¿Qué está pasando en África? Reflexiones sobre casos de nuevas economías africanas, desde la Alianza de Sahel a Zimbabwe

Fuente: Revista Ecociencias
Por Claudio Pérez Anabalón | CEO Eduprisma

El Chasque 195
18/07/2025

En África, los países no son pobres; han sido empobrecidos”.
Traoré: “El futuro no nos será concedido. Lo vamos a construir con nuestras manos”.

Recuerdo con claridad una investigación que realicé durante mi MBA, hace una década, sobre la economía de Ghana. Me sorprendió profundamente descubrir que este país africano, tan a menudo asociado en los medios con pobreza y crisis humanitarias, era en realidad una potencia en recursos naturales: oro, cacao, bauxita, petróleo. Sin embargo, lo más chocante fue confirmar que, pese a esta riqueza evidente, los beneficios de dicha abundancia no llegaban al pueblo ghanés. Multinacionales extranjeras controlaban la extracción, el procesamiento y hasta la exportación de materias primas, mientras que la mayoría de la población vivía con ingresos mínimos. Entendí desde el análisis económico puro y duro el concepto de una “riqueza robada con elegancia legal”, y desde entonces no he dejado de preguntarme cómo podría un país del Sur Global revertir esa lógica histórica.

Hoy, años después, vuelvo a mirar hacia África, esta vez hacia Burkina Faso. Lo que está ocurriendo ahí es mucho más que una noticia internacional: es una señal poderosa de que otra economía es posible.

  1. Los albores de la economía de la era post neoliberal de Burkina Faso:

Bajo el liderazgo del joven presidente Ibrahim Traoré, Burkina Faso ha comenzado a trazar un nuevo rumbo que está llamando la atención del mundo entero. En un contexto continental marcado históricamente por la dependencia económica y el neocolonialismo, el país ha tomado decisiones que rompen con las lógicas tradicionales del libre mercado, apostando por un modelo económico soberano, centrado en el bienestar del pueblo y con una mirada clara hacia la industrialización con identidad propia.

Uno de los hitos más simbólicos y potentes ha sido la ruptura con la influencia francesa sobre los recursos naturales del país. Burkina Faso no solo ha expulsado a las fuerzas militares francesas, sino que ha recuperado el control sobre sectores estratégicos como la minería, la agricultura y la energía. Esto no es solo un gesto político, sino un acto económico con implicancias estructurales: la riqueza generada comienza, por fin, a beneficiar a la población local.

Pero quizás lo más innovador ha sido el impulso hacia la industrialización con manos propias. Mientras gran parte del continente sigue atado a la exportación de materias primas sin valor agregado, Burkina Faso está invirtiendo en desarrollo tecnológico nacional. Un ejemplo emblemático es la creación de su industria automotriz eléctrica, que ya compite en funcionalidad y eficiencia con gigantes como Tesla. Estos vehículos, diseñados y ensamblados por ingenieros locales, son símbolo de una economía que se atreve a pensar desde sí misma, sin esperar validación externa.

¿Una economía africana post-neoliberal?

El modelo impulsado por Traoré no encaja cómodamente en ninguna de las etiquetas tradicionales: no es un calco del socialismo clásico, tampoco del neoliberalismo ni de la llamada “tercera vía”. Es una propuesta híbrida, centrada en la soberanía, la justicia económica y la innovación tecnológica, que se construye con pragmatismo desde la realidad africana.

Las decisiones de política económica buscan asegurar que los recursos se queden donde fueron extraídos, que la cadena de valor se integre al territorio, y que las inversiones respondan a un plan de desarrollo nacional, no a intereses de corto plazo de empresas extranjeras. Esto rompe con la lógica neoliberal que ha dominado gran parte del Sur Global, donde se promueve la “apertura al mundo” sin un verdadero plan nacional de fortalecimiento económico interno.

Este enfoque, lejos de caer en el aislacionismo, propone otra forma de globalización: desde el Sur, con dignidad y autodeterminación.

¿Y si miramos desde Sudamérica?

Las experiencias transformadoras deben inspirar redes y resonancias entre los pueblos. Lo que ocurre hoy en Burkina Faso resuena con nuestras propias tensiones en Sudamérica.

Chile, por ejemplo, es el mayor productor de cobre del mundo, pero exportamos ese cobre como materia prima, muchas veces extraído por compañías extranjeras, y luego lo importamos transformado en alambre, baterías o tecnología con alto valor agregado desde Asia y Europa. Es el mismo ciclo de dependencia que vimos en Ghana, que hoy desafía Burkina Faso.

