Nacho Saffarano
El Chasque 156
20/09/2024
La Plata tiene dos marcas identitarias grabadas a fuego, el rock y la dictadura. Conviven en ese tándem creaciones artísticas, producciones académicas, eventos masivos y movidas para 50 personas. Alrededor de estos ejes se construye el relato histórico de la ciudad, por lo que el resto de símbolos se vuelven detalles: diagonales, tilos, planificación urbana, facultades, Estudiantes-Gimnasia, todos actores de reparto.
El 19 de septiembre del 2006 se conjugaron esas dos marcas. Adentro de la Municipalidad, militantes y sobrevivientes de la última Dictadura, esperaban el veredicto de la causa que tenía como principal imputado a Miguel Osvaldo Etchecolatz, director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, ladero del genocida Ramón Camps.
Cruzando, en el corazón de la Plaza Moreno, un montón de pibes se agrupaban al lado de un escenario improvisado. Muchos estaban haciendo una suerte de vigilia para esperar el veredicto del T.O.F. N° 1. Otros estábamos ahí porque tocaba Don Lunfardo y el Señor Otario, la gran bestia del under platense. Ojo, sabíamos cómo venía la mano, que había un juicio, que milicos hijos de puta y hay que saltar hay que saltar el que no salta es militar. Pero estábamos ahí por el rocanrol.
Don Lunfardo tocó a cualquier hora. Se desató un pogo furioso cuando desde adentro llegaron las noticias de que le habían dado perpetua a Etchecolatz. Mucha gente abrazándose, chorros de birra desparramándose por el aire, mi primer registro del “como a los nazis les va a pasar”. Quedé impactado.
En un momento se subió una piba, seguro que era militante de algún partido de izquierda u organización de derechos humanos. Yo en ese momento tenía 15 años y era del Che Guevara línea La Renga, así que imposible distinguir de donde era la piba, una precisión que tampoco me interesaba. Cuestión que se subió, gritó “compañeros, compañeros” y nos callamos todos. Dijo que había un testigo desaparecido que desde ayer no volvía a su casa, que esto no podía pasar y que si no aparecía en las próximas horas había que armar una gran movilización.
Cada 18 de septiembre pienso en esa piba y en su orden: hay un desaparecido, hay que movilizar. Nada más que discutir.
