Gramsci. Los Consejos de Fabrica La Comuna
De la experiencia de la Comuna de París y los Soviets, del desarrollo de los Consejos de Fabrica (Turín), Gramsci desarrolla elementos para la organización obrera en las empresas, que traslada a la ciudad, a los barrios. Convencido de la capacidad de los trabajadores para alcanzar la cima de la sociedad, un nuevo orden por ellos creado, a partir de su experiencia en el trabajo mancomunado de la fábrica.
«Y si es verdad que la nueva sociedad se basará en el trabajo y en la coordinación de las energías de los productores, entonces los lugares en los que se trabaja, en los que los productores viven y obran en común, serán mañana los centros del organismo social y tendrán que ocupar la posición de las entidades directivas de la sociedad de hoy. Así como en los primeros tiempos de la lucha obrera la organización por oficios era la que más se prestaba a las finalidades defensivas, a las necesidades de las batallas por la mejora económica y disciplinaria inmediata, así hoy, cuando empiezan a dibujarse y cobran cada vez mayor consistencia en la mente de los obreros los objetivos de reconstrucción, es necesario que surja, junto a la primera y en sostén de ella, una organización por fábricas, verdadera escuela de la capacidad reconstructiva de los trabajadores.»([i]) (Gramsci. 13/09/1919 – A los comisarios de sección de los talleres Fiat-Centro y Patentes).
«En la fase imperialista del proceso histórico de la clase burguesa, el poder industrial de cada fábrica se desprende de la fábrica y se concentra en un trust, en un monopolio, en un banco, en la burocracia estatal. El poder industrial se hace irresponsable y, por tanto, más autocrático, más despiadado, más arbitrario» (Gramsci. El Consejo de Fabrica. 5/6/1920)
Hoy, el poder financiero, ha dado paso a la deslocalización de las empresas multinacionales, distintas formas de la división del trabajo, la logística, la revolución en las comunicaciones y el transporte, la facilidad de movimiento de capitales, nuevas herramientas de la clase dominante para superar sus crisis, aunque en su huida hacia adelante prepare nuevas tragedias.
El proletariado industrial, minero, agrícola ha descendido en números relativos, mientras aumentan los asalariados en los servicios. La tremenda riqueza que es el conocimiento que permite avances en la productividad del trabajo, no ha beneficiado a los trabajadores, sino que llena los bolsillos de unos pocos.
Y a la izquierda, escuchamos que «los cambios» hacen desaparecer la necesidad de enfrentar al Gran Capital, ante su tremenda fuerza que se impone en el mercado y el mundo. Les parece más eficaz «convencerlos» para distribuir mejor, un reparto más justo del producto del trabajo.
Gramsci concebía el Consejo de Fabrica como la experiencia necesaria del obrero para aprender -no solo su oficio- sino a gobernar el proceso productivo, del cual es la pieza fundamental. Turín -donde se desarrollaba esta experiencia- era una ciudad obrera, que ya había vivido dos levantamientos armados. (La Fiat contaba con 120,000 obreros).
«…la «originalidad» del Consejo de fábrica, la única institución proletaria que, por nacer precisamente allí donde no subsisten las relaciones políticas de ciudadano a ciudadano, allí donde no existen para la clase obrera ni libertad ni democracia, sino sólo, y con su mayor crudeza, las relaciones económicas de explotador a explotado, de opresor a oprimido, representa el esfuerzo perenne de liberación que la clase obrera realiza por sí misma, con sus propios medios y sistemas» (Gramsci.Los grupos comunistas 17/08/1920)
«…el proceso revolucionario se realiza en el campo de la producción, en la fábrica, … allí donde el obrero no es nadie y quiere convertirse en el todo..» (Gramsci. El Consejo de Fabrica. 5/6/1920)
El proceso revolucionario debe avanzar en el campo económico, en transformaciones que garanticen soluciones a los trabajadores, a los productores directos, en el acceso a los medios de producción para la gestión social y en la apropiación de los conocimientos para la gestión, para asegurar una distribución equitativa de los productos del trabajo.
La dislocación del mundo que ha traído la pandemia, hoy, muestra la verdadera cara de un sistema basado en la idea que unos pocos y poderosos hombres de negocios, a través de sus magníficas dotes; inteligencia, lucidez, ambición, astucia, eficiencia …y una gran fortuna (que no puede dejar de crecer), son capaces de asegurar una vida digna para el resto de los mortales.