¿Y si nos atreviéramos a pensar diferente? ¿Y si promoviéramos verdaderos polos de industrialización nacional o regional, que transformen nuestros recursos naturales con conocimiento propio, ciencia local y cadenas de valor justas? ¿Y si nuestras universidades, centros de investigación y comunidades se articularan para no solo estudiar el territorio, sino también transformarlo?.

Imaginar otros futuros

Burkina Faso está demostrando que el Sur Global puede levantarse con dignidad, que se puede gobernar desde la soberanía sin caer en los extremos, que se puede innovar desde nuestras raíces sin copiar modelos externos.

Mirar hacia África hoy no es un gesto de exotismo ni de solidaridad lejana. Es una oportunidad para aprender, para reflexionar y, sobre todo, para atrevernos a actuar. Porque al final del día, las preguntas que surgen desde Burkina Faso son también nuestras:

¿Quién controla nuestros recursos?
¿Qué valor estamos creando desde nuestros territorios?
¿Cómo transformamos nuestros modelos económicos en verdaderas herramientas de emancipación?

Nosotros creemos que es tiempo de responder desde la acción, desde la educación, desde la creación colectiva de futuro. Porque otra economía ya está naciendo. Solo hay que tener el coraje de verla… y construir la nuestra.

Es bueno revisar argumentos, y contra argumentos.
En contra: Dudas y críticas en torno al modelo económico de Burkina Faso bajo el liderazgo de Ibrahim Traoré

Los procesos históricos son complejos, contradictorios y no caben en etiquetas simples. Por eso, tras la esperanza que nos inspira el giro soberano de Burkina Faso bajo el liderazgo de Ibrahim Traoré, también sentimos la responsabilidad de explorar las dudas, críticas y advertencias que este modelo ha generado, tanto dentro como fuera de África. Porque si queremos aprender de otras experiencias, debemos hacerlo con honestidad y espíritu crítico.

  1. Autoritarismo y concentración de poder

Uno de los principales cuestionamientos al gobierno de Traoré es su carácter marcadamente autoritario. Tras llegar al poder mediante un golpe de Estado en 2022, el joven presidente suspendió la constitución, disolvió la Asamblea Nacional y se proclamó jefe de Estado de transición. Desde entonces, el país no ha celebrado elecciones, y las voces opositoras —incluidos periodistas, defensores de derechos humanos y líderes civiles— han reportado persecuciones, censura y detenciones arbitrarias.

Si bien muchos justifican estas medidas como necesarias en un contexto de guerra contra el terrorismo y crisis institucional, otros temen que este modelo de “democracia suspendida” se convierta en norma, y que el costo de la soberanía económica sea la pérdida de libertades fundamentales.

  1. El fantasma de la militarización

La figura de Traoré ha sido construida como la de un “Capitán del Pueblo”, un líder joven, austero y nacionalista. Sin embargo, su poder está profundamente ligado al aparato militar. Esto ha generado preocupación sobre una posible deriva hacia un modelo de Estado cuartelizado, donde las decisiones clave no se tomen en espacios democráticos ni deliberativos, sino entre generales, comandos y círculos cerrados.

El riesgo aquí es que el discurso de liberación económica sea utilizado para justificar el monopolio del poder y la exclusión de cualquier forma de disidencia, en nombre de la estabilidad nacional.

Estalla la controversia por declaración del General Langley sobre Burkina Faso: En una reciente entrevista, el general estadounidense Michael Langley declaró que Burkina Faso es “el nuevo epicentro del terrorismo global”. La afirmación ha desatado indignación en toda África y entre observadores internacionales, con muchos calificándola como una declaración peligrosa y sin fundamento.

Los críticos advierten que esta retórica recuerda a las antiguas justificaciones para intervenciones militares extranjeras, como las que llevaron al derrocamiento de Muammar Gaddafi en Libia.

“Este es un libreto conocido. Ya hemos visto cómo las afirmaciones de lucha contra el terrorismo se han utilizado para desmantelar liderazgos africanos fuertes en nombre de la ‘libertad’. Pero, ¿de qué libertad estamos hablando realmente?”.

Las tensiones aumentan mientras varias naciones africanas se preparan ante lo que algunos temen podría ser el primer paso hacia una nueva injerencia extranjera en la región.

  1. Aislamiento internacional y riesgo económico

El viraje de Burkina Faso hacia la ruptura con Francia y su retiro de la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) ha sido leído por algunos analistas como una forma de autonomía radical.

