20 de Marzo 2020
La caída de Matrix
El Covid-19 ha puesto de manifiesto múltiples aspectos de la sociedad en que vivimos. Ya se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre las consecuencias de esta pandemia. Lo que podemos afirmar es que nos enfrentamos a una crisis social de toda la humanidad provocada por un virus que no respeta fronteras ni clases sociales.
Covid-9, una cachetada en pleno rostro del sistema capitalista.
La humanidad venia caminando con sus males a cuesta; medioambiente destruido, muertes de millones por hambre, guerras, consumo desenfrenado, hasta que apareció el Covid-9 y nos revolcó.
El coronavirus ha destapado la realidad insostenible de otro virus que infecta a la sociedad: el capitalismo.
Hace tiempo que nos tratan de convencer que la historia de la humanidad se terminó, que no hay nada mejor que esto, que depende de la capacidad individual para triunfar y ser exitosos. El sistema ha dedicado grandes esfuerzos para adormecer a millones, atrofiando la capacidad de indignación ante la estela de injusticia que deja a su paso. “Nos vienen a robar el trabajo, son homosexuales, responsables de la baja natalidad en Uruguay, se terminó el recreo, son pobres porque quieren, el Estado los mantiene y están mejor que las personas que trabajan”, son algunos de los cientos de argumentos para justificar, engañar y ocultar el verdadero problema.
Nos acostumbraron a la insensibilidad, de mirar para el costado frente a la desgracia ajena porque esas personas viven así porque no tienen voluntad ni son emprendedores. Suena en las palabras del nuevo ministro del Mides cuando destaca que su misión es inspirar a los pobres, partiendo de la idea que la pobreza es producto del estado de ánimo.
Como en Matrix, el virus nos despierta a un mundo real, terriblemente marcado por la crisis del sistema capitalista. Crisis económica que hoy se le suma una crisis moral y ética que lo cuestiona ante su obscenidad.
La libertad y la conciencia de la necesidad
Mientras mueren miles de personas, la única gran preocupación de los estadistas y empresarios es el golpe a la economía, la recesión, la falta de crecimiento del producto interno bruto y cosas por el estilo. Este colapso económico se debe a que la economía está basada fundamentalmente en la persecución de la ganancia. Como siempre se intenta salvar al los grandes capitales. Los cientos de millones de dólares y euros que se destinan nuevamente hoy a los bancos, no se movilizan hacia la salud, la alimentación, el abrigo de los más pobres, ni a las empresas pequeñas y medianas.
Un modelo económico que oculta y promueve el individualismo ocultándolo bajo el concepto de la “libertad individual” se quiebra ante la actual realidad.
Basta leer este fragmento del discurso del Presidente Luis Lacalle en el Parlamento el día de su investidura:
“…Estamos convencidos de que si al final del período los uruguayos son más libres, habremos hecho bien las cosas, de lo contrario, habremos fallado en lo esencial. Permítanme, entonces, invitarlos a trabajar por la libertad en todas sus formas: la libertad de poder vivir en paz, la libertad de poder elegir un trabajo digno, la libertad de poder darle un techo a la familia, la libertad de poder perseguir los sueños personales, porque se cuenta con las herramientas para hacerlo; la libertad de expresar las ideas de cada uno sin temor a ser hostigado por quienes piensan distinto, la libertad de crear, de innovar, de emprender y de tender a la excelencia; la libertad de criticar al Gobierno cuando se lo merezca, la libertad de buscar la felicidad de cada uno de nosotros por los caminos que cada uno elija recorrer…”
Le faltó decir “la libertad de elegir quien te explote”, pero nos interesa particularmente destacar en este fragmento la exclusión de palabras como “solidaridad” o “comunidad” con el agravante de confundir la “libertad” con “derechos” establecidos universalmente que deben ser garantizados por (el Estado) la Sociedad.
Y es aquí donde el famoso Coronavirus entra a romper la visión neoliberal y la falacia de la “libertad individual” en oposición a lo “colectivo”.
