Gonzalo Alsina
El Chasque 174
14/02/2025
El mismo día que nacía la URSS, el 30 de diciembre de 1922, Lenin imposibilitado por su enfermedad, no pudo concurrir al evento histórico y se entera por Dzerzhinski y Zinóviev, del problema en Georgia, donde ante las discrepancias de los comunistas georgianos, Ordzhonikidze emplea la violencia contra los compañeros.
Eso motiva el envió a la dirección del Partido y de gobierno de tres cartas, una del 30 de diciembre y dos del 31 del mismo mes. En ellas critica la actitud chovinista rusa de varios dirigentes, y sobre todo de Stalin, que era el Comisario –ministro- de la Nacionalidades.
Dice: “Me parece que en este caso han tenido un efecto fatal la precipitación y las aficiones administrativas de Stalin, así como su enconamiento contra el decantado “socialnacionalismo”. Por lo común, el enconamiento desempeña siempre en política el peor papel.”
En un párrafo anterior, demostrativo de su malestar hace referencia a la “…solicitud para proteger de veras a los no rusos contra el derzhimorda.” (El Derzhimorda es el nombre del policía en una comedia de Gógol, “El Inspector”. Pasó a ser proverbial para designar al opresor y vejador bruto e insolente.
Las críticas más duras fueron contra Stalin y también para Ordzhonikidze y Dzerzhinski – a pesar de que éste era de su total confianza-.
Termina la primera carta con esta pregunta: “¿cómo comprender el internacionalismo?”
Voy a transcribir prácticamente en su totalidad la carta siguiente:
“En mis trabajos sobre el problema nacional he escrito ya que el planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el nacionalismo de una nación opresora y el nacionalismo de una nación oprimida, entre el nacionalismo de una nación grande y el nacionalismo de una nación pequeña.
Respecto al segundo nacionalismo, los integrantes de una nación grande tenemos casi siempre la culpa de cometer en el terreno práctico de la historia infinitos actos de violencia; e incluso más aún: cometemos sin darnos cuenta infinitos actos de violencia y ofensas.”
[…]
“Por eso, el internacionalismo de la nación opresora, o de la llamada nación “grande” (aunque sólo sea grande por sus violencias, grande como un esbirro), debe consistir no sólo en observar la igualdad formal de las naciones, sino también esa desigualdad que, por parte de la nación opresora, de la nación grande, compensa la desigualdad real que se da en la vida. Quien no haya comprendido esto, no ha comprendido la actitud verdaderamente proletaria ante el problema nacional; sigue sosteniendo, en el fondo, el punto de vista pequeño burgués, y por ello no puede menos de pasar a cada instante al punto de vista burgués.
¿Qué tiene importancia para el proletariado? Para el proletario tiene no sólo importancia, sino que es de una necesidad esencial gozar, en la lucha proletaria de clase, de la máxima confianza entre los pueblos alógenos. ¿Qué hace falta para eso? Para eso hace falta algo más que la igualdad formal. Para eso hace falta compensar de una manera u otra, con su trato o con sus concesiones a las otras naciones, la desconfianza, el recelo y los agravios inferidos en el pasado histórico por el Gobierno de la nación dominante. […]
Y creo que en este caso, respecto a la nación georgiana, presenciamos un ejemplo típico de cómo la actitud verdaderamente proletaria exige cautela, delicadeza y transigencia extremas por nuestra parte. El georgiano que trata con desdén este aspecto del problema, que hace despectivas acusaciones de “socialnacionalismo” (cuando él mismo es no sólo un “socialnacionalista” auténtico y verdadero, sino un burdo esbirro ruso), ese georgiano vulnera, en el fondo, los intereses de la solidaridad proletaria de clase, porque nada frena tanto el desarrollo y la consolidación de esta solidaridad como la injusticia en la esfera nacional y nada hace reaccionar con tanta sensibilidad a los representantes de otras naciones “ofendidos” como el sentimiento de igualdad y la vulneración de esa igualdad por parte de sus camaradas proletarios, aunque sea por negligencia, aunque sea por gastar una broma. Por eso, en este caso, es preferible pecar por exceso que por defecto en el sentido de hacer concesiones y ser blandos con las minorías nacionales. Por eso, en este caso, el interés vital de la solidaridad proletaria y, por consiguiente, de la lucha proletaria de clase, requiere que jamás enfoquemos de manera formalista el problema nacional, sino que tomemos siempre en consideración la diferencia obligatoria en la actitud del proletario de la nación oprimida (o pequeño) ante la nación opresora (o grande).”