Sin embargo, esto también ha traído consecuencias económicas difíciles: sanciones, pérdida de acceso a financiamiento internacional, y crecientes dificultades para importar bienes esenciales, lo que ha derivado en inflación y escasez.

Aunque la apuesta por la autosuficiencia es inspiradora, los detractores alertan que el país podría estar aislándose en un mundo globalizado sin tener aún la capacidad productiva ni tecnológica para sostenerse en el mediano plazo.

  1. Simbología vs transformación estructural

Hay voces que advierten que algunos de los gestos más llamativos del gobierno —como la creación de vehículos eléctricos o la nacionalización de minas— son aún más simbólicos que estructurales. Se acusa al gobierno de magnificar logros con fines propagandísticos, sin una transformación real del aparato productivo o del modelo educativo.

Por ejemplo, la industria automotriz emergente aún depende de componentes importados y no ha demostrado, según algunos economistas, capacidad de escalar de forma sostenible. La pregunta crítica aquí es: ¿hay un plan real de desarrollo industrial, o solo una narrativa de autosuficiencia?

  1. El futuro incierto del modelo

Muchos modelos en la historia del Sur Global han comenzado con fuerza simbólica y discursos soberanos, pero han naufragado en el pragmatismo, la corrupción o la falta de institucionalidad. Los críticos del modelo burkinés señalan que, sin mecanismos de control ciudadano, sin prensa libre ni sistema judicial independiente, el proyecto podría caer en lo que han sido tantas otras promesas revolucionarias: un régimen fuerte sin transformación profunda.

Además, alertan que la dependencia del carisma de Traoré, y no de instituciones consolidadas, pone al país en riesgo ante cualquier crisis política o de sucesión.

Desde este lado del Atlántico, no podemos ignorar estas advertencias. Si bien compartimos la necesidad de modelos económicos soberanos y de una mayor justicia territorial, también sabemos —por experiencia propia— que los atajos autoritarios, la falta de participación ciudadana y la sobre concentración del poder tienden a generar retrocesos profundos.

Nuestros países también han vivido intentos de industrialización forzada, de nacionalización sin planificación, y de populismo mal entendido como soberanía. La lección, quizás, es que el desarrollo con dignidad requiere tanto autonomía económica como democracia robusta, tanto innovación productiva como participación comunitaria.

La experiencia de Burkina Faso es valiosa, pero no perfecta. Es un experimento audaz, sí, pero también frágil. Nos invita a pensar más allá de los modelos económicos tradicionales, pero también nos recuerda que el camino hacia la emancipación debe cuidarse de no convertirse en otra forma de dominación.

Miramos a Burkina Faso no con ojos de admiración ciega, sino con un respeto atento. Porque lo que se está intentando allá puede ser semilla de algo nuevo… si se cuida, se escucha y se construye con todos y todas.

A favor: Un nuevo modelo africano: dignidad, innovación y resultados desde Burkina Faso

La historia no está escrita: se está escribiendo. Y lo que está ocurriendo en Burkina Faso no es solo una noticia lejana: es un capítulo nuevo que irrumpe con fuerza en la narrativa global, y que desafía siglos de colonialismo, dependencia y estigmas sobre África y el Sur Global.

Mientras organismos financieros internacionales, potencias extranjeras y medios occidentales anunciaban caos, colapso e inestabilidad, el pueblo burkinés ha demostrado lo contrario: resultados, coherencia y coraje. Bajo el liderazgo de Ibrahim Traoré, no solo han recuperado soberanía: están mostrando, con hechos, que otro modelo económico y político es posible.

  1. África no solo consume energía: la crea, la lidera, la transforma

Una de las transformaciones más paradigmáticas del nuevo modelo africano es su paso de ser consumidor pasivo de energía —siempre dependiente del petróleo extranjero o de la infraestructura internacional— a convertirse en productor soberano de energía limpia y tecnológica. África, históricamente vista como un territorio a extraer, está siendo reconceptualizada por sus propios líderes como un continente que diseña, crea y exporta valor.

Burkina Faso ha invertido en infraestructura energética soberana, combinando energías renovables con redes de distribución locales, diseñadas por ingenieros africanos. Esta transformación no es solo técnica, es cultural: África ya no pide luz prestada, la enciende desde su propia tierra.

  1. Itaoua: el primer auto 100% hecho en Burkina Faso

Mientras muchos países del Sur Global siguen atrapados en la exportación de materias primas, Burkina Faso apuesta por crear cadenas de valor completas en casa. El Itaoua no es solo un auto: es una declaración política. Como dijo Ibrahim Traoré:

Reclamamos nuestra dignidad no pidiendo, sino mostrando”.

