El Chasque Nº49

13/11/2020
Toda lucha de izquierda debe ser anticapitalista

Como resultado del derrumbe del campo socialista se prefiguró un mundo unipolar capitalista, dando inicio así a un período de retroceso en el cual no existen certezas de si la humanidad tendrá el tiempo y la capacidad para proponer una nueva opción que permita superarlo.

Actualmente la civilización se encuentra en su límite de capacidad de resistencia ante la agresividad de esta enfermedad llamada capitalismo.

Una de las características peculiares y básicas del sistema es su comportamiento autodestructivo como forma de continuar reproduciéndose. Léase aquí las sucesivas crisis económicas y las guerras en todas sus formas. Millones de personas han sido sacrificadas en el altar del capitalismo para que este sobreviva hasta la fecha y probablemente continúe, con la salvedad de que hoy el nivel destructivo es de una envergadura tal que toda vida en el planeta corre riesgo de extinguirse, incluyendo la especie humana.

La tan mentada crisis medioambiental a la que escuchamos hablar y que se la señala como resultado de un modelo insostenible de desarrollo, es en realidad producto del modelo de producción capitalista que conlleva en sí mismo la autodestrucción. Esta crisis tiene nombre y apellido y se llama capitalismo. No es una crisis devenida del simple accionar humano de una suerte de causa-efecto inevitable. No, es el resultante de un modelo económico, social y cultural que premia el egoísmo, la avaricia, la acumulación de capital, al individualista y castiga al pobre. Toda la vida sobre la Tierra es sometida por la dictadura del capital, de ese 1% de superricos, es decir, toda la vida debe ser funcional a sus objetivos de ganancias, de lo contrario es desechable. La destrucción es la única forma que tienen de reproducirse y sobrevivir. Por supuesto, “hasta agotar stock”, es decir, hasta que se acabe la vida.

El amenazador y transversal cambio climático, la dramática pérdida de biodiversidad, la reducción drástica del agua dulce disponible, la mortífera contaminación del aire, la inundación de plásticos de los mares y océanos, la sobrepesca, vienen acompañadas de un incremento del autoritarismo, racismo, xenofobia, nacionalismo extremo y más. 70 millones de refugiados; la más injusta distribución de la riqueza de toda la historia de la humanidad, el 1% de la población tiene el 50% de la riqueza mundial y el 50% de la población no llega al 1% de esa riqueza.

La crisis medioambiental en cifras

Contaminación del aire. Esta polución causa entre seis y siete millones de muertes prematuras al año. El 95% de la población del planeta reside en zonas con niveles de partículas finas superiores a los recomendados por la OMS.

Biodiversidad. Las zonas protegidas no llegan al 15% de los hábitats terrestres y al 16% de las zonas costeras y marinas. El 42% de los invertebrados terrestres, el 34% de los de agua dulce y el 25% de los marinos se encuentran en riesgo de extinción.

Océanos. El 50% de la Gran Barrera de Coral australiana está dañada por el aumento de la temperatura, mientras que los manglares han perdido entre el 20% y el 35% de su área de distribución desde 1980. Cada año, ocho millones de toneladas de plásticos acaban en los océanos.

Agua dulce. Desde 1970 el 40% de los humedales del planeta han desaparecido. Son unos ecosistemas claves en la lucha contra el cambio climático.

Agricultura y usos del suelo. En 2050 unos 4.000 millones de personas vivirán en tierras desertificadas. La deforestación se ha ralentizado algo pero sigue avanzando en el mundo. Y el 33% de la comida se pierde o se desperdicia, sobre todo en los países desarrollados.

El virus del Covid-19 es hijo del capitalismo

Este sistema devastador ha creado las condiciones ambientales para el salto de virus de animales a los humanos. Urbanización, destrucción de hábitats, explotación de animales silvestres y cambio climático. Estos son solo algunos de los factores que favorecen el surgimiento de las enfermedades zoonóticas, aquellas que se transmiten de animales a humanos como el nuevo coronavirus.  El aumento de la población humana, la hiperurbanización, la intensificación de los sistemas de producción que alteran enormemente el ambiente y el cambio climático. Todos estos elementos cambian los patrones de comportamiento de los animales y su relación con los seres humanos. Todo esto, sumado a la gran facilidad de movimiento de los seres humanos en el siglo XXI, genera que cualquier virus se expanda rápidamente por todo el mundo. De acuerdo a la Organización Internacional de la Salud Animal, el 60% de las enfermedades infecciosas son zoonosis.

