Honor y gloria para Luis Eduardo Arigón

Fuente: El Popular

El Chasque 157
27/09/2024

Hoy supimos que los restos recuperados en el Batallón 14, de Toledo, corresponden a Luis Arigón. Luis Eduardo Arigón Castel, fue detenido en la madrugada del 14 de junio de 1977, en un operativo militar, conducido al centro de detención clandestino de La Tablada, dependiente del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas y asesinado.

Arigón, nació el 18 de febrero de 1926 en Montevideo, estaba casado, tenía dos hijas y vivía en la calle Belgrano, en la zona de La Blanqueada, era empleado de una librería, dirigente de FUECI y de la CNT, militante del PCU y el FA, con responsabilidades en la resistencia clandestina a la dictadura fascista. En su militancia contra la dictadura usaba el seudónimo de Ignacio. Fue secuestrado el 14 de junio de 1977, según testimonios de varios de sus compañeros, conducido a la base clandestina de detención de La Tablada, torturado salvajemente y asesinado en la tortura. Previamente, el 1 de Mayo de 1977, Arigón había sido detenido por Inteligencia de la Policía en el marco de una investigación contra el PCU y luego liberado.
Arigón es detenido en el marco de una operación contra la CNT clandestina y contra el PCU, entre mayo y junio de 1977,

La Tablada era un centro de detención y tortura donde estuvieron cientos de compañeras y compañeros y allí fueron desaparecidos un número muy importante de militantes, que estuvo activo entre 1977 y 1983. Dependía directamente del Comando del Ejército.

Según el testimonio de su familia el operativo de su secuestro fue comandando por un hombre de civil, rubio y Arigón fue conducido desde su casa en una camioneta militar.

Su esposa, Sara Barrocas, brindó testimonio de su secuestro, el mismo está contenido en la denuncia que realizó ante el Juez Letrado de Primera Instancia en lo Penal de 4to. Turno en 1985, en una causa que después fue bloqueada por la Ley de Impunidad.

Barrocas declaró: “A la hora 0.30 del día 14 de junio de 1977, en nuestro domicilio conyugal de la calle Belgrano 2872 Ap. 201, nos despertaron golpes de armas contra la puerta de nuestro departamento, e identificándose como integrantes de las Fuerzas Conjuntas, ingresaron al mismo. Comandaba el operativo una persona vestida de particular, acompañada de cuatro soldados. Obligaron a que les entregara la documentación de mi esposo y sometieron nuestro domicilio a una minuciosa inspección, incluso el dormitorio de nuestras hijas las cuales se encontraban durmiendo. Luego de revisar el departamento, comienzan a llevarse libros de la biblioteca, incluso textos escolares, a vía de ejemplo “Artigas y la Patria Grande”. Mi esposo fue preguntado si tenía algún elemento escrito o panfleto perteneciente al Partido Comunista. Concluido el allanamiento e interrogatorio fui obligada a firmar una hoja mimeografiada mediante la cual se hacía constar que habíamos sido tratados correctamente. Acto seguido, hacen abandono de nuestro hogar, llevándose detenido a mi esposo. Le pregunté adónde lo llevaban y me respondieron: “a partir de este momento queda a disposición de las Fuerzas Conjuntas”. Nos acercamos con nuestras hijas a la ventana y pudimos observar lo siguiente: que los libros que retiraron eran depositados en la valija de un automóvil marca Fiat, de color blanco, en tanto mi esposo era obligado a entrar conjuntamente con los cuatro soldados en una camioneta militar”.

Tres de sus compañeros de lucha contra la dictadura testimoniaron sobre su presencia en La Tablada y las circunstancias de su muerte.
Eduardo Platero, dirigente de ADEOM y de la CNT, militante del PCU, detenido el 13 junio de 1977 y conducido a La Tablada, dijo: “En el transcurso de esos 40 días en La Tablada, en dos oportunidades murió gente cerca de mí. En una oportunidad, estimo que fue en la primera sesión de torturas, que comenzó en la madrugada del 14 y prosiguió, en lo que yo estimo, nueve días, estando colgado, a mi lado estaba un hombre que respiraba penosamente; los custodias discutían si aguantaría o no, por sus precarias condiciones. En un momento dejó de respirar y nos bajaron a ambos, chocaron nuestros cuerpos. Se trataba de una persona corpulenta, lo que me hace suponer que pudo haber sido Arigón; las otras personas desaparecidas en ese período (Baliñas y Tassino) no responden a esas características físicas (…)”.

