Lenin, Stalin y la relación con el sionismo…

Gonzalo Alsina
El Chasque 180
28/03/2025

Theodor Herzl nacido en Hungría en 1860 –de familia adinerada, periodista y abogado, era un judío asimilado y agnóstico-, cuando tenía 34 años se convirtió al sionismo, cuando presenció el caso Dreyfus en Francia, que fue un juicio amañado y de persecución por su condición de judío del capitán del ejército acusado falsamente de traición y de ser espía de los alemanes.

Dos años después en 1896 edita su primer libro donde propone crear un Estado para los judíos. El movimiento político por él creado al principio no tuvo demasiado apoyo.

En busca de ese propósito ese mismo año visitó Turquía, tratando de lograr que el Sultán le diera la Siria Otomana para crear dicho Estado. Herzl no mencionaba a los árabes, ni a Palestina. Incluso una de los posibles lugares que manejaba era la Argentina.

Buscó con distintos poderes de la época, ese apoyo. Se reunió con los emperadores alemanes y turcos y más tarde en 1902 con Chamberlain, encargado de las colonias del Imperio Británico.

El movimiento sionista considera que los judíos deben tener su propio estado nación.

El año 1897 en Basilea se hizo el primer congreso sionista. De él salió un himno y una bandera. Empezaron a ser apoyados por la burguesía inglesa. El apoyo del imperialismo británico fue fundamental para su crecimiento. Se suma al relato, el retorno a su “tierra ancestral”.

Los judíos de Europa central y oriental en su inmensa mayoría no eran burgueses. El desarrollo tardío del capitalismo llevo a que vivieran la misma realidad de explotación en las fábricas que todos los obreros y obreras.

En el proceso de la lucha de clases surgió el BUND, que fue una corriente de la socialdemocracia en parte de Europa y de Rusia en particular. Organizaba a los obreros judíos al interior de las distintas organizaciones marxistas. Muchos dirigentes mencheviques y bolcheviques eran judíos. Solo a manera de ejemplo, en el XI Congreso del Partido Comunista Bolchevique el 25% de su Comité Central eran judíos. Trotski, Kamenev, Karl Radek, Grigori Sokolnikov, Yemelian Yaroslavski, Isaac Zelenski, Grigori Zinóviev, entre otros. Varios incluso fueron ministros en el primer gobierno bolchevique y en sucesivos.

En 1919 en plena guerra civil antes que el primer Estado obrero de la historia se impusiera a los ejércitos imperialistas y la contrarrevolución interna, le encargan al Comisario de Instrucción Pública, Anatoli Lunacharski, un libro para ir relatando la revolución. Se llamó “Semblanzas de revolucionarios”, donde aparecen las semblanzas de Lenin, Trotsky, Zinóviev y Martov, a los que agregó en la edición de 1923 –vivía Lenin- a Plejánov, Sverdlov, Volodarski, Uritski, Kalinin y Biessalko.

De los diez hay cinco que eran judíos.

El Comisario de las Nacionalidades no figura entre los 10, que eligió el Comisario de Instrucción Pública.

Según el marxista francés Roger Garaudy en su crítica a los mitos fundantes del Estado de Israel, el retorno a la tierra prometida no tenía ningún asidero religioso. Incluso lo mismo dice el rabino Elmer Berger: “Es mentira que Israel actual es la realización de una profecía bíblica.” Dios no tiene nada que ver. Otra cosa es la historia de los judíos.

Jurídicamente no hay ningún acto de donación.

Pero el sionismo fue presentando la idea de que el retorno era un acto patriótico y que los infortunios de los judíos fueron a partir de la pérdida de Jerusalén hace 2000 años.

El verdadero motivo por el cual retornaron masivamente a mediados del siglo XX, fue porque Palestina era fácil de conquistar. El primer gran impulso fue el acuerdo del movimiento sionista con el imperialismo inglés, con la Declaración Balfour.

El retorno no era ni bíblico, ni la lucha milenaria, sino una estrategia del sionismo para hacerse de un territorio y formar un Estado.

Inventaron una serie de mitos, donde el primero fue: “Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”. El que usó esta frase por primera vez fue uno de los líderes iniciales del movimiento sionista: Zangwill. Fue la principal consigna del movimiento, que pone de manifiesto el carácter colonialista de la ideología sionista.

Por un lado hablan de que había núcleos distintos de musulmanes y al mismo tiempo dicen que eran tierras vacías. Lo que es una contradicción. Pero para los sionistas no es tal, porque como son racistas –“supremacismo del pueblo elegido”- y consideran inferiores a los árabes, cuando dicen que es una tierra vacía se refieren, a vacía de europeos. No olvidar que el sionismo es un movimiento básicamente europeo.

El sionismo como movimiento europeo estaba influenciado por la ideología colonialista de la época, que consideraba habitantes del mundo a los europeos. El resto del mundo lo consideraba, territorios vacíos, por lo tanto se podían conquistar y llevar el excedente de población europea.

Han querido vendernos una lucha de emancipación, para negar ese carácter colonial del sionismo. Es un caso particular de colonialismo. Lo de Gaza lo deja más en evidencia ante el mundo. Quedará en los registros históricos como uno de los más sangrientos.