Sobre Itaoua, la joya automotriz burkinés:

En mayo de 2024, Burkina Faso presentó el “Itaoua”, su primer vehículo eléctrico (EV) ensamblado localmente, desarrollado en colaboración con socios automotrices chinos e integrado con capacidades de carga solar.

Ensamblado en Uagadugú por la Société de Production de Véhicules Électriques (SPVE), el Itaoua está diseñado para uso urbano y adaptado a las necesidades de infraestructura locales. Aunque la plataforma base se basa en el modelo chino Wuling Mini EV, este lanzamiento representa un compromiso creciente con el transporte sostenible, la autosuficiencia industrial y la transferencia tecnológica entre economías emergentes.

Especificaciones clave:
Batería de fosfato de hierro y litio (LFP) de 31,45 kWh
Hasta 330 km de autonomía por carga completa
Carga rápida: 30 minutos (DC)
Soporte de carga solar integrada para mayor autonomía
Diseño urbano compacto, ideal para calles de ciudades africanas

  1. Fin de la tutela colonial: expulsó a Francia, rompió con EE.UU., redistribuyó el poder

Uno de los actos más audaces —y polémicos— del gobierno de Traoré fue romper los vínculos militares, económicos y diplomáticos con Francia y luego suspender acuerdos con Estados Unidos. Esto incluyó la expulsión de bases militares extranjeras, la nacionalización de operaciones mineras y la recuperación del control sobre el oro, el algodón y otros recursos estratégicos.

Pero la revolución también fue interna: se aumentó el salario de los trabajadores públicos, mientras se redujo el sueldo de los políticos y altos cargos. En un gesto de coherencia poco habitual en los gobiernos del mundo, Traoré dio el ejemplo desde arriba. El mensaje fue claro: el poder político está al servicio del pueblo, no al revés.

  1. Una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo

Contra todo pronóstico, y en medio de sanciones internacionales, Burkina Faso registró un crecimiento del PIB de 18% en apenas dos años. Según estimaciones recientes de centros económicos independientes en África Occidental, el país se perfila como una de las economías emergentes más dinámicas del continente.

Mientras el FMI y el Banco Mundial advertían que sus políticas eran “inviables” o “imprudentes”, Traoré optó por confiar en el talento y la organización popular de su pueblo. Y los resultados han hablado por sí solos.

Somos más de lo que jamás nos dijeron que podríamos ser” — Ibrahim Traoré

  1. Más que economía: una revolución cultural

El fenómeno burkinés va más allá de la economía. Es una reivindicación profunda de la dignidad africana. Es la afirmación de una identidad que se rehúsa a ser definida desde fuera. La soberanía no se limita a los minerales o al litio, se extiende a la cultura, a la educación, a la narrativa.

Y en ese plano, Traoré ha sido claro: Somos los autores del próximo capítulo, y en este capítulo África habla por sí sola”.

Esta declaración resuena con el espíritu que desde Eduprisma impulsamos en nuestra propia región: que los pueblos hablen desde sí mismos, que el conocimiento se construya desde los territorios, que la innovación no sea una copia sino una creación con raíz.

Conclusión: no subestimar al Sur

Lo que está ocurriendo en Burkina Faso nos obliga a revisar nuestras certezas. ¿Y si las soluciones no vienen del Norte? ¿Y si el verdadero laboratorio de futuro está en África, en comunidades que se atreven a desobedecer las recetas tradicionales?.

Burkina Faso nos muestra que la dignidad es rentable, que la soberanía es eficiente, y que la innovación puede ser profundamente local. Y en un momento donde Sudamérica busca su rumbo entre modelos agotados, conflictos institucionales y dependencia económica, mirar hacia África no es exotismo, es estrategia.

Desde Eduprisma creemos que llegó el momento de escribir también nuestro capítulo. Uno donde América Latina se reconozca rica, talentosa, capaz. Donde dejemos de vender materias primas a precio de saldo y empecemos a construir industrias, ciencia y cultura con voz propia.

Porque como bien dice Traoré: El futuro no nos será concedido. Lo vamos a construir con nuestras manos”.

