El Chasque Nº35

14 de Agosto, 2020

Líber Arce ayer y hoy

En la acera te tumbaron
y rayos de estrellas negras
se partieron en la calle.

El pueblo que nada sabe
te llevó en brazos
distancias interminables
a los jardines marinos
del Buceo.

(Alba Roballo, del poema “Relato de la muerte de Líber Arce” del “Libro de los adioses”)

Agosto es un mes que ha quedado grabado en la memoria del pueblo uruguayo. Hoy se cumplen 52 años del asesinato de Liber Arce. Fue el primero de una larga lista de mártires estudiantiles que incluye a Susana Pintos, Hugo de los Santos, Heber Nieto, Ibero Gutiérrez, Joaquín Klüver, Ramón Peré, Julio Spósito, Nibia Sabalsagaray y Walter Medina entre otros. Eran de diversas tendencias políticas, algunos eran estudiantes universitarios y militaban en la FEUU, y otros de secundaria y UTU.

El asesinato de Lliber Arce se produjo durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco, que dio un giro profundamente reaccionario y represivo tras la muerte de Óscar Gestido y su ascenso como Presidente. Un giro que iría deteriorando cada vez más la institucionalidad democrática, abriendo cauces a la fascistización que culminaría en el golpe de estado.

La Universidad de la República, defensora de nuestras mejores tradiciones republicanas y democráticas, y la FEUU eran para el gobierno pachequista y el de Bordaberry dos enemigos a los que atacarán con una virulencia extrema. El fascismo siempre visualizó a la cultura como una amenaza, el fascismo se nutre de los prejuicios más primitivos y de las mentiras más descaradas. Una intelectualidad, como la uruguaya, en la cual se desarrollaron expresiones avanzadas de liberalismo democrático, antiimperialismo y cada vez más fuertemente de socialismo, representaba para los fascistoides del gobierno de aquel entonces un peligro a combatir. Recordemos que esa Universidad había dado a figuras como Eugenio Petit Múñoz, Arturo Ardao, José Luis Massera o Carlos Quijano entre tantos otros.

El estudiantado universitario nucleado en la FEUU expresaba nuevos sectores sociales que engrosaban el campo de la lucha popular, que se unían a la clase trabajadora buscando abrir nuevos caminos históricos. La consigna “obreros y estudiantes unidos  y adelante” reflejaba no solo una aspiración sino una realidad que ya se estaba construyendo y que se transformaría en parte de nuestras mejores tradiciones populares. Planteaba en forma sintética un elemento central en la construcción de lo que hoy llamamos bloque contrahegemónico: la alianza de trabajadores con sectores de capas medias y la cultura.

La década del 60 fue de ascenso revolucionario. La “era está pariendo un corazón” escribía Silvio Rodríguez en 1968, y esa frase refleja no solo el espíritu de aquel entonces entre importantes sectores de los pueblos latinoamericanos y del mundo, sino también una posibilidad histórica que en gran medida se estaba concretando con las revoluciones anticoloniales y antiimperialistas en todo lo que se llamaba “tercer mundo”, que en muchos lugares adoptaban una orientación socialista. Eran tiempos de la lucha heroica del pueblo vietnamita, pero también de las luchas revolucionarias de los pueblos africanos, en el  Congo, Argelia, Sudáfrica, Angola.

En América Latina se podría decir que la década del 60 comenzó un año antes, con el triunfo el primero de enero de 1959 de la revolución cubana, que a principios de los 60 se declarará socialista. Esa revolución marcó el comienzo de un nuevo período histórico en Nuestra América y fue un dinamizador fundamental de tendencias y luchas que ya se estaban desarrollando en toda América Latina. El ascenso revolucionario y democrático se manifestará en diversas formas en esta región del mundo, en nuestro país en la unificación sindical y el despliegue de múltiples luchas de los trabajadores y de un movimiento estudiantil que expresará cada vez más una clara conciencia antiimperialista y anticapitalista, lo cual tendrá puntos culminantes a nivel político en momentos como el Congreso del Pueblo o la creación del Frente Amplio en 1971.

Pero este ascenso tuvo una dura respuesta de las clases dominantes y el imperialismo. La vieja oligarquía terrateniente aliada con los sectores más reaccionarios del capital y el imperialismo, responderían con represión, el avasallamiento del poder legiislativo y judicial, la suspensión de las libertades y el creciente terorrismo de estado hasta  culminar en el golpe de 1973. Nuestro pueblo responderá con lucha, unidad y organización, destacando momentos como  la huelga general, y unos meses después, en las elecciones universitarias, el abrumador triunfo de las listas de la FEUU.

La FEUU y los mártires estudiantiles han pasado a lo mejor de nuestra memoria histórica. Fueron defensores de la educación pública, de las libertades y de una sociedad más justa para todos. Su recuerdo nos interpela, porque sus luchas siguen vigentes. Habrán cambiado las llamadas “condiciones subjetivas” pero las “condiciones objetivas” que dieron lugar al ascenso revolucionario, de lo cual fue una expresión muy relevante la “insurgencia juvenil” de la que hablaba Arismendi, siguen vigentes, como también sus luchas. ¿No está vigente acaso la lucha en defensa de la educación pública, de su presupuesto y de su misma existencia  ante tendencias fuertemente privatizadoras? Isaac Alfie, uno de los principales responsables de la crisis del 2002, ahora transformado en director de la OPP, sale a atacar a la Universidad de la República con datos que no se corresponden con la realidad, se anuncian recortes de alrededor del 15% y se recorta un día sí y otro también los recursos para la investigación científica. El estrangulamiento económico que vivió la educación pública en general y la Universidad en particular, durante el pachecato y los gobiernos de los partidos tradicionales después de la dictadura, parece retornar con nuevos y fuertes bríos.

¿No está vigente también su lucha por las libertades democráticas, cuando vemos una Ley de Urgente Consideración que no solo implica un ajuste privatizador sino también represivo? ¿Su lucha contra el fascismo no retoma una inusitada vigencia cuando vemos como parte de la coalición gobernante expresa abiertamente ideas fascistoides, defiende la impunidad total de los terroristas de estado y promueve un discurso de odio contra diversos sectores a los cuáles los gobiernos del Frente Amplio reconocieron derechos largamente postergados? Hace pocas horas nos enteramos que fue atacado violentamente un militante frenteamplista en Salto por colgar carteles y que se debate entre la vida y la muerte. Este hecho, junto con otros hechos como patotas que apalean cobardemente a personas en situación de calle,  nos dan cuenta de una violencia desbocada de algunos sectores de la derecha, una violencia que en el fondo expresa un profundo temor al pueblo y que visualiza cada vez más como peligrosa la actual institucionallidad democrática y las libertades. 

¿No son los sueños y la lucha por una sociedad sin explotados ni explotadores, por la que lucharon los mártires estudiantiles, una cuestión fundamental de nuestro presente, ante un sistema capitalista con crisis que condena a múltiples miserias -no solo materiales- a gran parte de la humanidad y que destruye cada vez más el planeta que habitamos?

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