Las medidas impuestas para contener el virus llevan consigo la necesidad de afectar la “libertad individual” sometiéndolo al “bien común”. Frente al miedo del contagio masivo y la muerte, se apela a la importancia de tener una conducta social solidaria para derrotarlo. Como titularon los medios de prensa uruguayos: “Juntos Podemos”, en las conferencias del Gobierno comenzaron a aparecer palabras como “solidaridad”, “juntos”, etc.
En contraposición a los valores que promueve el capitalismo, aparece el concepto “comunidad” en frases como: “debemos ayudarnos entre todos” invocando esfuerzos colectivos y sociales por encima de la libertad individual.
Probablemente ante el drama de la supervivencia individual y como sociedad, terminemos siendo más conscientes de la necesidad del “bien común” para liberarnos del capitalismo.
El Estado vs el Estado
La idea del Estado neutro (que no existe) proclamado por la cultura neoliberal (que predica pero no aplica) se hace trizas frente a esta crisis. El liberal o neoliberal predica la ausencia de Estado, sólo para que éste se ponga únicamente a su servicio. Y no sólo como juez y gendarme de sus privilegios, sino de la captación directa del Estado para aumentar su riqueza a través de múltiples negocios. En aquellos países donde los sistemas de salud son privados o en base a seguros, este hecho se expresa en forma dramática.
En la actualidad en EEUU, 30 millones de personas no poseen seguro médico, y otros 40 millones sólo acceden a planes deficientes, con copagos y seguros de costos tan elevados que sólo pueden ser utilizados en situaciones extremas. El miedo a no poder pagar las costosas consultas y tratamientos puede impedir que se detecten contagios y el coronavirus siga propagándose.
Ante las falencias de la salud privada y mercantil como solución, surge con claridad la importancia de la salud como bien común y un derecho, y no como un bien privado, de unos pocos. Macrón, en su intervención, señaló que esta crisis establece claramente la necesidad de dejar por fuera del mercado servicios como la salud. Hoy todos miran hacia el Estado y le reclaman respuestas para el conjunto de la sociedad.
Se comienza a valorar con mayor claridad la importancia del “bien común” que garantiza por igual determinado servicio al conjunto de la sociedad.
En el caso uruguayo es posible el nivel de respuesta ya que existe un Estado que fortaleció su presencia en la sociedad a través de las políticas públicas.
El actual Gobierno se ve obligado y exigido por la sociedad a rever sus planes económicos neoliberales de reducción del gasto social, de la suspensión de las medidas económicas anunciadas. Los uruguayos le reclaman al “Estado” y no a las empresas privadas ni al mercado, medidas de contención de los daños en general y en particular hacia los más débiles.
Este gobierno debe dejar de lado el déficit fiscal y procurar proteger a los uruguayos no solamente del Covid-19, sino de las consecuencias económicas y sociales que provoca en los sectores más vulnerables.
Iguales ante el contagio
Esta pandemia vino a igualarnos en el contagio o en la muerte independientemente del lugar que ocupemos en la escala social. Al igual que Matrix, despertamos de un sueño y tomamos conciencia de que no estamos solos y dependemos indefectiblemente unos de otros. Se alzan las voces para condenar las conductas individualistas y egoístas como a su vez se aplaude la actitud de los trabajadores de la salud. Se reproducen acciones colaborativas de todo tipo apoyando y dando ánimo.
Así fueron los primeros pasos de la humanidad sobre la Tierra. Pequeños grupos humanos dependiendo unos de otros para sobrevivir ante los peligros y las inclemencias de la naturaleza. Ese “comunismo primitivo” viene desde el fondo de la historia e irrumpe en pleno SXXI para advertirnos que la humanidad tiene oportunidad de sobrevivir si es capaz de sacudirse de arriba al sistema capitalista construyendo en su lugar una sociedad donde la cooperación entre los pueblos, la hermandad y la solidaridad determinen las relaciones sociales.

