Ilustración: “Los dos caminos. Juan Manuel Blanes”
Julio Castillo
El Chasque 213
21/11/2025
Muchos ya han escrito sobre el triunfo del socialista democrático, inmigrante nacido en Uganda y musulmán, Zohran Mamdani, como alcalde de Nueva York.
Para la mayoría fue una gran sorpresa porque aparentemente tenía todas las “enfermedades” que el presidente de EEUU se dedica a combatir en el mundo y en su país. Después del triunfo último de Trump no se vislumbraba la posibilidad de la existencia de un espacio para el desarrollo del pensamiento progresista y menos de su expresión en un hecho de esta magnitud y significado, como fue el triunfo de Zohram.
Ni los escritores más audaces de ciencia ficción lo habrían podido imaginar.
No se lo esperaban. Se les pasó por debajo del radar. Nada menos que en su propia casa. Es un hecho más significativo que el triunfo de Obama, como primer presidente de EEUU de origen afroamericano.
Todos hablan de Zohran y sus características personales como candidato; su juventud, su carisma, pero quizás lo más importante a destacar es lo que implicó para miles de habitantes de Nueva York dar el paso para votarlo a la alcaldía. Si bien el programa o postulados centrales hablan de un propósito de construir una ciudad donde sus habitantes sean el centro, con un enfoque humano y solidario, creemos que esas propuestas no fueron el detonante y sí el soporte para que los neoyorkinos decidieran votarlo. Antes de eso hubo un cambio cultural.
Tuvieron que romper con siglos de barreras ideológicas que hasta ese momento constituían la hegemonía y el sentido común; donde el racismo, el anticomunismo, la islamofobia junto al odio al inmigrante conforman ese contenido y son la base discursiva de Trump y sus secuaces ultraderechistas.
Meses de difamaciones. Meses de sabotaje inclusive desde el establishment demócrata. El propio Clinton se opuso a su candidatura. Acusaciones absurdas de antisemitismo. Y todavía más absurdas insinuaciones de que Zohran Mamdani sería un fundamentalista islámico encubierto que planea imponer la sharía en Nueva York.
Es más que una simple derrota de un discurso o relato donde los malos son los comunistas, inmigrantes, musulmanes, homosexuales, feminismo, los museos y Cien años de soledad. Es la destrucción de una hegemonía conservadora y reaccionaria, es la derrota de una construcción ideológica de larga data y que había funcionado hasta la fecha.
No fue ocultando, ni “suavizando” el discurso, ni eludiendo la confrontación de ideas con los sectores recalcitrantes y elitista de la derecha neoyorkina que Zohran triunfa. Por el contrario lo hace enfrentando y diciendo las cosas como son.
Sin llegar a ser una revolución pensamos que es un quiebre de la realidad política y social de los EEUU que al decir del viejo Marx en el 18 Brumario de Luis Bonaparte: “Europa saltará de su asiento y exclamará exultante: ¡Muy bien, viejo topo!” haciendo referencia al topo de la revolución que excava profundamente en el suelo de la historia y en ocasiones asoma la cabeza. Es la fantasía de quienes gobiernan de que nada cambiará. Pero entonces, cuando menos se lo espera, el viejo topo aparece.
Es lo que más preocupa a los asesores de Trump y teóricos de la derecha y ultraderecha, porque a pesar de haber reunido un ejército de comunicadores, cadenas de medios, redes sociales buscando desacreditar e infundir miedo, a pesar de los millones de dólares que invirtieron los millonarios para evitar el triunfo de Zohran, igual fracasaron.
Steve Bannon ex estratega de Trump advierte sobre la victoria de Mamdani: “Debería haber algo más que alarmas. Debería haber luces rojas intermitentes por todas partes. Este no es Karen Bass. Este no es el tipo de Chicago.
Van a ver a toda una nueva generación de Mamdanis en estas grandes ciudades porque están repletas de inmigrantes, ¿verdad? De ahí provino principalmente su voto, y la izquierda progresista… estos jóvenes se han formado en el sistema de escuelas públicas.
Este es el fruto de lo que la izquierda progresista ha logrado en los últimos 40 o 50 años. Lo vieron esta noche y, amigos, nos espera una dura batalla”.
