unidos le debía reparaciones al pueblo laosiano. Quizás fue una parte de su budismo interior el que respondió, «El pasado es el pasado. Nuestra principal preocupación ahora es mantener la paz y la amistad con todos los pueblos».

El año que viene hará medio siglo desde la independencia de Laos del imperialismo. Por mucho que el país aún tenga que avanzar en términos de difundir los beneficios del socialismo a todo su pueblo, se le debe reconocer el mérito por lo que ya ha conseguido bajo las condiciones más duras. Algunos en nuestro grupo se preguntaban, ¿Y si hubiese ganado Estados Unidos? ¿Serían Laos, Vietnam o Camboya algo así como Taiwán o Corea del Sur ahora? Ese podría ser otro artículo…

*Editor Cultural de People’s World, escribió una biografía sobre el compositor radical estadounidense Marc Blitzstein y fue co-autor de la autobiografía del compositor Earl Robinson. Ha recibido numerosos premios por sus escritos en People’s World de parte de la International Labor Communications Association. Ha traducido del portugués los nueve libros de ficción de Manuel Tiago (pseudónimo de Álcaro Cunhal), disponibles en International Publishers NY

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