  1. La Alianza de los Estados de Sahel: Soberanía frente al colonialismo

En el mapa de África, el Sahel aparece como una franja árida, a veces olvidada por las narrativas dominantes, pero hoy, más que nunca, es el epicentro de un cambio profundo. Una región históricamente asociada a la pobreza, al conflicto y a la desertificación, comienza a perfilarse como un foco de resistencia política, soberanía económica y redefinición cultural. En concreto, trata de que las autoridades de Níger, Malí y Burkina Faso, actualmente unidos en la Alianza de Estados del Sahel, están:

  • Reivindicando el control de sus industrias extractivas (oro, uranio, litio).
  • Rompiendo con antiguos lazos coloniales (expulsiones de tropas, desvinculación de ECOWAS, alejamiento de la influencia francesa).
  • Estableciendo refinerías nacionales, compañías estatales y cambiando códigos legales para favorecer la participación estatal .

El Financial Times lo llama la “cinturón de golpes” donde las dictaduras militares están ejerciendo un fuerte control nacional sobre recursos clave, expropiando concesiones y desafiando la lógica del libre mercado neoliberal .

Mali, Burkina Faso, Níger. Tres países que hasta hace poco eran presentados como eslabones débiles de la gobernabilidad africana, hoy avanzan con decisiones audaces que han remecido el tablero geopolítico. Expulsión de tropas extranjeras. Nacionalización de recursos. Reforma de códigos mineros. Alianzas regionales independientes. Rechazo al franco CFA. En menos de tres años, los Estados del Sahel han transformado la periferia en vanguardia.

Lo que une a estos procesos no es una ideología única, sino un anhelo compartido de emancipación. Están diciendo, con firmeza, que ya no aceptarán ser el patio trasero del mundo. Que no seguirán exportando oro mientras su gente muere de hambre. Que no se les puede hablar de democracia si no se les permite decidir sobre su propio litio, su uranio, su agua.

Y sin embargo, este despertar no es gratuito. Ha traído tensiones, sanciones, bloqueos. Ha levantado voces que acusan autoritarismo, aislacionismo, populismo. Pero también ha despertado otras: las de jóvenes que vuelven a creer en el futuro, campesinos que ven renacer sus cooperativas, técnicos que fabrican autos eléctricos en Ouagadougou, mujeres que retoman sus saberes tradicionales como fuente de innovación.

Porque el Sahel no está solo resistiendo: está creando. Está imaginando una economía que no dependa de centros financieros lejanos, una política que no se mida con varas coloniales, una cultura que no se traduzca para ser validada, sino que hable por sí misma.

En este paisaje de polvo, de sol y de coraje, se está escribiendo una historia nueva. No sin contradicciones, no sin riesgos, pero con una determinación que merece ser escuchada. Porque si el Norte global mira con arrogancia o con miedo, el Sur empieza a mirarse con dignidad.

El Sahel hoy no es solo una región geográfica: es un símbolo. El símbolo de que cuando los pueblos deciden caminar con sus propios pies, no hay mapa que los contenga.

  1. Níger
  • Nacionalización del uranio: En junio 2025, el gobierno militar de Níger anunció la nacionalización del proyecto Somair (anteriormente co-gestionado con la empresa francesa Orano, quien poseía un 63%).
  • Orientación geopolítica: Rompió lazos con Francia, se acercó a Rusia y expulsó a Orano, buscando una mayor soberanía económica.
  1. Mali
  • Cambios en el código minero: Desde 2022, redefinió su política minera para garantizar al Estado al menos un 35 % de participación en nuevas concesiones.
  • Refinería de oro: En junio de 2025 comenzó la construcción de una refinería doméstica respaldada por Rusia, con capacidad de refinar hasta 200 toneladas anuales, fortaleciendo su control industrial.
  1. Burkina Faso (más allá del ejemplo de Traoré)
  • Operaciones mineras estatales: A través de la empresa estatal SOPAMIB, nacionalizó minas de oro como Boungou y Wahgnion, producto de su reforma al código minero de 2024.
  • Expansión estratégica: Anunció más nacionalizaciones y creó reservas nacionales de oro para asegurar el flujo de ingresos internos.

Comparativa 

PaísIndustriaAcción clave
NígerUranioNacionalización de Somair / expulsión de Orano
MalíOro, litioRefinería nacional + nuevo código minero
Burkina FasoOroSOPAMIB  nacionaliza minas y crea reservas estatales

De esta forma, los procesos en Níger, Malí y Burkina Faso evidencian una estrategia regional convergente:

  1. Reclaim de recursos: Transferencia de control directo del capital extranjero a los Estados nacionales.
  2. Industrialización local: Desde refinerías hasta ensamblado automotriz en Burkina Faso.
  3. Nueva alianza geopolítica: Con Rusia y China, desmarcándose del paradigma neocolonial occidental.
  4. Cambio de narrativa económica: Se busca que la riqueza creada en el territorio sirva a sus poblaciones, no a capitales externos.

