Julio Castillo
El Chasque
30/08/2024
América Latina es ese lugar en el mundo donde lo real y lo mágico conviven y se unen. Esa idea espiritual de lo americano fue descrita por el gran escritor cubano, Alejo Carpentier, como «lo real maravilloso» (si bien, algunos críticos, dicen que no es lo mismo al realismo mágico)en la introducción a su novela “El reino de este mundo”.
Crisol cultural a partir del descubrimiento del “nuevo continente” por occidente, trajo un interminable ejército de aventureros europeos obsesionados por el oro y con la voracidad exacerbada por la leyenda de un lugar llamado El Dorado, llegaron a las costas blandiendo la espada, la cruz y esparciendo el virus de la viruela para hacerse de las personas y las riquezas naturales de estas tierras.
En las Venas Abiertas, Galeano describe de forma magistral, el violento y doloroso despojo realizado por los conquistadores y que hoy, para desgracia de los pueblos latinoamericanos, sigue en curso.
“Es América Latina la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humano”
Probablemente muchos vieron AVATAR, una superproducción fílmica creada y dirigida por James Cameron que dio a luz en 2009. Supuestamente de “ciencia ficción” ubicada en el año 2154. Relata la invasión por parte de un ejército de humanos a Pandora, una luna paradisíaca perteneciente al planeta Polifemo, habitada por una especie humanoide que se ve obligada a resistir y luchar para defender su existencia y evitar que los invasores se hagan de un mineral estratégico necesario para resolver los problemas energéticos de la Tierra. Algo así como el litio hoy, el petróleo ayer.
En realidad esta película mágica cuenta lo que sucedió a partir del 12 de octubre de 1492 y a lo que trágicamente hoy sigue sucediendo de la mano del capital, del imperialismo y en nombre de la libertad y la democracia.
Hace millones de años atrás, América del Sur y África estaban unidas, testigo de ello son las rocas talladas por el mar en la costa de La Pedrera (Rocha- Uruguay) hermanas de las existentes en Sudáfrica. La expansión del mundo occidental hacia estos lares trajo a su vez aquello que algún tiempo atrás fue parte de lo mismo; a través de uno de los actos más brutales cometidos por la codicia, precursor y engendro de la era capitalista: la esclavitud de miles de africanos de la ribera occidental de África para trabajar en las plantaciones de azúcar en Haití, en los algodonares de la Luisiana española, en las minas de oro y plata en el Potosí, en Colombia o simplemente como siervos. Fue así que se acumularon grandes riquezas creando parte del capital originario para desarrollar una gran burguesía europea y un sistema, que más allá de la opinión de Gabriel Oddone en defensa del capitalismo, ha sido hasta la fecha el más brutal de los sistemas económicos creados por la civilización humana.
América Latina es entonces un lugar donde la naturaleza es mágica, sensual, de tal magnitud que cuando André Masson quiso dibujar la selva de la isla de Martinica, con el increíble entrelazamiento de sus plantas y la obscena promiscuidad de ciertos frutos, la maravillosa verdad del asunto devoró al pintor, dejándolo poco menos que impotente frente al papel en blanco. Es tierra de grandes contrastes entre la vida y la muerte, entre la realidad y la magia, y en medio de ellas, se ha visto correr trenes nocturnos llenos de cadáveres por los levantamientos de los campesinos de los bananales de la United Fruit Company, de los tres mil quinientos obreros chilenos del salar de Iquique o los miles de desaparecidos en vuelos de la muerte por dictaduras perversas y salvajes mandadas por los amos del norte.
Solo aquí, en estas tierras, puede existir un Macondo con su imaginario, su realismo mágico; donde… «Las cosas tienen vida propia —pregonaba el gitano con áspero acento—, todo es cuestión de despertarles el ánima.”
Y el alma de América Latina se despertó y cantábamos en las escuelas públicas “A Don José” de Lena y “La segunda independencia” de Víctor Lima.
Yo que soy americano,
no importa de que país,
quiero que mi continente
viva algún día feliz.
Que los países hermanos
de Centroamérica y sur
borren las sombras del norte
a ramalazos de luz.
Si hay que callar
no callemos,
pongámonos a cantar.
Y si hay que peliar,
peliemos,
si es el modo de triunfar.
Por toda América soplan
vientos que no han de parar.
Hasta que entierren las sombras,
no hay orden de descansar.
Desde una punta a la otra,
del continente, qué bien,
el viento sopla sin pausas
y el hombre sigue el vaivén.
Esta canción la desaparecieron de la memoria de las escuelas y del país como tantas cosas más. Muchos dicen que es pasado, yo digo que es muy peligrosa por ser parte de nuestra historia de sublevaciones, de americanismo y además, porque nos dice que la tarea de realizar la segunda independencia sigue inconclusa.
