El mundo después del Covid-19: La gran depresión del Siglo XXI -Wim Dierckxsens

15/04/2020

El día 4 de abril había 1.2 millones de casos de Covid-19 en el mundo, aumentando en 80 mil casos diarios y con un total de 67 mil muertos, número que aumentaba a un ritmo de 8 mil fallecidos por día. EEUU se encontraba en el momento de multiplicación geométrica más fuerte, al tiempo que Italia tenía el valor más elevado, y España le seguía a poca distancia de la misma. Pero España lo sobrepasara en la primera semana de abril en número de casos de contagiados a Italia. 

En el momento de terminar este artículo, Estados Unidos ya se convirtió en el primer país del mundo en superar las mil muertes/día por coronavirus, con 18.586 muertos en todo el país, según el recuento de la Universidad Johns Hopkins. Alemania. Italia y España ya llegaron a la cúspide y comienza a hablarse del mundo después de Covid-19. […]

La Gran Depresión en Occidente 

La crisis que el mundo enfrentará al salir del Covid-19 no fue causada por el coronavirus, pero sí tal vez la agrave un poco. Ante la baja de la tasa de ganancia en la economía real, puesto que a partir de 2008 las grandes transnacionales y corporaciones financieras han buscado acumular, casi exclusivamente, recomprando sus propias acciones en la bolsa de valores, con créditos a tasas de interés cero otorgadas por los Bancos Centrales.

 Estas tasas de interés al cero por ciento, que no son más el resultado de oferta y demanda de dinero en el mercado como solía ser antes de 2001, sino producto de la manipulación de las mismas tasas en beneficio exclusivo de uno cada cien mil personas de la población (0,00001%), a costa del relativo empobrecimiento de más del 95%[2]. Desde el año 2009, las grandes transnacionales, y su elite, han gastado 5.4 billones de dólares para la sola recompra de sus propias acciones, operación por la cual no dejaron de subir hasta el 2020, enriqueciéndose solo a sí mismas.

 Desde 1981, la deuda global se ha multiplicado por 39 veces, pasando de 14 billones de dólares en ese entonces hasta alcanzar los 265 billones (o millones de millones) de dólares en 2020.  Son burbujas financieras de capital ficticio que tarde o temprano colapsan. Este colapso ya comenzó en septiembre/octubre de 2019, su indicador más fiel fue el inicio del programa Repo de la Fed[3], mucho antes que el coronavirus fuera una realidad para el mundo. El coronavirus “tapa”, por sobre todo, la causa real de la crisis, que no es una crisis más, sino una que da inicios a la Gran Depresión de Siglo XXI, y probablemente sea la última en la historia del capitalismo.

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Las nacionalizaciones vuelven (una vez más) para salvar al capitalismo… ¡en tiempos de crisis!- Diego Herranz

Abr 12, 2020

Cuando el 15 de septiembre de 2008, el gobierno estadounidense, cuna del libre mercado, dio orden de nacionalizar Lehman Brothers, mientras el Kremlin, arquetipo del modelo estatalista de los regímenes comunistas, decretaba la suspensión de la cotización de la Bolsa de Moscú -el gran emblema del libre mercado-, los analistas se preguntaron a qué se debía este movimiento telúrico registrado en los cimientos mismos de la arquitectura financiera internacional. En pocos días, el ambiente se aclaró.

La teoría de que la economía mundial se adentraba en un crash sin parangón desde 1929 cobró rango de mandamiento. En medio de voces de autoridades políticas y de dirigentes empresariales que reclamaban casi al unísono la urgente movilización de recetas keynesianas que sacaran al capitalismo de su paradoja, de su duda existencial.

La pandemia del covid-19, su súbita e incontenible propagación, las excepcionales medidas de confinamiento en todo el mundo y las obligadas hibernaciones económicas para detener su expansión, limitar el catastrofismo sanitario y, sobre todo, frenar el número de fallecimientos, ha vuelto a sacar a la palestra la contrariedad que crea entre los defensores del neoliberalismo a ultranza del mercado los episodios de grandes rescates públicos provocados por debacles bursátiles, deterioros de los balances financieros por altas concentraciones de activos tóxicos y recesiones económicas. […]

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USA: El fin del imperio estadounidense -Pasqualina Curcio

07/04/2020

No es solo una grave crisis económica lo que en estos momentos y desde hace años atraviesa EEUU, es además una profunda crisis humanitaria la que su pueblo padece desde hace décadas.