Por supuesto que Bannon une inmigrante con izquierda y responsabiliza a la educación pública en la construcción de ideas progresistas insistiendo en un falso relato, dándole rostro a un enemigo supuesto para justificar las acciones represivas contra los inmigrantes y la educación pública. (Dicho sea de paso, que suerte tuvimos los uruguayos con la existencia de Varela y su visión de la educación pública, los oligarcas no la vieron venir y fueron más que claro los intentos de Lacalle Pou por destruirla)
Sigue explicando Steve Bannon : “La campaña de Cuomo (demócrata) fue casi como un último suspiro. Llevó a cabo una campaña en la que, bueno, tenía el respaldo del New York Times, el del New York Post, recaudó 40 millones de dólares, salía en televisión, contaba con el apoyo de todos los sindicatos policiales, de todos los sindicatos locales y de todos los líderes sindicales. Pero no sirvió de nada.
Lo que consiguió este chico fue movilizar a 5.000 personas para hacer campaña puerta a puerta en Brooklyn, el Partido de las Familias Trabajadoras y la DSA. La gente debería entender que son la fuerza organizativa en ascenso. Esta noche debería ser una llamada de atención para el movimiento nacionalista populista bajo el mandato del presidente Trump, para que sepan que se trata de personas muy serias y que hay que abordarlas con seriedad”
Zohran ha ganado porque ha hecho por la izquierda lo que Trump hizo por derecha. Confrontó con claridad su postura radical con el statu quo y el establishment, sin preocuparse por perder a los votantes de centro. En definitiva pateo el tarro de los consensos agotados y sin salida para construir una nueva perspectiva de una sociedad más humana.
Como contra cara de la misma moneda, tenemos el ejemplo de Argentina con el triunfo de Milei y su movimiento “La Libertad Avanza”. Aquí también hubo un desplazamiento de la hegemonía cultural o sentido común construido bajo el período de Perón y su filosofía nacional reformista de un Estado presente socialmente. Sin entrar en el largo periplo de la decadencia y desencanto del alegato peronista como respuesta a los dramas de los Argentinos, Milei chocó contra ellos en forma frontal, los cuestionó y en su lugar levantó el argumento radical del anarcocapitalismo, identificando al Estado y a quienes “vivían de él”, -la casta- como responsable de todos los males. A su vez construyó un nuevo sentido común sobre un discurso “libertario” donde cada uno pasa a ser responsable de su vida, haciendo de la voluntad individual y las ganas de progresar los factores determinantes para realizarse, independientemente si nacen en la Villa 31 o en Puerto Madero.
La derecha construye incansablemente una narrativa que culpabiliza al pobre por su propia condición. La gran hazaña, la obra maestra de las clases dominantes fue crear un mecanismo de dominación casi perfecto, donde una parte significativa de las víctimas del sistema defiende con pasión a sus propios victimarios, porque hace suya la lógica moral que justifica la desigualdad como un orden natural.
Masas idiotizadas e ignorantes, intoxicados por un resentimiento comprensible, hastiadas de vivir dándole vuelta a la noria, siempre lo mismo, siempre igual, como en el “mito de Sísifo”, encuentran, en el discurso de la derecha más recalcitrante, un “poder simbólico” que les ofrece una dosis de dignidad moral y una compensación psicológica basada en la denigración de “los otros” la izquierda, las minorías, los vagos, todos aquellos que pueden ser señalados como inferiores en una jerarquía imaginaria de merecimiento.
Lo único que importa preservar es la libertad individual y la propiedad privada, todo lo demás entorpece al desarrollo. No es justo que los dineros de los ciudadanos se destine a políticas públicas para discapacitados, los pobres, los desocupados, los jubilados y menos para la salud pública y la enseñanza pública.
Hay que privatizar todo, salvo el aparato represivo (por el momento).
Sin embargo, contrariamente a su discurso anti casta, ha consolidado una aristocracia rentista, una clase parasitaria que prioriza la preservación de privilegios a expensas del bien común, capturando los recursos del Estado directamente o bajo sistemas de corrupción y de miles de argentinos para beneficio de una minoría cada vez más reducida y más rica. Hasta ahora ha sido el ajuste y saqueo más brutal del capital financiero sobre un país.
Por otro lado la propuesta de Milei fracasó. No lo dijo nadie de izquierda, lo dijo Trump: “Argentina se está muriendo”. Y es cierto, se está muriendo a pesar de los múltiples rescates millonarios, y de acuerdos comerciales que entregan la soberanía de Argentina a los intereses de EEUU.
