La tierra prometida

Julio Castillo
El Chasque 204
19/09/2025

¡Vamos allá! Fueron las palabras del astronauta en el momento del despegue de la nave Vostok I. Yuri Gagarin, astronauta soviético, fue el primer humano en poder apreciar el lugar del cual provenía, allí donde vivían millones de personas e infinidades de especies de animales y plantas. Observarlo desde afuera por primera vez lo llevó a exclamar asombrado: “el planeta Tierra es azul”

Este salto de la humanidad en la conquista del cosmos despejó toda especulación esotérica hecha hasta ese momento sobre la existencia de un ser superior y de las creencias y leyendas abonadas por la imaginación desde tiempos inmemoriales en la búsqueda de darle una explicación a nuestro origen y al lugar en donde vivimos.

La nave en apenas 108 minutos, a más de 24 mil kilómetros por hora, completó una órbita al planeta y al verlo por primera vez desde afuera señaló: “Tras volar alrededor de la Tierra en una nave espacial, vi lo hermoso que es nuestro planeta. ¡Conservemos y aumentemos esta belleza, no la destruyamos!”

Sin embargo hemos hecho todo lo contrario y particularmente en el último período del siglo XX y principios del XXI donde, de la mano del sistema capitalista, esa destrucción se ha acelerado a niveles prácticamente sin retorno.

La tierra gira en torno al sol y el sistema planetario navega entre cien mil millones de estrellas que conforma nuestra galaxia con un universo de aproximadamente dos billones de galaxias. Realmente no somos nada. Esa masa que no es un sólido, levemente achatada en los polos, y que llamamos Tierra navega en ese espacio infinito con una población de 8.142. 000.000 de personas. Sin embargo, a pesar de constatar todos los días que nuestra naturaleza está conformada por los mismas moléculas y átomos que constituyen todo lo que existe en el universo se sigue creyendo en la existencia de Dios, del paraíso y del infierno. Hasta ahora (cada vez menos) nada ha podido demostrar la certeza de tales afirmaciones.

En el desarrollo de la civilización humana se crearon marcos mitológicos para tratar de comprender los misterios de la vida, pero a medida que avanzó el conocimiento estas creencias han sufrido grandes modificaciones que hacen cada vez más difícil de explicar la existencia de un poder espiritual superior.

A pesar de esos cambios estas han sido utilizadas como sostén ideológico para someter a los pueblos a los intereses de los poderosos y argumento para justificar grandes matanzas y crímenes.

A lo largo de la historia encontramos varios ejemplos. La Inquisición por parte de la Iglesia Católica para frenar todo intento de cuestionar la palabra de la Iglesia, la base ideológica que sostenía el poder económico y político de la misma. La amenaza con la hoguera a Galileo Galilei por comprobar que la tierra no era el centro del Universo y que esta giraba (“eppur si muove”) en torno al sol. Juana de Arco fue quemada al ser acusada de brujería por el simple hecho de poder hablar directamente con Dios, desafiando el poder del Papa y la Iglesia Católica, único locutor autorizado en la Tierra para comunicarse con el supremo. Y en el Siglo XX nos enfrentaremos al holocausto sobre el pueblo judío llevado adelante por los nazis apoyados en teorías místicas, esotéricas y seudo-científicas como ser la ariosofía o la eugenesia que supuestamente demostraban la superioridad de la raza aria alemana sobre los judíos y otros pueblos.

En pleno Siglo XXI pensamos que la humanidad no volvería a cometer esa barbarie, que sería un retroceso civilizatorio, pero nos equivocamos. El sionismo, fundado por el periodista austrohúngaro Theodor Herzl se constituyó tras su primera convención en 1897 caracterizándose en sus comienzos por promover el derecho al pueblo judío a tener un lugar en la Tierra. Pero esa ideología evolucionó desde posiciones nacionalistas hacia posturas supremasista y fascistas, apropiándose de argumentos religiosos, historias y leyendas judías para construir la excusa que le confiere ser el pueblo elegido por Dios, la búsqueda de la tierra prometiday justificar hoy como ayer el derecho a la persecución y al genocidio del pueblo palestino.