Esta estrategia tiene antecedentes externos de instauración en el contexto africano y nuevos ejemplos de adopción. Aquí algunos ejemplos de otras acciones alineadas a los procesos de la Alianza de Sahel, a partir de notas publicadas por el portal de noticias Afrika World:

  • Ruanda se ha unido a Burkina Faso en la prohibición de la importación de ropa y calzado de segunda mano provenientes de Europa. Esta medida tiene como objetivo proteger las industrias textiles locales, promover la manufactura nacional y reducir la dependencia de productos extranjeros. Las autoridades señalan que la decisión forma parte de una estrategia más amplia para generar empleo, impulsar la autosuficiencia económica y fomentar el uso de prendas producidas localmente por parte de la ciudadanía.
  • Senegal se encamina hacia la soberanía monetaria: Presidente Bassirou Diomaye Faye anuncia salida del franco CFA. El presidente de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, ha anunciado oficialmente la intención de su país de abandonar el franco CFA, la moneda heredada del periodo colonial y aún vinculada a la política monetaria de Francia. “La verdadera soberanía no puede existir sin independencia monetaria”, declaró Faye, marcando un giro histórico en la postura económica del país. Con esta decisión, Senegal se alinea con un creciente movimiento de países del Sahel, como Burkina Faso, Malí y Níger, que buscan recuperar el control de sus economías y construir un nuevo marco de cooperación regional basado en la autodeterminación. Actualmente, se están desarrollando planes para una transición ordenada hacia una moneda nacional o regional, con participación de expertos africanos y respaldo popular. Esta decisión abre un nuevo capítulo en la historia de África Occidental, en el que la soberanía monetaria se plantea como base para una verdadera autonomía política y económica.
  • La iniciativa de Ghana de introducir telas africanas de producción local como uniformes escolares tiene como objetivo impulsar la industria textil del país al aumentar la demanda de tejidos. También promueve el orgullo cultural, alentando a los estudiantes a valorar su herencia y su identidad nacional. Más allá de lo estético, la medida apoya el empoderamiento económico, generando empleos para artesanos locales y reduciendo la dependencia de uniformes escolares importados.

Este fenómeno abre un nuevo capítulo en África y plantea preguntas profundas e inspiradoras para Sudamérica. ¿Podríamos también articular alianzas regionales de recursos, reformar nuestras leyes para retener valor, y avanzar hacia una industrialización autóctona?.

Pero, para finalizar, es bueno mostrar un ejemplo más de lo que está pasando en África, en otro país, que así como Chile tiene grandes reservas de litio. Aunque no tan grandes como las de Chile.

III. Litio: ¿soberanía o privatización? El pulso entre Zimbabwe y Chile

La reciente decisión de Zimbabwe, el principal productor de litio en África, de prohibir la exportación de concentrado de litio crudo desde enero de 2027, marca un quiebre estratégico en la geopolítica de este recurso clave. Con esa medida, el gobierno busca consolidar el procesamiento local, generar empleos en la cadena de valor y capturar mayor riqueza antes de que el mineral abandone sus fronteras.

Proyección del mercado global del litio:

  • En 2024, el mercado global de litio estaba valorado en USD 9.2 mil millones, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 10.5%, proyectando un valor de USD 16.8 mil millones en 2030 businesswire.com+1globenewswire.com+1.
  • El valor de los battery-grade (carbonato e hidróxido) crece aún más, pues se estima que el segmento de carbonato alcanzará USD 8.5 mil millones en 2030 wikipedia.org+4globenewswire.com+4businesswire.com+4.
  • La cadena completa de baterías de ión-litio podría generar más de USD 400 mil millones en ingresos anuales para 2030, según proyecciones de McKinsey .

La brecha entre materia prima y producto acabado es enorme: el concentrado de litio vale cerca de USD 570/ton en el Shanghai Metals Market, mientras que el carbonato de alta pureza se cotiza por encima de USD 7,000/ton thehabarinetwork.com. Ahí reside el valor a capturar.

Medidas económicas en Zimbabwe pro industrialización y autonomía:

  • Prohibición de exportar concentrados a partir de 2027, luego de una primera prohibición en 2022 del mineral en bruto.
  • Impulso a la construcción de plantas de sulfato de litio en minas controladas por empresas como Sinomine y Zhejiang Huayou.
  • Inversión de más de USD 1,000 millones desde 2021 en el sector, principalmente por firmas chinas, con la expectativa de alinear la producción con la cadena de baterías.