Hay que mirar en perspectiva las recientes declaraciones de Donald Trump acerca de la propagación del coronavirus en EEUU en las que afirmó que, en el mejor de los casos, para finales de abril, estarían contando entre 200 y 300 mil vidas menos, dijo además que eso representaría un gran logro para EEUU (como si una sola vida no fuese motivo de dolor).

El que mueran 200.000 personas en EEUU a causa del Covid-19 representaría una tasa de mortalidad por coronavirus 256 veces mayor que la registrada por China y, de mantenerse la tasa de letalidad actual (2,48%) implicaría alrededor de 8 millones de personas contagiadas en EEUU. Ya hoy se registran 245.442 personas con Covid-19 y 6.098 fallecidos en el país occidental lo que equivale a una tasa de mortalidad y una tasa de prevalencia (número de casos entre el total de la población) 8 y 13 veces mayor que la de China respectivamente a pesar de que, a diferencia del país asiático, el Covid-19 no le agarró por sorpresa a Trump.

En default

Aunque las calificadoras de riesgo no lo digan EEUU se encuentra en una crítica condición de default debido a una deuda externa impagable que supera los 21 billones de dólares. Ni todo el oro del mundo sería suficiente para saldarla, adicionalmente con las reservas que posee solo cubre el 2% de dicha deuda. Son tan bajas sus reservas internacionales que, según el Banco Mundial, apenas le cubren 1,4 meses de importaciones, situación que hace a ese país muy vulnerable en el marco de la recesión que está ocasionando la cuarentena social.

La solución clásica de encender la maquinita que fabrica dólares y pagar la deuda ya no es buena idea porque el sistema financiero mundial se está deshaciendo del petro-dólar-papelillo, lo que explica el desplome de su valor, y más bien está buscando comprar oro que, al parecer, es más seguro.

Debemos añadir el hecho de la gran dependencia de EEUU a las importaciones que provienen de China y un agotamiento preocupante de sus reservas de hidrocarburos al punto que, siendo el mayor consumidor de petróleo a nivel mundial, incluso más que China, aunque su población sea 4 veces menor, debió optar por la costosa y contaminante tecnología del fracking. En términos coloquiales, EEUU no está en su mejor momento económico, se encuentra en desventaja con China, así que el desespero por conseguir petróleo y oro es cada vez mayor.

La crisis humanitaria

La tensa calma en la que diariamente vive el pueblo estadounidense aterrorizado por las políticas represivas de los gobiernos de turno de la Casa Blanca luce cada vez menos calmada por la manifestación evidente de la crisis humanitaria interna.

La pérdida del control sobre la pandemia del covid-19 es una muestra más, aunque ahora amplificada dado el carácter exponencial del coronavirus, del fracaso del sistema de salud y de la grave crisis la cual, a su vez, es consecuencia de la instauración de un sistema económico, social y político explotador y criminal que siempre coloca al capital y a sus dueños por encima de la vida y del ser humano. Un sistema que además privilegia y orienta sus recursos a la guerra en lugar de destinarlos a la vida y la paz.

En EEUU muere 1 persona cada 15 minutos por armas de fuego. En 2019 murieron 39.052 personas por disparos. El FBI estimó 1.206.836 de crímenes violentos ocurridos en todo el país durante 2018, incluidos asesinatos, violaciones, robos y asaltos con agravantes.

Los tiroteos masivos caracterizan a los EEUU: el número de asesinatos en masa alcanzó un récord de 415 durante 2019, o sea más de 1 tiroteo diario. Es el país con más armas de fuego en manos de civiles: en promedio 120,5 armas por cada 100 habitantes.

Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, 630.000 personas murieron por sobredosis de estupefacientes en todo el país entre 1999 y 2016. En 2017 fallecieron 72.000 por esta causa, es decir, en promedio 200 personas por día. En EEUU 1 de cada 16 estudiantes de último año de secundaria reportó un uso diario de marihuana.

