Julio Castillo
El Chasque 192
27/06/2025
Se ha escrito y dicho mucho sobre el golpe de estado, la huelga general y el contexto histórico que provocó este hecho, pero no por eso es menos necesario continuar haciéndolo.
Desde la ley de caducidad impulsada en el gobierno de Sanguinetti, apoyada por la mayoría del Partido Colorado y el Partido Nacional y el propio plebiscito para impugnarla ha sido territorio de una de las grandes luchas políticas e ideológicas para ver quien hegemoniza la verdad de lo sucedido de este período de nuestra historia.
“Ley N° 15848 –LEY DE CADUCIDAD DE LA PRETENSION PUNITIVA DEL ESTADO
Artículo 1:
Reconócese que, como consecuencia de la lógica de los hechos originados por el acuerdo celebrado entre partidos políticos y las Fuerzas Armadas en agosto de 1984 y a efecto de concluir la transición hacia la plena vigencia del orden constitucional, ha caducado el ejercicio de la pretensión punitiva del Estado respecto de los delitos cometidos hasta el 1º de marzo de 1985 por funcionarios militares y policiales, equiparados y asimilados por móviles políticos o en ocasión del cumplimiento de sus funciones y en ocasión de acciones ordenadas por los mandos que actuaron durante el período de facto.”
Con esta ley (hacer que los crímenes cometidos bajo ese período caducaran) pretendieron consolidar por medio de la jurisprudencia la idea y el relato de que el golpe de estado se dio y fue necesario ante el peligro que enfrentaba la democracia y la institucionalidad del país por una guerra provocada por un grupo de sediciosos que pretendía socavar las costumbres y tradiciones de nuestro pueblo.
Con ella se buscó saldar la discusión, poner punto final, pasar la página repartiendo por igual culpas de lo acontecido a tirios y troyanos (militares que se adjudicaron un poder que no le correspondía y un grupo de sediciosos antidemocráticos) quedando libres de toda responsabilidad los partidos tradicionales.
Por ejemplo, la campaña a favor de la ley de caducidad en el marco del plebiscito se utilizó como argumento la vuelta de los militares si no salía aprobada dicha ley. De esta forma ocultaron e invisibilizaron su responsabilidad política en el golpe de estado, quedando por fuera de lo sucedido, cuando, quienes convocaron y dieron lugar a las FFAA en temas internos para reprimir al MLN y luego al movimiento popular fueron los propios partidos tradicionales.
También se insistió mucho en no volver atrás, a la época marcada por el “sesentismo”, de la confrontación, del caos, etc. Comienza a construirse la idea de los dos demonios, de culpar a los conflictos y las luchas populares en los años 60. Para nada hemos escuchado ninguna autocrítica de los PPTT haciéndose responsable de contribuir a la injusticia social, a la represión, al asesinato de tres estudiantes por la lucha del boleto estudiantil, a la caída de los salarios, a la defensa de una oligarquía que se negaba dar soluciones a los problemas de las grandes mayorías. Ellos no tuvieron nada que ver en alimentar al fascismo, de no darle alas a que avanzara el autoritarismo. Sin embargo son responsables directos en permitir que los acontecimientos derivaran en el golpe de estado. Le tenían más miedo al avance de las fuerzas populares y al joven Frente Amplio que al fascismo.
El Partido Colorado que gobernaba el país con Bordaberry de presidente y apoyado por el herrerismo disuelve el Parlamento el 27 de junio de 1973.
La excusa de la existencia de una guerra interna no tenía razón de ser ya que en setiembre de 1972 se declara por parte del Ejecutivo y las Fuerzas Conjuntas la derrota del MLN. Sin embargo se mantuvo la ley “N° 14068 LEY DE SEGURIDAD DEL ESTADO Y DEL ORDEN INTERNO” permitiendo la represión y una escalada de violencia hacia el conjunto del movimiento popular; sindicatos, organizaciones sociales, Universidad de la República, partidos de izquierda y al propio Frente Amplio.
Cuando la dictadura (en la cual no solamente participaron militares, sino también civiles, la mayoría provenientes de los PPTT) fue derrotada en el plebiscito de 1980 en el intento de reformar la constitución y proyectar su visión política e ideológica en una serie de leyes y normas, muchos que guardaron silencio en los años más oscuros, comenzaron a asomar la cabeza.
Luego de 52 años de los hechos si preguntamos a los dirigentes blancos y colorados donde estaban en ese momento, la mayoría dirán que luchando contra la dictadura.