Esta situación sucede hoy a una población de 7.500 millones de habitantes sobre la Tierra y en un futuro próximo para el 2050 será para unos 10.000 millones de personas y 11.000 para el 2100.

“¡Hay que dar vuelta el viento como la taba,
el que no cambia todo, no cambia nada!”

Visto así y unido a la idea impulsada por Margaret Tatcher de que no es posible salirse del sistema, entonces no queda más que esperar a que todo termine. Sin embargo, la humanidad es porfiada y como “Prometeo encadenado”, no se rinde y resiste a la tentación de dejarse conquistar por la desazón. 

En este marco global donde la humanidad se encuentra jaqueada por un sistema que hace ratos tiene fecha de vencimiento es cardinal que el Frente Amplio incorpore una visión anticapitalista como paso clave para delinear las estrategias futuras en lo referido a que modelo de desarrollo económico y social queremos para nuestro país.

Es importante señalar a su vez el carácter antidemocrático que hoy representa la reproducción del capital. En la medida que cae la rentabilidad a nivel global, se vuelve más violento y avanza inclusive contra  la “democracia liberal” que lo acunó y contra su propia clase. En el Chasque 48 decíamos: “…entre las economías del G7, si se mantiene la caída anual promedio de la rentabilidad experimentada en los últimos 20 años aproximadamente, la tasa del G7 llegará a cero en 2050. Pero, por supuesto, podría haber un nuevo período de recuperación de la tasa de ganancias, probablemente impulsada por la destrucción del valor del capital en una profunda recesión y por una severa reducción de la participación del trabajo en el valor total por las políticas de gobiernos reaccionarios.»

Lo vemos en muchos países (Uruguay con la LUC) donde han surgido gobiernos profascistas, autoritarios y antidemocráticos. En etapas anteriores el capital apeló a los golpes de estados para poder destruir toda barrera a su reproducción, hoy nuevamente apela a la violencia y al desmantelamiento de la propia “democracia liberal”

Por lo tanto como decíamos en el Chasque 48 creemos que  “la salida no es aceptar los postulados del sistema, sino superarlo. Establecer una estrategia, no ya para administrarlo, sino políticas y medidas concretas que tiendan a limar sus aristas y apunten a la construcción de un nuevo orden social”.

Agregamos: Hoy se han agudizado las grandes contradicciones del modo de producción capitalista en la que destacamos aquella que se expresa entre alcanzar por parte del capital el mayor nivel de rentabilidad al costo que sea y la posibilidad de supervivencia de la especie humana y la vida en general, a esa sobreexplotación existente hoy. Esta disyuntiva entre “vivir o morir” en la cual nos encontramos hace perentorio la construcción de una alternativa para superar al capitalismo. La humanidad ya no tiene atajos posibles. 

Es hora de animarnos como aquellos que tantas veces dieron el salto sin medir sacrificios ni réditos personales salvo la pública felicidad. Sin certezas ni verdades absolutas marcharon con la convicción de sus ideas de justicia y libertad hacia nuevos horizontes. Este sistema capitalista ya no se soporta más. La especie humana y todas las especies que habitan la Tierra ya no soportan la carga de destrucción que pone en riesgo la supervivencia de la vida misma. Hoy no podemos soslayarlo más  y nos obliga necesariamente a tener un pronunciamiento claro de que nuestro horizonte es –si realmente somos de izquierda- construir una sociedad anticapitalista.

Un comentario sobre “El Chasque Nº49”

  1. Compañeros , el capitalismo es nuestro enemigo externo e interno. Su esencia guerrerista continuará hasta que le llegue » su San Martin». Se rá posible visibilizar, aún con contradicciones, aliados » anticapitalistas » en una retaguardia logística para el desarrollo de la Lucha por el Poder?.

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