Entre otros aspectos, en EEUU alrededor de 61.000 prisioneros están recluidos en régimen de aislamiento lo que constituye un acto de tortura según la ONU. Desde 2017 han sido arrestados 36 periodistas mientras cubrían protestas y desde el año 2017 las autoridades estadounidenses de inmigración han separado a más de 5.400 niños de sus padres en la frontera con México.

El 43,5% de la población estadounidense (140 millones de personas) tiene bajos ingresos, es decir, cuentan con ingresos menores del doble de la línea de pobreza y alrededor de 41 millones de estadounidenses viven por debajo de la línea de la pobreza, de los cuales 42.5% son blancos, 27.4% son latinos y 22.7% negros estadounidenses.

En 2018 más de medio millón de estadounidenses vivían en las calles y carecían de refugio permanente según el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de ese país.

EEUU tiene la tasa más alta de desigualdad de ingresos entre los países occidentales según Philip G. Alston, relator especial de las Naciones Unidas sobre Extrema Pobreza y Derechos Humanos. El 10% más rico de los hogares estadounidenses es dueño del 75% de la riqueza del país según la firma financiera JP Morgan Chase.

Mientras el 44% del pueblo estadounidense sucumbe en la pobreza y la desigualdad, el gasto para la guerra aumenta. El presupuesto militar en 2017 fue de 688 mil millones de dólares y solo 190 mil millones fueron asignados a programas contra la pobreza. Actualmente 53 centavos de cada dólar se asignan a gastos militares mientras que solo 15 se destinan a los programas sociales. Según el Instituto Watson de la Universidad Brown, el costo estimado de la guerra contra el “terrorismo” promovida por EEUU desde el 2001 asciende a 6,4 billones de dólares, y se estima que alrededor de 800 mil personas han muerto en esas guerras.

La grave crisis económica, energética, militar y humanitaria que atraviesa EEUU, el inminente desplome de su hegemonía, así como sus fracasadas intenciones por derrocar la revolución bolivariana y hacerse de la mayor reserva de petróleo y oro del planeta explican el desespero por entrar en territorio venezolano.

Estemos alertas, el desespero los hace cada vez más torpes, pero también más peligrosos.

– Pasqualina Curcio es Profesora Titular, Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad Simón Bolívar-Venezuela

Extraído de alainet.org

Pánico global y horizonte aleatorio. Alvaro García Linera

03/04/2020

Hemos entrado en tiempos paradójicos propios de una sociedad mundial en transición. Tiempos de inestabilidad generalizada en la que los horizontes compartidos se diluyen y nadie sabe si lo que viene mañana es la repetición de lo de ahora, o un nuevo orden social más preocupado por el bienestar de las personas… o el abismo. La angustiosa contingencia del porvenir es la única certidumbre.

Y es que ahora no estamos ante los azares regulares de la cotidianidad, como por ejemplo, cuando tomábamos un metro para dirigirnos al trabajo y no podíamos prever con quiénes nos encontraríamos en el vagón o si llegaríamos a tiempo. La incertidumbre actual es más profunda, es de destino, porque uno no sabe en realidad cuándo volverá a tomar el metro, si tendrá trabajo al cual dirigirse o, llegado el extremo, si estaremos vivos para entonces. Lo de hoy es pues un derrumbe absoluto del horizonte de las sociedades en la que la aleatoriedad del porvenir es de tal naturaleza que todo lo imaginable, incluida la nada, pudiera suceder.

Un diminuto virus de entre los cientos de miles que existen está llevando a que más de 2.600 millones de personas suspendan sus actividades regulares, que una gran parte de los trabajos con los que la gente reproduce sus condiciones de existencia esté paralizada, y que los gobiernos implementen estados de excepción sobre la posibilidad de desplazarse y agruparse. Un pánico global se ha apoderado de los medios de comunicación y una niebla de sospecha sobre el otro cercano, portador de la enfermedad, quiere encumbrarse en el espíritu de la época.