Más de una vez los pueblos latinoamericanos se han levantado en lucha para sacudirse el sempiterno dominio de oligarcas y extranjeros. Es parte de nuestra identidad, de nuestro ADN. Y esa rebeldía y lucha permanente por alcanzar la libertad vio nacer las figuras populares de Artigas, Simón Bolívar, Sandino y su sombrero aludo, el Ché, Camilo Cien Fuegos o la Cuba revolucionaria. El continente todo se sacude y vibra. Sin embargo los ilusionistas del capital quieren eliminar la magia, adormecer el alma rebelde, diluir la sangre caliente, la pasión por la vida y convencernos que el “arte de lo posible” es lo único posible de hacer.
Nos susurran al oído: no deben soñar ni imaginar más allá de los límites que impone el actual sistema porque todo lo anterior demuestra que el esfuerzo por sacudirse la injusticia, abandonar el dolor y la humillación ha sido en vano.
Las oligarquías criollas unidas al imperialismo del norte trajeron la guerra y el sufrimiento a nuestros pueblos. Pinochet, Somoza, Batista, las juntas militares, Stroessner, entre una larga lista. Los Tonton Macoute, nombre de la policía secreta y milicia paramilitar personal del que fuera dictador haitiano, François Duvalier (Papa Doc), asesinaron y desaparecieron a más de 150.000 personas. Hoy Haití se encuentra destrozado y es una nación fallida. Trujillo, en República Dominicana, 30 años de una de las dictaduras más feroces con la anuencia de la iglesia católica y los EEUU. Como en Avatar, fue dos veces invadida y violada por el gringo. Cada 25 de noviembre lo recordamos y lo maldecimos mil veces al dictador. Ese díase conmemora el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer. En esa fecha el dictador Trujillo asesinó a tres hermanas, Patria, Minerva y María Teresa, luchadoras por la libertad.
Y viendo hoy a Uruguay, sentimos que la magia, lo anacrónico ha desaparecido y queda solamente la realidad dura y cruda de ver, al decir de León Felipe, “… siempre las mismas cosas”. Hasta el propio fútbol ha perdido la gambeta, el arte y lo no previsto. Todavía nos asombra un Messi y antes un Maradona por no ser de este mundo gracias a la habilidad tan particular en los pies y a la capacidad de adelantarse al movimiento del contrario.
La decadencia y la corrupción es a todos los niveles y la realidad que impone el sistema capitalista ha asesinado la magia de la vida.
Más del 20% de los niños están en la pobreza total, los hogares perdieron 7.500 millones de dólares en 4 años, del 2019 al 2023. Este dinero se transfirió al capital, al maya oro. Solamente el 5% percibió un incremento en sus ingresos. 541 mil trabajadores ganan 25.000 pesos líquidos mensuales. Hay además 169.000 que NO alcanza ni siquiera un sueldo de 15.000 pesos mensuales. Podríamos seguir con los números, pero deberíamos poner rostro, sangre y corazón a las estadísticas para entender el verdadero drama en que estamos sumergidos.
Y la realidad destructiva del capitalismo nos robó la magia de poder imaginarnos otra vida.
“Somos una sociedad hiperconectada, hiperdiagnosticada, hipermedicada, hipersexualizada, hiperinformada, hipercapitalizada, hiperestresada, (y así hasta el infinito).«
Vivimos en una sociedad que se ha deteriorado rápidamente. Es más individualista, más violenta, menos culta e instruida, más desigual y más pobre. Basta observar por unos minutos (no da para mucho más) las figuras políticas y quienes pretenden conducir los destino del país y la desazón es mayor. El nivel intelectual y cultural de los líderes políticos es básico y elemental. Y es tal que cuesta salir del asombro. Escuchar a Bianchi, a Manini o los dichos de Lorena Quintana la vice de Cabildo sobre el aborto; al propio Delgado chantajeando a los jóvenes con dinero al estilo narco para que terminen las clases o lo difícil de entender como Ripoll puede llegar a ser vicepresidenta de este país si gana la Coalición. Ojeda es impresentable. Tiran cañitas voladoras por el retorno de Bordaberry, como algo novedoso y renovador, que a modo de castigo debemos escuchar lo genial que es, inclusive por personajes de la izquierda, cuando en realidad es el hijo del dictador, ferviente Opus Dei, inútil al regentear al City Torque, que pretendió junto con el actual presidente reventar a Tabaré y por lo que sabemos, el hermano es el yerno del narco ex presidente y ex dirigente de fútbol paraguayo Horacio Manuel Cartes.
