Pablo Reveca
El Chasque 182
11/04/2025
La Revolución Rusa abrió una etapa de transición del capitalismo al socialismo. El llamado siglo corto. Terminó esta etapa con la implosión del socialismo real europeo a comienzos de la década del 90 del siglo pasado.
Empezó una etapa donde triunfó momentáneamente la hegemonía imperialista liderada por EE.UU, que ganó la Guerra Fría. Fukiyama hablaba del fin de las ideologías. Y que se abría una era neoliberal globalizada, donde el mundo ordenado por reglas occidentales y capitalistas había venido para siempre. Era el fin de la historia…
Discusión al margen, no era tan así. Pero a casi nadie se lo ocurría decir tajantemente otra cosa. En el año 2000, en una década de globalización, donde en casi todo el mundo “triunfaba” el Consenso de Washington, casi nadie tenía en el radar el crecimiento vertiginoso de la RPCH, gobernada por los comunistas.
Los BRICS no existían. Algunos intelectuales occidentales e incluso yanquis empezaban a ver lo que se llamó el malestar de la globalización.
En el centro del análisis estaba a fines de los noventa la crisis de los tigres asiáticos y de Rusia.
De Yeltsin a Putin
Con la caída de la URSS, tomó las riendas rusas Boris Yeltsin que dominó todo una década hasta el año 2000, que asumió Putin.
Con apoyo de EE.UU y el FMI se produjo en Rusia la mayor y más acelerada privatización de la historia. Se privatizó todo. “Triunfaba” el fundamentalismo del mercado capitalista. Al mismo tiempo que surgía una oligarquía corrupta que detentaba el poder; aumentaban la desigualdad y la pobreza.
Yeltsin pisoteando al Parlamento inició ese proceso de privatización por decreto. Rusia se transformó en el paradigma de lo que Naomi Klein llamó con acierto “La Doctrina del Shock” o “El Auge del capitalismo del Desastre”.
En el período 1940-1946 la producción industrial en la URSS cayó un 24%. En el período 1990-1999 la producción industrial cayó un 60%.
¿Por qué?
Porque el programa del FMI de estabilización, liberalización y privatización no fue un programa de crecimiento.
Las privatizaciones fueron para los amigos de Yeltsin. La privatización junto con la apertura de los mercados de capitales, no solo no creó nueva riqueza sino que liquidó los activos rusos.
La oligarquía usando su influencia política, tras pagar salarios de miseria sin respetar leyes sociales, sacó para el exterior miles de millones de dólares para Suiza y otros paraísos fiscales. La misma política del capital financiero especulativo, impulsada por el FMI, que arruinó a los tigres asiáticos, endeudó y arruinó a Rusia.
Mientras el gobierno de Yeltsin pedía miles de millones de dólares al FMI, y se endeudaba cada vez más, los oligarcas se llevaban fortunas para fuera del país. El FMI permitía al gobierno abrir cuentas de capital y el libre flujo de fondos, facilitando la fuga de capitales al exterior.
Era tanto lo que estaba en juego para el imperialismo yanqui que permitieron, a sabiendas de que Rusia era uno de los países más corruptos del mundo, que el FMI indujera a endeudarse más en dólares y menos en rublos. Las tasas de interés en rublos eran muy superiores a la tasas en dólares.
Se fue creando una expectativa de devaluación, que finalmente ocurrió y Rusia no pudo pagar los créditos en dólares. El FMI fue el principal responsable que esto ocurriera.
El FMI, el BM y el gobierno de Japón salieron al rescate, después que estalló la crisis. No tenía sentido mantener el tipo de cambio. El programa fallaba por la base productiva que había caído abruptamente.
Solo tres semanas después del préstamo de rescate, Rusia anunció la suspensión de pagos unilateral y la devaluación del rubro. La moneda se terminó de hundir.
En enero de 1999 el rublo había caído un 45 % respecto a julio del año anterior. Los anuncios del martes 17 de agosto de 1998 provocaron una crisis financiera global, donde ni EE.UU quedó indemne.
El FMI prestó dólares a Rusia y Rusia a su vez entregó se los entregó a sus oligarcas para que los sacaran del país; también los banqueros de inversión de Wall Street sacaron todos los dólares de Rusia.
Fue escandalosa el aumento de la pobreza y la desigualdad.
En 1989 apenas el 2% de los rusos estaban en la pobreza. A finales de 1998 la pobreza era del 24% y más del 40% vivía con 4 dólares diarios, según encuesta del Banco Mundial.
Los niños, vivían más del 50%, en hogares pobres.
Los niveles de desigualdad alcanzados bajo el régimen de Yeltsin eran comparable, con los peores niveles de desigualdad mundial.
Gracias a la globalización triunfante, Rusia logró el peor de los mundos posibles. Una enorme caída de su actividad y crecimiento la desigualdad. Bajó la esperanza de vida al nacer en solo 10 años. Estuvo muy por debajo de los 70 años.
Todo esto empieza a cambiar desde el año 2000, cuando la conducción pasa a manos de Putin.
El gobierno de Bush se comió la pastilla. Creyeron que trataban con la continuidad de lo anterior. Subestimaron al espía de la KGB, poliglota y abogado, además de experto en temas militares.
Putin en un proceso, fue pasando de una economía financiera a una economía productiva. El Estado recuperó recursos estratégicos y le marcó la cancha a los oligarcas. Algunos terminaron presos y otros se fueron. Le hizo caso al gran estratega, ministro de RR.EE de Gorbachov, General de la KGB, Presidente del Soviet de la Unión en 1989, luego en 1991 Jefe de la KGB y Director del Servicio de Inteligencia Ruso (SVR). Ministro de RR.EE de Yeltsin de 1996 a 1998: Yevgueni Primakov.
Después de la renuncia de Yeltsin en diciembre de 1999 y que asume Putin el 4 de febrero de 2000, después de derrotar en las elecciones a Primakov, éste pasó a ser asesor de Putin. Al que le recomendó el 11-12-2007, terminar con las dos amenazas principales de Rusia:
1-El neoliberalismo y los oligarcas.
2-Los que hacen negocios con el Estado.
Además la llamada doctrina Primakov establecía que el futuro estaba en ASIA, en el RIC –Rusia, India y China-.
Si tomamos los hechos como criterio de verdad, a Putin no le ha ido tan mal. Rusia hoy es la 4ª potencia económica mundial después de China, USA y la India.
Lo que no pudo la URSS con EE.UU durante la Guerra Fría; el pacto de Varsovia con la OTAN; hoy Rusia sola, en la guerra proxi en Ucrania, está derrotando a la OTAN ampliada a 32 países.
Esto por sí solo, es un cambio en el mundo. Rusia es uno de los puntales de los BRICS+ junto con la RPCH que está construyendo el socialismo con características chinas, que a paridad de compra, es la primera potencia mundial.
Estas dos cosas están detrás del cambio de época. Los aranceles de Trump expresan el fin de una época – el fin de la globalización como la conocimos- y el transcurso de una nueva. Se consolidan los BRICS+ como bloque alternativo al imperialismo unipolar, que resiste peligrosamente y contradictoriamente, ante su derrota económica y militar.