Explicarán el triunfo del NO en el plebiscito de 1980 gracias al debate en TV que tuvo lugar en Canal 4, entre el abogado Enrique Viana Reyes y el coronel Néstor Bolentini por el “Sí”, y el blanco Eduardo Pons Etcheverry y el colorado Enrique Tarigo por el «No».
Y en este debate surge en palabras de Tarigo a Bolentini, cuando el coronel sostuvo que votando el «No» “se corría el riesgo del retorno del comunismo” la siguiente respuesta: “Si yo fuera comunista yo votaría por esta Constitución porque establece un poder autoritario concentrado en el Poder Ejecutivo y en el Ejército y después como soy comunista trato de infiltrar el Ejército. Con esta Constitución tenemos el régimen comunista más perfecto. Sin subversión, sin guerra y sin nada.”
En ella, Tarigo muestra la razón del golpe y quienes fueron los verdaderos gestores ideológicos. Ayer convocaban a las FFAA para que esta hiciera el trabajo sucio, para que reprimiera y le pusiera un freno al movimiento popular para luego que pasara el temporal mostrarse como los defensores de la democracia. A su vez deja en claro quien es el verdadero enemigo para sus intereses; defensores y representantes de las clases dominantes y de una la oligarquía que salió impune de esta tragedia y que hoy disfruta de la libertad conquistada con la muerte de cientos de compañeros, entre ellos muchos comunistas. Mientras Tarigo le respondía eso a Bolentini, los comunistas eran masacrados en los cuarteles y en la tortura por la sencilla razón de que organizaban al pueblo, sostenían la memoria de los primeros de mayo, repartían miles de volantes ”métale un gol a la dictadura, vote no” y resistían. Así fue hasta 1984 con el último crimen de la dictadura en el asesinato brutal a Vladimir Roslick que era médico y también comunista.
Los partidos tradicionales jamás van a reconocer el papel clave de la huelga general impulsada por los trabajadores y convocada por su central, la CNT.
Fue una respuesta consciente, una respuesta política y de principios ya que fue en defensa de la libertad y la democracia. Muchos creen que los trabajadores y sus sindicatos deben limitarse exclusivamente a lo reivindicativo. El haberse pronunciado tiempo atrás sobre lo que ya se venía gestando en América Latina en tanto a la inestabilidad de las democracias, el golpe de estado en Brasil y frente a los ruidos de bayonetas con la posibilidades de que se replicara un golpe de estado en Uruguay, significó una madurez y responsabilidad muy alta de los trabajadores con su país, sabiendo que era un tema de principios defender la libertad y la democracia; sin ese marco sus reivindicaciones no tendrían posibilidades de concretarse. Y así fue.
La huelga general se decretó y resistió quince días heroicos. Trabajadores y estudiantes fueron los protagonistas junto al joven Frente Amplio.
Los partidos tradicionales como instituciones le dieron la espalda. Salvo algunas figuras no hubieron grandes movimientos para apoyar y rodear la huelga general convocada por la CNT y la FEUU.
Algo similar sucedió en la segunda guerra mundial. Ante el avance de Hitler, los partidos y figuras políticas representantes de la burguesía huían abandonando el barco, principalmente hacia Inglaterra. Por el contrario quienes construyeron la columna vertebral de resistencia en esos países fueron los partidos comunistas.
Antes de que ingresaran las tropas aliadas, Francia es liberada por los “maquis”, la resistencia francesa sostenida principalmente por el PCF, que trágicamente conquistó el nombre de “parti des exécutés » (partido de los fusilados).
Independientemente de que no lograra sumar más fuerza para enfrentar al golpe de estado, la huelga general convocada por la CNT y la FEUU marcó a una dictadura que no logró en 12 años consolidarse ni construir una base social que le permitiera continuidad.
El NO a la reforma constitucional tiene origen en la huelga del 73 y sin ella no habría sido posible construir la resistencia que aisló y obligó a sentarse a negociar el retorno a la democracia. El triunfo del NO en el plebiscito no fue un “maracanazo” de la ciudadanía uruguaya, ni un hecho casual. Estos señores, Tarigo y compañía, desconocían u ocultaban el trabajo en los subterráneos de la libertad que nacen en la gesta heroica de la huelga general, en el volante “hágale un gol a la dictadura, vote NO” con la imagen de la mascota del “Mundialito” que había organizado la dictadura, en las pintadas, en las reuniones clandestinas, etc.
El único objetivo de desconocer la huelga y la resistencia es evitar por todos los medios que sea la acción colectiva organizada, la unidad popular, la central de los trabajadores y las fuerzas progresistas que dejaron todo en la cancha por la libertad y la democracia que hoy, muchos de los que escupen sobre los trabajadores y sus organizaciones sociales, la disfrutan cómodamente sentados en el Parlamento.