Lenin tuvo la idea de otorgarles un territorio para la autodeterminación del pueblo judío.

Lenin tenía claro la estrategia británica con la Declaración de Balfour, que si hacen lo que dice la misma, “va a ser un enclave colonialista del imperialismo inglés”. Lenin y Chicherin tenían claro que después de la Primera Guerra Mundial, Inglaterra pasó a controlar Palestina bajo el mandato de la Sociedad de las Naciones, que era un instrumento imperialista. Los ingleses según su conveniencia le prometían a los sionistas y al mismo tiempo le hacía promesas a los árabes.

Veamos una cita sobre Cecil Rhodes- creador de la colonia africana de Rhodesia y unos de los teóricos del colonialismo-, realizada por Lenin: “Cecil Rhodes, según cuenta un íntimo amigo suyo, el periodista Stead, le decía a este propósito de sus ideas imperialistas: “Ayer estuve en el East End londinense (barriada obrera) y asistí a una asamblea de desocupados. Al oír allí discursos exaltados cuya nota dominante era ¡pan! ¡pan! Y al reflexionar, de vuelta a casa sobre lo que había oído, me convencí más que nunca de la importancia del imperialismo…La idea que acaricio representa la solución del problema social.””

Los sionistas te dicen que te vienen a salvar de la barbarie, cuando son ellos los que traen la barbarie.

La ideología sionista es racista porque se consideran superiores a los que dominan. Se ve hoy eso, cada vez más nítido.

Detrás del mito de “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” subyace el proyecto sionista de ocupar todos los territorios palestinos, lo que vienen haciendo desde antes del surgimiento del Estado de Israel. Al mejor estilo imperialista, desconociendo a los habitantes que durante siglos los poblaron y los pueblan. Por eso avasallan la economía, bombardean y matan niños y mujeres por decenas de miles, quieren terminar con la cultura de los palestinos y exterminarlos étnicamente o expulsarlos, eso sí hacia el desierto, para que se mueran. No han completado ese objetivo porque hay una fuerte resistencia de los pueblos.

Otra mentira del sionismo es presentarse como un movimiento de liberación nacional antiimperialista. Aluden a algunas diferencias coyunturales en la década del treinta. Por aquello de que, quien paga manda. Del punto de vista geopolítico la 2ª Guerra Mundial obligaba al imperialismo británico a tener mejores relaciones con los mandatarios árabes. Eso generó problemas. A partir de este hecho puesto por la realidad geopolítica, hubo un creciente enfrentamiento entre Inglaterra y el sionismo y éste aprovechó para presentarse como no era, un movimiento de liberación nacional antiimperialista.

Esta pastilla se la comió Stalin. Tenía el antecedente del año 1931. Stalin fue el primer gobernante del mundo que firmó una ley contra el antisemitismo, en un momento que los nazis ya hacían, antes de tomar el poder, una campaña anticomunista y antisemita. Los nazis hablaban de una conspiración judeo-masónica-comunista.

Stalin defendió el oblast de Belolichan que sigue hoy existiendo, donde vivieron los judíos en la URSS. A la entrada en yiddish se puede leer: “Gracias camarada Stalin”. Después del año 1948 quedó prácticamente despoblado por la emigración a Israel en varias tandas.

El Holocausto contra los judíos, realizado por los nazis y el hecho que fueron los soviéticos que liberaron los campos de concentración más importantes, llevaron a que Stalin votara junto a EE.UU la legalización de un acto colonial, rompiendo con la tradición antiimperialista de la revolución bolchevique. Lenin y Chicherin ya habían muertos. Lenin, en enero de 1924 y Chicherin en la década del 30. Stalin lo sustituyó por Litvinov, que era judío y tenía buena relación con los banqueros judíos.

Stalin hizo seguimiento temprano al sionismo, cuando estos habían tomado el camino de la declaración de Balfour, según lo que dice Trotski.

Stalin va con el sionismo, justificado por la bomba atómica. ¿¡La bomba, por el Estado de Israel!? Einstein en 1948 era aún sionista y creía en Ben Gurión. Einstein fue fundamental para que los Rosemberg y Julius Klaus Fuchs pasaran los planos de la bomba a los soviéticos. Eso fue, por qué aceptó la fundación del Estado de Israel.

Viendo el contexto de la Guerra Fría puede ser un mérito de Stalin, haber pagado tanto precio. Pero del punto de vista de la disuasión no hay nada que reprocharle. Si Rusia no tuviera la bomba, hoy la hubieran borrado del mapa.

Pero del punto de vista de la lucha de los pueblos contra el colonialismo, se apartó de la tradición leninista. Desde 1930 hasta 1991 hubo un largo corte contradictorio en general, con momentos de solidaridad en la lucha contra el imperialismo yanqui. La solidaridad con Cuba, Vietnam, con los que luchaban contra las dictaduras fascistas en América Latina, y varios países africanos.

En otro contexto histórico, Putin parece recuperar para Rusia en los hechos concretos, parte de esas tradiciones abandonadas. En la lucha contra EE.UU y la OTAN que quieren imponer un mundo unipolar imperialista, Rusia está hoy en la primera línea del combate. En el Donbás y en Kursk se juega el destino de Rusia y de los BRICS.

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