Pablo Reveca
El Chasque 148
26/07/2024
El gobierno de la RPCH considera que en las relaciones internacionales no sirve el juego de suma cero, sino que la cooperación internacional puede hacer ganar a las dos partes.
El imperialismo estadounidense por su agresividad intrínseca, no puede concebir semejante idea. Las posturas provocativas de Trump contra China, profundizadas por el presidente Biden, son una muestra de ello. El complejo militar-industrial de EE.UU. necesita reeditar en otro contexto histórico algo parecido a la Guerra Fría.
Pero la paciencia china es sabia. Firmes pero graduando las respuestas con sentido estratégico. Si los yanquis no pudieron con China en la Guerra de Corea cuando la diferencia tecnológica era abismal, menos ahora que China es una potencia mundial y lidera aspectos fundamentales de las nuevas tecnologías.
Dejemos que hable Xi Jinping:
“La tendencia del mundo es majestuosa, los que sigan la tendencia prosperarán y los que vayan en contra, perecerán. Para seguir el ritmo de la época no se puede vivir en el siglo XXI con el pensamiento todavía detenido en el pasado, en la vieja época de la expansión colonial o en el juego suma cero de la Guerra Fría.
Ante los profundos cambios en la situación internacional y la exigencia objetiva del mundo de navegar como los pasajeros de un barco, los países deben aunar fuerzas en el establecimiento de un nuevo tipo de relaciones internacionales centradas en la cooperación y el beneficio mutuo y todos los pueblos deberán trabajar juntos para salvaguardar la paz mundial y promover el desarrollo común.”
Esto decía el presidente Xi Jinping en marzo de 2013 en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, cuando empezaba a consolidarse la alianza estratégica con Rusia. Ambas partes han leído de manera crítica a Mackinder y Haushofer.
En la tradición diplomática, milenaria de los chinos, éstos durante cientos de años jamás se propusieron conquistar y subyugar a aquellos pueblos que se le oponían.
Hoy la diplomacia y la política exterior de China es un caso único para una potencia económica y militar. China desarrolla vínculos con el extranjero en ámbitos de cooperación variados, donde se busca de verdad el beneficio mutuo, sin inmiscuirse en los asuntos internos de los países. Un “imperio” sin imperialismo. Esto es un diferencial en la historia de las relaciones internacionales.
En 2012, con Xi Jinping empieza una nueva etapa en la política exterior china. En base a una actitud creadora en la teoría y práctica diplomática, no solo por los aspectos tácticos y coyunturales, sino con aquellos que apuntan al largo plazo y de alcance estratégico.
Entre esos objetivos estratégicos está el objetivo cumplido en medio de la pandemia: terminar con la pobreza absoluta. Fueron sacados de la misma en nueve años, 100.000.000 de personas. El objetivo a mediano plazo, es transformarse en una sociedad modestamente acomodada. ¡Y lo están cumpliendo! Y el verdadero enemigo de la humanidad lo ve y se resiste a perder poder mundial y por eso aumenta la agresividad, ahora con Biden. Eso está en el fondo de la guerra en Ucrania y el ataque despiadado contra los palestinos.
EE.UU. hace un buen rato que se da cuenta del éxito del socialismo con particularidades chinas. Cada vez más recurre a la provocación diplomática, y militar en el Mar de la China.
China no necesita tener bases militares a excepción de una en Yibuti para asegurar el tráfico de sus barcos por una zona estratégica del mundo.
China busca incentivar las buenas relaciones con las principales potencias; procura mantener buena vecindad con los 14 países con los cuales tiene fronteras comunes. Al día de hoy China se ha convertido en el mayor socio comercial de 128 países.
Un asunto de carácter estratégico es la aplicación científica – nada de improvisación- entre teoría y práctica diplomática, con una visión amplia y anti dogmática del mundo, anclado en un pensamiento estratégico con alta capacidad de gestión que asegura eficiencia en el estudio de los tiempos políticos y las oportunidades estratégicas.