Esta estrategia otorga a Zimbabwe una ventaja comparativa: retener utilidades, formalizar empleos técnicos y desarrollar capacidades industriales. Su modelo pone a prueba la viabilidad de transformar materias primas en productos de alto valor antes de salir del país.

Chile: predominio privatizador y dependencia

  • Chile es uno de los mayores productores globales de litio, con cerca de 41,400 ton en 2023.
  • La extracción está dominada por SQM y Albemarle, con licencias vigentes hasta 2030 y 2043,operando mayoritariamente bajo un esquema de explotación de salmuera.
  • Aunque se anunciaron planes para la nacionalización del litio vía Codelco, hasta ahora el país sigue siendo un exportador de materia prima, sin presencia real en el procesamiento final.

Chile puede liderar la producción mundial de litio, pero sin plantas de refinación propia, continúa atrapado en la marginalización del valor económico. Esto cuestiona el supuesto de que su enorme reserva –con un potencial del 8% del mercado global hacia 2030– implica riqueza real.

Escenario soberano: ¿qué ganaría Chile con un modelo como el de Zimbabwe?

IndicadorPrecio del concentradoPrecio del carbonato
Precio actual (USD/t)~570  >7,000
Valor agregado posible12x más por tonelada
Ingreso fiscalSolo regalías y arancelesImpuestos, dividendos y exportación de productos
  1. Multiplicar los ingresos: si Chile procesara litio hasta carbonato, podría quintuplicar o decuplicar el valor por tonelada.
  2. Crear miles de empleos en química, ingeniería, logística y exportación de baterías.
  3. Fortalecer cadenas productivas: con litio refinado y baterías, Chile podría convertirse en un proveedor global para automóviles eléctricos.
  4. Reducción de vulnerabilidad ante los vaivenes del precio del concentrado, que cayó a USD 9–10K/ten 2025

La decisión de Zimbabwe es un experimento avanzado en soberanía: transformar su litio en riqueza industrial, no solo minera. Ha sabido leer el momento: la transición energética mundial exige no solo materia prima, sino producción local, empleo, tecnología y valor agregado.

Chile, con reservas más grandes que Zimbabwe, aún está en un punto de inflexión. Su opción soberana significaría:

  • Negociar la nacionalización parcial o total del litio.
  • Asociarse con capital estatal o extranjero para montar plantas de refinación.
  • Proteger mercados futuros mediante políticas industriales, no solo retóricas.

La pregunta es si hay voluntad política y social para ello. Porque exportar concentrado es fácil; transformar el litio es políticamente, técnicamente y económicamente más desafiante. Pero también es la diferencia clave entre seguir siendo un proveedor de materias primas o convertirse en un actor estratégico del futuro energético global.

  1. El caso final, Nigeria.

Nigeria está llena de sorpresas. Es hogar de más de 500 lenguas, lo que la convierte en una de las naciones más culturalmente diversas del mundo. El auge del Afrobeats, liderado por estrellas globales como Burna Boy y Wizkid, ha posicionado a la música nigeriana en los escenarios internacionales. Nollywood, la floreciente industria cinematográfica de Nigeria, sigue contando poderosas historias africanas y generando empleo para millones de personas. Estos tres hechos demuestran cómo la cultura, creatividad y voz de Nigeria están moldeando no solo África, sino el mundo.

Nigeria, la economía más grande de África, ¿adoptará políticas inspiradas en el ejemplo de Burkina Faso?

Nigeria no solo es el país más poblado del continente africano; también es su economía más grande, su motor cultural y, cada vez más, su símbolo de resiliencia financiera. En junio de 2025, Nigeria logró algo que muy pocos países del mundo pueden decir con orgullo: salir completamente de su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta hazaña la posiciona dentro de un grupo extremadamente reducido de naciones no deudoras del FMI, entre las que se encuentran Suiza, Nueva Zelanda, Singapur y China.

Este logro no solo es simbólico: demuestra que África puede recuperar el control de sus finanzas, cerrar ciclos de dependencia internacional y decidir su rumbo económico con soberanía.

Sin embargo, el mundo observa con atención una nueva pregunta que empieza a circular en los círculos económicos africanos: ¿Seguirá Nigeria el ejemplo de Burkina Faso y los Estados del Sahel, avanzando hacia una economía centrada en la autodeterminación, la nacionalización de recursos estratégicos y el fortalecimiento del Estado como actor productivo?