Esta decadencia enferma a toda la sociedad y no solo se expresa en personajes grotescos que representa la derecha, también sucede algo similar con algunos dirigentes y líderes de la izquierda con discursos sin espesor intelectual y profundidad, llenos de lugares comunes, de filosofía de manual para una vida feliz y totalmente edulcorados. El estoicismo se eleva como filosofía frente a la teoría marxista. Nos dicen que debemos ser felices con poco, con lo necesario para vivir y depende exclusivamente de la actitud individual para lograrla. Actitud loable y simpática para la platea pero no ayuda a descubrir la realidad en que vivimos. Esa propuesta individualista presenta un mundo donde ya no existe la lucha de clases ni la apropiación por parte de unos pocos de la riqueza creada por los trabajadores, ni la desesperación y tragedia de miles de hambrientos provocado por este sistema injusto, ni la palabra revolución que tanto nos entusiasmaba en otra época y en la cual hoy fue sustituida por la preocupación de pertenecer al statu quo y ser una voz más dentro del sentido común, que como bien lo dijo Kesman: “es lo que hay, valor”.
La izquierda uruguaya ha perdido su magia portadora de lo nuevo, de la esperanza, de lo que vendrá, del espíritu y de los vientos de la revolución.
La magia ha sido desplazada por una realidad descarnada y cruda que trata de someternos a un destino prefigurado, donde al decir de José Arcadio Buendía, “Nunca llegaremos a ninguna parte”.
Por eso la izquierda no puede dedicarse a ser descriptiva de la realidad, por el contrario, debe ser predictiva. Debe proponer, arriesgar y predecir lo que vendrá. Esta visión se vincula estrechamente a la idea de que lo real y mágico es el cambio permanente y de su existencia objetiva en la naturaleza de las cosas. Lo otro es vernos en un espacio donde el tiempo no existe; el fin de la historia, inamovible e incambiable. Pero justamente y al contrario de la profecía de Arcadio Buendía, el hecho de que existan los Trujillos, Pinochet, Videla, el Goyo, Bordaberry, Somoza y una larga lista de tristes personajes que han sembrado la oscuridad y ensangrentado el continente con la sangre de miles de héroes anónimos, son el testimonio de que estamos inmerso en el cambio. De no ser así no nacerían los monstruos para tratar de frenar lo inevitable.
Cuando uno cruza la ciudad de Treinta y Tres rumbo a Vergara por el Blvd. Aparicio Saravia que nace a partir del obelisco y luego, en una pirueta en la historia, pasa a llamarse Wilson Ferreira Aldunate, se levanta un monumento, que podríamos decir, es hoy uno de los ejemplos más claros del realismo mágico en estas tierras y que aún se preserva a pesar de los intentos por sacarlo. Como anacronismo de la historia se presenta y levanta en forma clara y contundente en la plazoleta asignada, la imagen corpórea, roja ella -como deben ser los designios de la estética del realismo socialista- la hoz y el martillo, en franco homenaje a los fundadores del Partido Comunista en dicha ciudad. Debemos decir, en nombre de los ciudadanos olimareños, esta no ha sido vandalizada. Por algo será.
Tierra de arroceras, Treinta y Tres funge hoy con el mérito de ser el departamento de menor desarrollo humano de todo el Uruguay y tiene, para orgullo de los golpistas, el lugar donde ganó el SI por la reforma constitucional impulsada en 1980 – 81. Esta tragedia al final culmina en forma mágica, y como paradoja de la historia, se transforma en el claro testimonio del fracaso por parte de la dictadura uruguaya en el intento de borrar de la faz de tierra a los comunistas. La hoz y el martillo aún sigue en pié.
Sabemos con total certeza, porque es el ciclo de la historia de la humanidad, que volverá a renacer la magia, y en esta larga marcha, la voz del pueblo sonará en las palabras de Allende, donde nuevamente las alamedas se abrirán para los hombres y mujeres libres. El Ché y su imagen volverá a aparecer en todas partes, “…en el indio hecho de sueño y cobre. Y el negro revuelto en espumosa muchedumbre, y en el ser petrolero y salitrero, y en el terrible desamparo de la banana, y en la gran pampa de las pieles y en el azúcar y en la sal y en los cafetos, tú móvil estatua de tu sangre como te derribaron, vivo, como no te querían…” Veremos a nuestro Artigas cabalgar por la pradera con su pueblo de gauchos clinudos, indios, negros libres y mulatos, a Fidel y a Sandino, y a tantos combatientes de la esperanza que nos guiarán nuevamente en la lucha por la conquista de la segunda y definitiva independencia.
“Dice mi padre que ya llegará
Desde el fondo del tiempo otro tiempo
Y me dice que el sol brillará
Sobre un pueblo que él sueña labrando su verde solar”
(Zitarrosa- Adagio a mi país)