Entonces, no ganó un programa con propuestas pensada en la gente. Todo lo contrario, ganó la imagen de la motosierra en un país donde impera un gran desprestigio de la política y sus representantes. La derecha se apropió de la idea “del cambio” ante un “progresismo peronista” conservador en donde todo sigue inamovible. Los mismos pobres, los mismos ricos, los mismos dramas de millones.
Las primeras palabras de Milei al saber del triunfo: «Hoy ha sido un día histórico. El pueblo argentino dejó atrás la decadencia y optó por el progreso. Hoy pasamos el punto bisagra. Hoy comienza la construcción de la Argentina grande»
Cabe destacar que además del triunfo de la derecha radical, se agudizó aun más la indiferencia hacia la política y la práctica democrática del voto como herramienta para incidir en los procesos. Doce millones de ciudadanos no fueron a votar porque ya no creen en nada, es decir en la democracia. Y son mayoría. La decepción se convierte en un refugio moral, permitiendo sentirse puro sin tener que hacer nada. Ante este cuadro se abre un horizonte incierto hacia el futuro de Argentina dado que a su vez, en el campo progresista, no se vislumbra perspectiva clara para que surjan propuestas diferentes que construyan una salida a los problemas de los argentinos.
Y Milei en su intención de darle un soporte ideológico y místico al triunfo, señaló en su discurso: “Se dio lo que se tenía que dar: Dios, patria y familia”
Pronunció el mismo eslogan utilizado en su momento por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que debió enfrentar polémicas porque se trata de una expresión que estuvo en auge durante la dictadura fascista de Benito Mussolini, pero que en verdad, tiene otro origen histórico.
Por supuesto nada original, viejos eslóganes traídos desde el fondo de la historia y repetido por aristócratas y la gran burguesía como forma de establecer una razón de sus triunfos y hacer creer a masas ignorantes que Dios tiene algo que ver con la barbarie del gobierno de Milei.
Así lo cuenta Marx en su 18 brumario de Luis Bonaparte: “Durante las jornadas de junio, todas las clases y todos los partidos se habían unido en un partido del orden frente a la clase proletaria como partido de la anarquía, del socialismo, del comunismo. Habían “salvado” a la sociedad de “los enemigos de la sociedad”. Habían dado a su ejército como santo y seña los tópicos de la vieja sociedad: “Propiedad, familia, religión y orden”, y gritado a la cruzada contrarrevolucionaria:”¡Bajo este signo vencerás!”
El Frente Amplio tiene mucho para aprender de estas experiencias. El camino exclusivo del reformismo que pretende y cree hacer más humano al sistema capitalista conduce inevitablemente a la frustración. Esta idea de “gestionar” el capitalismo, controlar y mitigar las consecuencias propias del sistema, muestra en realidad la resignación y negación al cambio y con ello la inevitable derrota de la esencia revolucionaria del pensamiento y acción de la izquierda.
La contrarrevolución trabaja y hará todo lo que esté a su alcance para evitar que la izquierda avance. Lo vivimos aquí y lo hemos visto en gran parte del mundo. Lo vemos en México con la orquestación de movilizaciones por parte de la derecha y ultraderecha buscando desacreditar y debilitar el clima democrático. Nuevamente tenemos la reedición de la triste idea de “américa para los americanos” con las cañoneras surcando agua caribeña y disparando a todo lo que se mueve en una clara acción de provocación sobre Venezuela. Es una señal a lo que están dispuestos para evitar perder su hegemonía.
Según el credo neoliberal, “los dignos y los indignos se revelan a través de la gracia que le otorga el dios del dinero. Toda acción que altere este “orden natural” de ricos y pobres es una intromisión injustificada en la voluntad divina del mercado”.
Todo aquello que frene la expansión del gran capital debe ser destruido.
Por eso no existen atajos ni camino del medio. Existen dos caminos: el que venimos transitando desde la derrota de la revolución artiguista o el otro, que debemos construir, el de la libertad, la justicia social y la derrota del capitalismo. No es una cuestión táctica, por el contrario es estratégica. El único camino que tiene la izquierda es la lucha junto al pueblo por los cambios revolucionarios que permitan conquistar definitivamente la pública felicidad.