Deudores no, ¿pero aún dependientes?

Nigeria ha hecho esfuerzos notables por diversificar su economía, reducir su dependencia del petróleo y promover industrias como la tecnología, el entretenimiento y la agricultura. Lagos se ha convertido en una capital continental de la innovación, y el sector creativo —Afrobeats, Nollywood, moda, arte— genera millones de dólares anuales.

Sin embargo, el sector extractivo sigue mayoritariamente en manos extranjeras, con corporaciones transnacionales que operan con condiciones preferenciales, mientras que muchas comunidades nigerianas enfrentan pobreza, desplazamientos y desastres ambientales.

Aquí es donde el ejemplo de Burkina Faso cobra fuerza. En ese país, el presidente Ibrahim Traoré ha nacionalizado minas de oro, recuperado el control de sectores estratégicos y orientado las ganancias hacia inversión pública, empleo y desarrollo local.

Zimbabwe, por su parte, ha prohibido la exportación de litio crudo para promover el procesamiento interno y la captura de valor.

¿Podría Nigeria hacer lo mismo?

Nigeria tiene todo lo necesario para liderar una nueva economía africana:

  • Grandes reservas de petróleo, gas, oro y minerales estratégicos
  • Una población joven, creativa y bien conectada
  • Independencia financiera frente al FMI
  • Potencial industrial en ascenso

Lo que se requiere es una visión política audaz, una reforma fiscal profunda y la decisión soberana de transformar recursos en bienestar, no solo en exportaciones.

¿Y si Nigeria nacionalizara parte de su petróleo o litio? ¿Y si invirtiera sus excedentes fiscales en crear cadenas de valor industrial propias? ¿Y si convirtiera su capital cultural en una plataforma para impulsar el “Made in Africa”?.

Nigeria ya ha demostrado que puede caminar sin la tutela del FMI. Pero eso no basta si sus riquezas siguen beneficiando a pocos y si sus industrias estratégicas están condicionadas por intereses externos. El siguiente paso es decidir cómo quiere desarrollarse: como proveedor global de materia prima, o como potencia africana soberana, capaz de transformar su riqueza en dignidad.

Anexos, para considerar a la hora de reflexionar:

1) Burkina Faso declara la educación 100% gratuita: de primaria a universidad

El presidente Ibrahim Traoré ha anunciado la eliminación total de las tarifas escolares en todos los niveles del sistema educativo de Burkina Faso. A partir de ahora, la educación será completamente gratuita, desde la primaria hasta la universidad, marcando un paso histórico hacia el acceso universal a la educación en el país.

Esta decisión forma parte de una visión de transformación profunda del Estado, donde la educación se reconoce como un derecho y no como un privilegio, y responde a la necesidad de empoderar al pueblo a través del conocimiento, la ciencia y la formación técnica.

Con esta medida, el gobierno busca:

  • Aumentar la tasa de escolarización en zonas rurales y marginadas
  • Reducir la deserción escolar por razones económicas
  • Fomentar el desarrollo de una generación altamente capacitada
  • Fortalecer la soberanía intelectual y científica del país

Tal como lo ha expresado Traoré en otras ocasiones:

El conocimiento es poder, y el pueblo debe tener acceso directo a él, sin condiciones”

 Burkina Faso, nuevamente, desafía los paradigmas y muestra que otro modelo de desarrollo —basado en la dignidad, la equidad y la inversión en el futuro— no solo es posible, sino urgente.

2) Burkina Faso nacionaliza minas de oro: el presidente Ibrahim Traoré expulsa a cinco empresas Francesas 

El 18 de junio de 2025, el presidente de Burkina Faso, Capitán Ibrahim Traoré, anunció la expulsión de cinco empresas mineras de oro de origen francés y la puesta de sus operaciones bajo control estatal.

Según Traoré, estas compañías explotaban los recursos del país sin generar beneficios reales para la población local, perpetuando un modelo extractivista con lógicas neocoloniales. La decisión busca recuperar la soberanía sobre el oro burkinés y redirigir sus beneficios hacia el desarrollo social, la infraestructura y la inversión en educación y salud.

No podemos seguir viendo cómo nuestras riquezas se van mientras nuestro pueblo carece de lo básico”, declaró el presidente.

Con esta medida, Burkina Faso reafirma su apuesta por una economía soberana y un modelo que ponga la riqueza nacional al servicio del bien común. La nacionalización de las minas forma parte de un proceso más amplio de recuperación de recursos estratégicos y de redefinición del rol del Estado en la economía.

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