Juan Ángel Toledo, dirigente del Congreso Obrero Textil, de la CNT y del PCU, dio su testimonio ante la Comisión Investigadora Parlamentaria sobre situación de personas desaparecidas: “(…) Que fue detenido en la madrugada del 14 de junio de 1977 y conducido a La Tablada. (…). Tengo la certeza de que allí estaba Arigón. Oí que una detenida lo llamaba por su seudónimo Ignacio. Estuvo allí 40 días. Cuando estaba esperando que lo trasladaran presenció hechos vinculados con Arigón. (…) Era su voz, era una persona que deliraba, que había sido muy golpeada; era alguien que permanentemente estaba pidiendo comida a cualquier hora; uno veía que estaba desequilibrado y la respuesta que le daban era golpearlo continuamente al punto que un hombre dijo que estaba orinando sangre. Sentí que lo habían trasladado a una pieza que estaba a la derecha del patio donde yo estaba sentado en ese momento. Allí llegó un médico. Pude oír las conversaciones y que dijeron: “Hay que llevarlo rápido que se queda”. Al rato se dejó de sentir la voz, los quejidos de quien supongo era Arigón. Pusieron una camilla prácticamente a mis pies y depositaron allí a una persona. (…). Su cara era irreconocible por la barba, tenía el torso desnudo, como si le hubieran hecho masaje para reanimarlo; estaba rígido. Un guardia dijo: “hay que aflojar la mano; es el tercero que se nos muere en un mes” (…).

Milka Baubeta, compañera de militancia de Arigón, lo conocía desde 1965, declaró lo siguiente ante Juzgado Letrado de Primera Instancia de lo Contencioso Administrativo.: “Fui detenida en la madrugada del 14 de junio de 1977 en ese establecimiento, “La Tablada” (…). Ante la pregunta de si vio a Arigón y cuál era su estado físico, Baubeta responde que efectivamente vio a Arigón en La Tablada y que su estado físico era “realmente deplorable. Y su estado síquico, de acuerdo a su estado físico era desesperante. (…) (era interrogado sobre) un viaje a Cuba que él decía no haber realizado, sino que había realizado uno a San Pablo en la fecha que le preguntaban. En referencia a la pregunta sobre el tratamiento a los detenidos en La Tablada dice: “(…) Permanentemente allí nos castigaban, nos tiraban del cabello, nos daban punta pies, pero además nos metían la cabeza en un balde lleno de materias fecales, de orines, era un olor repugnante. En un momento que me levantaron la venda vi a Arigón con el cabello empapado y la cara como machucada. Lo vi dar unos pasos y no podía caminar, se caía. En referencia a la pregunta sobre si Arigón puede haber sido liberado o fugado del lugar de detención, Baubeta responde “No creo eso de ninguna manera” y continúa diciendo “(…) Una noche oí a un torturador que decía: “Gracias a Dios que te has muerto y no te tengo que seguir pegando” y la voz que se iba apagando era la de Arigón. (…) Una noche oí gritar a un torturador: “Se muere, se muere, yo no soy culpable de este crimen sáquenlo de aquí”, Otro dijo: “llévenlo a un Hospital” y otro dijo “no, tírenlo al mar”. Lo vi dar unos pasos y no podía caminar, se caía”.

Según establece una investigación de la Secretaria de Derechos Humanos para el Pasado Reciente que funcionó en Presidencia de la República durante los gobiernos del Frente Amplio: “A lo largo de 1977 se distinguen dos líneas represivas claramente direccionadas por parte de las fuerzas coordinadas por OCOA de la División de Ejército I: una contra la Fracción Sindical del P.C.U. -núcleo principal, aunque no exclusivo, de la actividad clandestina de la C.N.T.-, con epicentro entre junio y julio de 1977 otra acción principal en el mismo período fue la dirigida contra la U.J.C., entre junio y setiembre de 1977. El operativo contra la Fracción Sindical del P.C.U. tuvo como resultado la muerte de un militante comunista (Humberto Pascaretta Correa) y la desaparición de otros cuatro (Luis Eduardo Arigón Castel, Óscar José Baliñas Arias, Óscar Tassino Asteazú y Amelia Sanjurjo Casal). Esta escalada represiva no puede desprenderse del nuevo contexto institucional que la dictadura quiso aplicar en el área laboral. En febrero de 1977, el Poder Ejecutivo decretó la constitución de Comisiones Paritarias. Este marco regulatorio de las relaciones laborales suponía la creación de ámbitos de negociación entre empresarios y trabajadores, exclusivamente a nivel de empresa, como parte de un intento de la dictadura por mejorar su imagen a nivel internacional. Ante la lenta puesta en práctica de dichas Comisiones por parte de las patronales, los trabajadores organizados clandestinamente en la C.N.T. se propusieron tomar la iniciativa y agilizar su funcionamiento, entendiéndolas como un espacio de lucha y organización que confluyera en la movilización contra la dictadura. Los militantes sindicales del P.C.U., notorios impulsores, aunque no exclusivos, de las actividades de la C.N.T., vivieron a partir del mes de mayo una fuerte persecución de las fuerzas dictatoriales”.

Es decir que Arigón fue asesinado y desaparecido por defender los derechos de las y los trabajadores aún en dictadura, en el marco de la lucha general de resistencia contra el fascismo.

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