Abr 12, 2020
Cuando el 15 de septiembre de 2008, el gobierno estadounidense, cuna del libre mercado, dio orden de nacionalizar Lehman Brothers, mientras el Kremlin, arquetipo del modelo estatalista de los regímenes comunistas, decretaba la suspensión de la cotización de la Bolsa de Moscú -el gran emblema del libre mercado-, los analistas se preguntaron a qué se debía este movimiento telúrico registrado en los cimientos mismos de la arquitectura financiera internacional. En pocos días, el ambiente se aclaró.
La teoría de que la economía mundial se adentraba en un crash sin parangón desde 1929 cobró rango de mandamiento. En medio de voces de autoridades políticas y de dirigentes empresariales que reclamaban casi al unísono la urgente movilización de recetas keynesianas que sacaran al capitalismo de su paradoja, de su duda existencial.
La pandemia del covid-19, su súbita e incontenible propagación, las excepcionales medidas de confinamiento en todo el mundo y las obligadas hibernaciones económicas para detener su expansión, limitar el catastrofismo sanitario y, sobre todo, frenar el número de fallecimientos, ha vuelto a sacar a la palestra la contrariedad que crea entre los defensores del neoliberalismo a ultranza del mercado los episodios de grandes rescates públicos provocados por debacles bursátiles, deterioros de los balances financieros por altas concentraciones de activos tóxicos y recesiones económicas. […]