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Claudio Katz: “Espero que la salud pública pueda triunfar sobre el capitalismo”

02/04/2020

¿Cómo definirías la crisis generada por la pandemia?
Me parece que estamos en presencia de una calamidad natural potenciada por el capitalismo contemporáneo. Ya esperábamos que ocurriera algo así como consecuencia del cambio climático, el calentamiento global, las incontrolables inundaciones, incendios o sequías. Pero finalmente irrumpió el coronavirus, con su arrasadora secuela de contagios masivos. Lo impactante no es el número de fallecidos, sino el inmenso universo de personas confinadas en sus hogares. Es un experimento social inédito. […]

[…] En el plano económico el impacto ya es visible en las denominadas economías emergentes. Han quedado muy afectadas por la fulminante caída de los precios de los productos básicos y la salida de capitales. En los primeros 45 días de coronavirus esa hemorragia de fondos superó los 30.000 millones de dólares. 

[…] Hay que notar, ante todo, la significativa revalorización de la salud pública por parte de la población. La pandemia ha demolido la creencia liberal que cada individuo es responsable de su propia salud y la conveniencia de gestionarla con un buen contrato de riesgo. Frente a esa tontería liberal se está demostrando que la salud es un bien público, atado a la capacidad de defensa de todo el cuerpo social frente a las enfermedades.

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La pandemia y el fin de la era neoliberal -Atilio Boron

Mar 29, 2020

Pero, ¿por qué no pensar en alguna salida intermedia, ni la tan temida “barbarie” (de la cual hace tiempo se nos vienen administrando crecientes dosis en los capitalismos realmente existentes”) ni la igualmente tan anhelada opción de un “comunismo reinventado”? ¿Por qué no pensar que una transición hacia el postcapitalismo será inevitablemente “desigual y combinada”, con avances profundos en algunos terrenos: la desfinanciarización de la economía, la desmercantilización de la sanidad y la seguridad social, por ejemplo y otros más vacilantes, tropezando con mayores resistencias de la burguesía, en áreas tales como el riguroso control del casino financiero mundial, la estatización de la industria farmacéutica (para que los medicamentos dejen de ser una mercancía producida en función de su rentabilidad), las industrias estratégicas y los medios de comunicación, amén de la recuperación pública de los llamados “recursos naturales” (bienes comunes, en realidad)? ¿Por qué no pensar en “esos muchos socialismos” de los que premonitoriamente hablaba el gran marxista inglés Raymond Williams a mediados de los años ochenta del siglo pasado?[…]

[…] la consigna de la hora para todas las fuerzas anticapitalistas del planeta es: concientizar, organizar y luchar;[…]

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¿Una economía de guerra? Michael Roberts

30 marzo, 2020

«[…] En esta pandemia las principales economías estarán bloqueadas durante dos meses (el bloqueo de China en Wuhan no se aliviará hasta la próxima semana; por lo tanto, son más de dos meses). Entonces lo más probable es que el PIB mundial se contraiga en el 2020 en mayor cantidad que en la pasada Gran Recesión.

Por supuesto, que existe la esperanza que los cierres sean de corta duración.  Pero como ha dicho Ángel Gurría, secretario general de la OCDE:  «No sabemos cuánto tiempo nos demoraremos en superar el desempleo y el cierre de millones de pequeñas empresas. Es una ilusión hablar de una rápida recuperación».  Estas y otras declaraciones son jarro de agua fría para Trump que espera que los Estados Unidos vuelvan a los “negocios  habituales” para el Domingo de Pascua.»

[…] Lo que la Gran Depresión y la Segunda Guerra demostró fue que, una vez que el capitalismo se encuentra en la profundidad de una larga depresión, irremediablemente se producirá una destrucción de todo lo que el capitalismo ha acumulado en décadas anteriores antes de que una nueva era de expansión sea posible. No hay ninguna política que pueda evitar la depresión privilegiando al mismo tiempo al sector capitalista. Si el sector publico no interviene activamente en la economía y en la producción, entonces viviremos una nueva larga depresión de la economía.

Las principales economías (por no hablar de las llamadas economías emergentes) no podrán por salir de una nueva gran depresión a menos que la ley del mercado y del valor sea sustituida por la propiedad pública, la inversión y la planificación, utilizando todas las habilidades de los trabajadores.  Esto es lo que está demostrando la  pandemia del COVID-19.»

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