Actualmente la imaginación sobrenatural vuelve al ruedo, proporcionando un espacio ideológico y discursivo en el que es posible deshumanizar, marginar a los enemigos y convertirlos en monstruos. Cuando los sionistas levantan el concepto de ser el pueblo elegido por Dios y la tierra prometida asignada por Yahvé

operan en el ámbito del “imaginario sobrenatural”, donde todo es posible o justificable, una vez que se empieza a mezclar el esoterismo, la historia y la arqueología con el folclore y la mitología, se puede convertir a los palestinos en monstruos, seres inferiores totalmente ajenos con tendencias sobrehumanas y malignas.

Así lo explica el rabino Eliezer Kashtiel, director de la academia Bnei David en Eli: Pide la esclavización de los no judíos “estúpidos y violentos” debido a su inferioridad genética. “Los gentiles querrán ser nuestros esclavos. Ser esclavo de un judío es lo mejor. Se alegran de ser esclavos, quieren serlo”, dijo a una clase en uno de los videos. “En lugar de simplemente andar por las calles siendo estúpidos, violentos y haciéndose daño unos a otros, una vez que son esclavos, sus vidas pueden empezar a tomar forma”. A nuestro alrededor, estamos rodeados de personas con problemas genéticos. Pregúntale a un simple árabe: «¿Dónde quieres estar?». Quiere estar bajo la ocupación. ¿Por qué? Porque tienen problemas genéticos, no saben gobernar un país, no saben hacer nada. Míralos.

Sí, somos racistas. Creemos en el racismo… Hay razas en el mundo y los pueblos tienen rasgos genéticos, y eso nos obliga a intentar ayudarlos —dijo—. Los judíos son una raza más próspera”.

No es una casualidad, es un problema biológico. Somos hijos de Dios, somos los únicos elegidos por Dios. Ellos fueron creados por dios, Hay una diferencia y una razón étnica”

Los judíos fueron largamente perseguidos, y en particular, durante el nazismo con el intento brutal de su liquidación total como pueblo, sin embargo, habiendo sufrido en carne propia la muerte y la persecución, el Estado de Israel repite hoy, con crueldad impúdica y pornográfica (a los ojos de todo el mundo) el extermino de los palestinos. No lo ocultan, lo exhiben arrogantes, lo transforman en un espectáculo al tiro al blanco, especialmente sobre niños, que al decir de Freddy Nieuchowicz Abramovich, alias Orlando Petinatti, en Gaza no hay inocentes. Este señor afirma que en Gaza a los niños los enseñan a matar judíos, por lo tanto no hay inocentes; hay que matarlos en la cuna imitando al Gran Herodes, gobernante de Judea que ordenó, según cuenta Mateo en el Nuevo Testamento, la matanza de niños inocentes.

No es un hecho casual que la crisis sostenida y permanente del capitalismo promueva condiciones para el retorno de los brujos. Tan necesarios para adorar la crueldad y la barbarie practicada por los ejércitos defensores del capital. Este genocidio llevado adelante por Israel (nadie puede decir -yo no lo sabía) es una muestra y una advertencia al resto de la humanidad de lo que están dispuesto a hacer para mantener la hegemonía económica, política e ideológica en la región. La religión es la gran excusa y una gran pantalla. En realidad hay un interés económico y geopolítico de los EEUU en Medio Oriente e Israel es el brazo ejecutor.

La pretensión de hacer nuevamente grande a EEUU, es nada más y nada menos que evitar perder mercados ante los BRICS. Ese eslogan es un grito desesperado que pretende volver al pasado y en ese sentido el camino para lograrlo pasa por cuestionar, destruir y deslegitimar el orden institucional internacional surgido luego de la 2ª Guerra Mundial. Consenso de los países que habían derrotado al fascismo y al nazismo, que creyendo haber visto lo peor de la humanidad, entendieron de la necesidad de abrir un espacio para acordar determinados aspectos que aparecían como un nuevo sentido común. Fue así que se creó la ONU y se firmó entre todos los países participantes(entre ellos EEUU) LA Declaración Universal de los Derechos Humanos. Imponer otras reglas en las relaciones internacionales, tratando de ser mano y tener la iniciativa. Ha pateado cuanto acuerdo tenían firmado, declarando a China su enemigo y todo aquel que comercie con ese país, ha insultado y agredido a las Naciones Unidas; en definitiva busca destruir y crear una estado de inestabilidad y de incertidumbre, de tal forma que le permita liderar en ese caos.

