Pánico global y horizonte aleatorio. Alvaro García Linera

03/04/2020

Hemos entrado en tiempos paradójicos propios de una sociedad mundial en transición. Tiempos de inestabilidad generalizada en la que los horizontes compartidos se diluyen y nadie sabe si lo que viene mañana es la repetición de lo de ahora, o un nuevo orden social más preocupado por el bienestar de las personas… o el abismo. La angustiosa contingencia del porvenir es la única certidumbre.

Y es que ahora no estamos ante los azares regulares de la cotidianidad, como por ejemplo, cuando tomábamos un metro para dirigirnos al trabajo y no podíamos prever con quiénes nos encontraríamos en el vagón o si llegaríamos a tiempo. La incertidumbre actual es más profunda, es de destino, porque uno no sabe en realidad cuándo volverá a tomar el metro, si tendrá trabajo al cual dirigirse o, llegado el extremo, si estaremos vivos para entonces. Lo de hoy es pues un derrumbe absoluto del horizonte de las sociedades en la que la aleatoriedad del porvenir es de tal naturaleza que todo lo imaginable, incluida la nada, pudiera suceder.

Un diminuto virus de entre los cientos de miles que existen está llevando a que más de 2.600 millones de personas suspendan sus actividades regulares, que una gran parte de los trabajos con los que la gente reproduce sus condiciones de existencia esté paralizada, y que los gobiernos implementen estados de excepción sobre la posibilidad de desplazarse y agruparse. Un pánico global se ha apoderado de los medios de comunicación y una niebla de sospecha sobre el otro cercano, portador de la enfermedad, quiere encumbrarse en el espíritu de la época.

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Claudio Katz: “Espero que la salud pública pueda triunfar sobre el capitalismo”

02/04/2020

¿Cómo definirías la crisis generada por la pandemia?
Me parece que estamos en presencia de una calamidad natural potenciada por el capitalismo contemporáneo. Ya esperábamos que ocurriera algo así como consecuencia del cambio climático, el calentamiento global, las incontrolables inundaciones, incendios o sequías. Pero finalmente irrumpió el coronavirus, con su arrasadora secuela de contagios masivos. Lo impactante no es el número de fallecidos, sino el inmenso universo de personas confinadas en sus hogares. Es un experimento social inédito. […]

[…] En el plano económico el impacto ya es visible en las denominadas economías emergentes. Han quedado muy afectadas por la fulminante caída de los precios de los productos básicos y la salida de capitales. En los primeros 45 días de coronavirus esa hemorragia de fondos superó los 30.000 millones de dólares. 

[…] Hay que notar, ante todo, la significativa revalorización de la salud pública por parte de la población. La pandemia ha demolido la creencia liberal que cada individuo es responsable de su propia salud y la conveniencia de gestionarla con un buen contrato de riesgo. Frente a esa tontería liberal se está demostrando que la salud es un bien público, atado a la capacidad de defensa de todo el cuerpo social frente a las enfermedades.

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