Pero, un microscópico virus ha mostrado cuan equivocados estaban, que puede haber formas más eficientes y humanas para satisfacer las necesidades.
En cambio, las acciones colectivas, solidarias, de las organizaciones sociales, de los ciudadanos en los barrios, incluso las tan criticadas instituciones estatales, las finanzas públicas, han resuelto más en la urgencia; y han mostrado que las «fuerzas del mercado» no fueron nada eficientes a la hora de atender una hecatombe sanitaria, social, económica.
En la ciudad, en el barrio, en la localidad, los trabajadores y vecinos se organizan para dar la batalla.
Gramsci planteaba:
«Se debería tender a incorporar al comité del barrio representantes también de las demás, categorías de trabajadores que vivan en el barrio: camareros, cocheros, tranviarios, ferroviarios, barrenderos, empleados privados, dependientes, etc.»(Gramsci. El programa de L’ordine Nuovo 28/08/1920)
…»Ese sistema de democracia obrera (completado por organizaciones equivalentes de campesinos) daría forma y disciplina permanentes a las masas, sería una magnífica escuela de experiencia política y administrativa, encuadraría las masas hasta el último hombre, acostumbrándolas a la tenacidad y a la perseverancia, acostumbrándolas a considerarse como un ejército en el campo de batalla, el cual necesita una cohesión firme si no quiere ser destruido y reducido a esclavitud.» (Gramsci. Democracia Obrera 21/06/1919)
Hoy, a 100 años, tras grandes cambios, la ciencia, la técnica, en el mundo del trabajo, las relaciones de producción, la economía, resurge esa necesidad, de encontrarnos en la Comunidad, donde se vive y trabaja, vecinos, jubilados, cuenta propistas, estudiantes, dueños de comercios, industrias y servicios, parte esencial de ese nuevo orden social, más democrático, que «no quiere ser destruido y reducido a esclavitud.»
En cada barrio, ciudad o localidad, la unidad de la lucha de trabajadores, vecinos, ciudadanos por resolver sus necesidades más elementales, trabajo, alimento, vivienda, salud, educación, cultura, deporte, recreación, para que el conjunto de bienes y servicios, necesarios para la vida lleguen a todos, con la participación de todos.
La Comunidad organizada, como lo muestran hoy cientos de ollas populares para ayudar a los más necesitados, prontos a tomar los distintos problemas y necesidades, coordinando entes si, con sectores productivos y con distintas instancias de gobierno.
«Ese sistema de democracia obrera .. daría forma y disciplina permanentes a las masas, sería una magnífica escuela de experiencia política y administrativa»
ADMINISTRATIVA. Es interesante la importancia que Gramsci le da a los temas administrativos, de gestión, a las «pequeñas cosas» en la organización de la producción, la economía la sociedad. De igual manera podemos leer en Marx, cuando analiza la Comuna de París y la cuestión del Estado, Lenin cuando menciona a «inspectores y contables» para una eficaz administración.
Lo mismo vemos en el Che, al frente del Ministerio de Industrias en Cuba o al criticar el Socialismo de la URSS, preocupado por los mínimos detalles de la gestión, el control de los inventarios, la calidad del trabajo, la disciplina y entrega del obrero, la iniciativa y de todo el proceso productivo y económico. Que no se desviara el producto del trabajo colectivo hacia unos pocos arribistas.
La burocracia y el descontrol, terminaron destruyendo la obra por la cual dieron su sangre, su trabajo, sus vidas cientos de millones de hombres y mujeres en el mundo. Es desde los pequeños actos diarios, como se señaló y lo demuestra la historia, que unos pocos se adueñaron del mando.
Por ello, un nuevo orden social, una nueva forma de hacer política, donde los trabajadores y el pueblo con su participación sean capaces de frenar los apetitos personales tanto del Gran Capital como el de algunos compañeros de ruta. No sólo la propiedad, la gestión también debe socializarse, los conocimientos, la información.
La educación en todos los ámbitos es el único remedio, el obrero no sólo debe conocer su oficio y hacer un buen trabajo, debe aprender a administrar, saber los secretos de los «inspectores y contables» y el control.
Marx identificaba la próxima sociedad sin explotados ni explotadores, como el fin de la prehistoria de la humanidad, en la cual se pasaría «De la administración de los hombres a la administración de las cosas».
La clave para que esos cambios sean posibles, es la conciencia del Hombre.
[i] (Gramsci. 13/09/1919 – A los comisarios de sección de los talleres Fiat-Centro y Patentes)
