23/04/2020
La pandemia de coronavirus tiene efectos dramáticos duraderos en las condiciones de vida de la gente.
[…] Los seres humanos se verán afectados de manera diferente según su pertenencia a una clase social, sexo u orientación sexual, por país de residencia, por edad, por casta (en Asia del sur) y por otros factores. Las diferentes formas de opresión y explotación se exacerbarán en una serie de casos. Todas y todos se verán afectados de una forma u otra. Es la primera crisis internacional que tiene un efecto tan generalizado en todos los rincones del planeta en un corto período (solo 3 meses desde que las autoridades chinas reconocieron oficialmente la epidemia en Wuhan). Más que la Segunda Guerra Mundial. No estoy hablando en términos de muertes, que afortunadamente serán mucho más bajas, estoy hablando de la simultaneidad de las manifestaciones de la crisis y del tipo de medidas tomadas por los gobiernos.
La crisis económica y financiera es uno de sus aspectos. La amplitud de la disminución de la producción en los meses posteriores a marzo de 2020 no tendrá precedentes en comparación con las crisis de los últimos 70 años. No hay duda al respecto. Cientos de millones de personas pierden repentinamente sus medios de vida y quedan desempleadas. La caída de la actividad económica es enorme y durará.
Ahora es el momento de reflexionar y actuar en favor de cambios completamente radicales. Es una carrera de velocidad. Por un lado, hay quienes anuncian que cambiarán todo para que nada cambie y el mundo vuelva al funcionamiento normal del sistema capitalista lo antes posible. Por otro lado, hay quienes quieren un cambio real. La respuesta necesaria a la pandemia del coronavirus debe ser la ocasión de ir hacia una auténtica revolución para modificar radicalmente la sociedad en su forma de vida, su modo de propiedad, su modo de producción, su relación con la naturaleza.
Hay que planificar el decrecimiento mientras mejoramos las condiciones de vida. Debemos dar prioridad absoluta a los bienes comunes y relocalizar radicalmente la producción material y los servicios mediante la adaptación de una forma de trabajo y producción compatible con la lucha contra la crisis ecológica. La esfera de los servicios públicos auténticos y bajo control ciudadano debe ampliarse masivamente. Esta revolución solo tendrá lugar si las víctimas del sistema capitalista y de la sociedad patriarcal se involucran activamente y se autoorganizan para echar al 1% y sus secuaces de los diferentes centros de poder para crear un verdadero poder democrático. Hay que preparar y llevar a cabo una revolución ecologista-socialista autogestionaria, feminista y antirracista.
En la continuación de este artículo vuelvo a abordar la acción de los bancos centrales y las próximas explosiones financieras.
[…] Los bancos centrales y los gobiernos capitalistas ayudan al 1% a expensas del 99% mientras afirman servir al interés general.