Está demás decir, que el georgiano es clara referencia a Stalin, que habiendo nacido en Georgia se consideraba ruso nacido en Georgia.
Están además claras, las diferencia de concepciones entre Lenin y Stalin en lo referido, en el caso, a la concepción antiimperialista. Que permiten entender el corte ideológico entre el leninismo y el posterior stalinismo.
En la última carta referida al tema, continuación de las anteriores dice Lenin:
“¿Qué medidas prácticas se deben tomar en la situación creada?
Primero, hay que mantener y fortaleces la unión de las repúblicas socialistas; sobre todo no puede caber ninguna duda. Lo necesitamos nosotros, lo mismo que lo necesita el proletariado comunista internacional, para luchar contra la burguesía mundial y defenderse de sus intrigas.”
Segundo, […] Ya lo mencionamos en artículo escrito la semana pasada. En él Lenin defiende y destaca al ministerio de RR.EE dirigido por Chicherin.
“Tercero, hay que imponer un castigo ejemplar al camarada Ordzhonikidze (digo esto con gran pesar, porque somos amigos y trabajé con él en el extranjero, en la emigración), y también terminar de examinar o examinar de nuevo todos los documentos de la comisión de Dzerzhinski para corregir la inmensidad de errores y de juicios apasionados que hay sin dudad en ellos. La responsabilidad política por toda esta campaña de verdadero nacionalismo ruso debe hacerse recaer como es natural, en Stalin y Dzerzhinski.
Cuarto, hay que implantar las normas más severas sobre el uso del idioma nacional en las repúblicas de población alógena que forman parte de nuestra Unión y comprobar su cumplimiento con particular celo. No cabe duda de que so pretexto de unidad de servicio ferroviario, so pretexto de unidad fiscal, etc, con la administración pública que tenemos ahora, se cometerá una infinidad de abusos de carácter ruso puro. Para combatir esos abusos se necesita una inventiva especial, sin hablar ya de la sinceridad singular de quienes se encarguen de hacerlo. Hará falta un código detallado que sólo podrá estar algo bien en caso de que lo redacten individuos de la nación de que se trate y residentes en su república. A este aspecto, en modo alguno debemos descartar de antemano el que, como resultado de todo este trabajo, retrocedamos en el siguiente congreso de los Soviets, es decir, mantengamos la unión de repúblicas socialistas sólo en los aspectos militar y diplomático, restableciendo en todos los demás aspectos la completa autonomía de los distintos comisariados del pueblo.
Debe tenerse presente que el fraccionamiento de los comisariados del pueblo y la falta de concordancia de su labor respecto a Moscú y los otros centros pueden contrarrestarse lo suficiente por el prestigio del Partido, si éste se emplea con la discreción e imparcialidad precisas; el daño que pueda sufrir nuestro Estado por la falta de administraciones públicas nacionales unificadas con la rusa es incalculable e infinitamente menor que el daño que se nos inferirá no sólo a nosotros, sino a toda la Internacional, a los cientos de millones de habitantes de Asia, la cual debe salir al proscenio de la historia en un próximo futuro, siguiéndonos los pasos.
Sería un oportunismo imperdonable que, en vísperas de este avance de Oriente, en los comienzos de su despertar, menoscabásemos el prestigio que tenemos en él aunque sólo fuese con la menor aspereza e injusticia hecha a nuestras propias naciones alógenas. Una cosa es la necesidad de cohesión contra los imperialistas de occidente, que, defienden el mundo capitalista. En este caso no puede haber dudas, y huelga decir que apruebo sin reservas estas medidas. Y otra cosa es cuando nosotros mismos adoptamos, aunque sean en pequeñeces, actitudes imperialistas frente a naciones oprimidas, poniendo así entela de juicio toda nuestra sinceridad en la adhesión a los principios, toda la defensa que hacemos de la lucha contra el imperialismo. Y el mañana de la historia universal será el día en que despierten definitivamente los pueblos oprimidos por el imperialismo, los cuales han abierto ya los ojos, y en que empiece la larga y dura batalla decisiva por su emancipación.”
¿Tiene vigencia este pensamiento?
¿Es lo mismo el leninismo que el stalinismo referido al imperialismo?
Modestamente creo que la razón está del lado de Lenin.