La actitud de Trump es la del matón, aquel que en la conquista del oeste se hizo de las tierras a punta de pistola. Es su mentalidad. Buena parte de lo que hace no es más que la continuación de gobiernos anteriores y la defensa del bienestar de los ricos y poderosos. El desguace del Estado de bienestar fue la base de la contrarrevolución de Ronald Reagan. Una forma de hacerse de millones de dólares que circulaban en la esfera pública y transferirlas al sector privado. Por otro lado levantar la idea de la guerra contra las drogas fue un gran argumento que significó un negocio redondo para todo el sistema represivo y la industria armamentista como la escusa para invadir o expandir la influencia militar en América Latina.

Pero Trump va más allá. Destruye lo poco que va quedando en el terreno público y con medidas profundamente desestabilizadoras, movidas aparentemente por un apetito de crueldad y un resentimiento absoluto cuestionando la lógica del propio sistema. Por ejemplo: Negar a los hijos de inmigrantes el acceso a programas de Head Start es punitivo pero fiscalmente trivial. Expulsar a sus padres del país drena la reserva de mano de obra barata de la que depende buena parte de las empresas estadounidenses para sostener sus márgenes. Recortar el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), del que dependen 41 millones de personas —incluidos millones de niños—, acelerará el ya alarmante descenso de la expectativa de vida entre otras acciones.

Frente a estas medidas draconianas y su exultante actitud a nivel internacional nos da la idea de que se llevan todo puesto, inclusive la democracia que hipócritamente invocan cuando les conviene. Stephen Moore, uno de los asesores económicos de Trump, Expresidente del Club for Growth (una organización conservadora con una agenda centrada en la reducción de impuestos y en otras cuestiones de política económica) y miembro tanto del consejo editorial del Wall Street Journal como de la Heritage Foundation, con una brutal honestidad dejó muy en claro sus ideas en 2016: “El capitalismo es mucho más importante que la democracia. Ni siquiera creo demasiado en la democracia”.

Efectivamente la democracia ya no es funcional al desarrollo del capitalismo financiero. Este necesita circular sin trabas ni que le pidan cuentas.

Para esto hay que destruir o vaciar toda institución o Estado que frene la voracidad del capital financiero y lo dicen claramente a voz en cuello.

Existe una línea común en la actualidad en los gobiernos y movimientos de ultraderecha. No ocultan lo que piensan, ni el odio que destilan hacia otros, ni su aversión a la democracia. Es la política del resentimiento, la crueldad y el odio contra todo rasgo de humanidad. Lo vimos en la reciente marcha de la ultraderecha en Londres. Un millón de personas cargadas de ira y odio hacia el inmigrante, en un país que sufrió el bombardeo de la Alemania nazi, con 40.000 civiles muertos en el período de siete meses y 384.000 soldados en combate.

Al decir de Bertoltl Brecht, “el útero del capitalismo sigue siendo fértil, de ahí nace la bestia”.

La humanidad y el planeta entero se encuentra en una encrucijada, en un choque frontal entre las hordas de la deshumanización y las fuerzas de la paz y el humanismo. O triunfan el odio, la desesperanza, la ira, el miedo, la ignorancia de la anti-ciencia, de dioses vengativos y esclavistas o triunfa la vida, la democracia, la solidaridad, la cooperación, la ciencia, el arte y nos damos una segunda oportunidad para construir un mundo mejor, sin prejuicios y con justicia social. No se puede ser indiferente, no existe el medio, es necesario tomar partido y nuestro gobierno debe pronunciarse claramente. ¡No más muertes no más genocidio!

Ya es hora de impulsar la unidad más amplia para derrotar a los caballeros de la oscuridad, a los jinetes del Apocalipsis.

¡La lucha, es aquí y ahora! Salvemos a nuestra pequeña Tierra azul, tierra de grandes promesas que navega por el espacio infinito.

Deja un comentario