FA en la búsqueda de la revolución extraviada

Enrique Yllas Moreira
1971 -26 de marzo- 2021

La vida en aquellos tiempos nos llevaba a la esperanza de un cambio de la sociedad. Se había comenzado a gestar la idea de “El Hombre Nuevo”, nuestras primeras influencias revolucionarias que provenían desde la sierra maestra, la revolución de Argelia, lo que significó El Che, Ho Chi Min, Fidel, Revolución Sandinista y otros movimientos fermentales, nos empujaban a creer en la esperanza de poder, nosotros conjuntamente con otros pueblos latinoamericanos, gestar la revolución que nos encaminara hacia ese HOMBRE NUEVO, constructor de la nueva sociedad.

Durante varios años aquellos líderes lograron, no sin esfuerzo, crear la herramienta que naciera con el aporte de muchas corrientes de pensamiento político, distintas a la creación de esta fantástica herramienta que hoy, cincuenta años después, sigue siendo la construcción política para un cambio profundo y verdadero.

Aquel día, congregados en la explanada Municipal en el acto masivo de una naciente fuerza política y jamás visto, del cual salimos pletóricos de alegría y con la fuerza de esa juventud combativa que quería y sigue queriendo una revolución verdadera. Que signifique como se dijo aquella nochecita, unirnos en un Frente anti oligárquico y anti imperialista, que los desplace del poder para dárselo al Pueblo, donde «los más infelices sean los más privilegiados».

Movilizarnos desde los cimientos para cambiar desde las bases mismas toda explotación del hombre por el hombre.

Hemos tenido altibajos, creo que estamos en uno de esos bajos, atrapados entre discursos que ilustran muchas ansias de ser los protagonistas y ser los primeros en la foto, (como ejemplo), aceptamos que el gobierno haga de las ollas populares una institución más, mientras discutimos que lugar en las sillas nos correspondan.

No tenemos un gran plan de lucha y sus objetivos intermedios, solo se leen informes para que nuestros propios dirigentes nos hagan creer que la revolución se hace con declaraciones en papel y/o digitalizadas que al final no convencen a nadie. No hay cambios sin el pueblo en la calle, en eso nos han ganado los grandes dueños del poder económico, nosotros mismos creemos en lo que ellos nos dicen a través de sus medios de comunicación y hacemos como rebaño todo tal cual lo programan, tiran un bolazo cualquiera y todos salimos a ladrar como cuzcos detrás del barullo mientras por delante nuestro y sin darnos cuenta nos van cambiando las conquistas, las leyes que favorecen al pueblo, nos ponen y nos convencen de que está bien el tema de la seguridad, esa es la virtud mejor explotada de nuestro real enemigo.

Así que por lo pronto cuando uno piensa en todo lo que hemos cambiado, nada mejor que volver a las raíces, re escuchar los discursos que nos unieron y nos guiaron desde aquel amanecer del día después, con fuerzas revitalizadas, con ideas esperanzadoras, que las bases impulsen una nueva esperanza, volver a las raíces para que no nos lleven de las narices, “fuimos somos y seremos una fuerza constructora…” , si es que eso somos pues que este 26 de marzo nos ponga el desafío de ser coherentes con nuestros pensamientos revolucionarios.

Que aquel 26 de marzo de 1971, forjado en la lucha de los trabajadores y organizaciones políticas no se nos pase por alto el sacrificio para llegar a esa construcción de unidad y lucha. Costó vidas, antes, durante y después de su creación, el FA seguramente encontrará el camino que nos encarrile nuevamente por la senda de los cambios verdaderos, profundos y lógicos que anhelan los más desprotegidos.

Sin embargo debemos ser contundentes con los verdaderos desafíos, diferenciar claramente que no continuaremos administrando bien el capitalismo, venimos a cambiar desde las raíces mismas y con sensata justicia los modelos productivos, transformar la propiedad, trabajar desde la construcción de conciencia y el cambio cultural, atrevernos a desafiar en la práctica el advenimiento de la nueva sociedad, no solamente más justa, además empoderada de elegir su rumbo, el rumbo de los pueblos que quieren ser libres y soberanos. Demos pues la batalla por romper las cadenas de la sumisión a lo que nos dicen por medio de la gran prensa, generemos las formas de enfrentarnos a los dominadores de la situación, nuestra expresión está en la calle y no en declaraciones que caen en saco roto, avanzar juntos, codo a codo, sin recelos, que el camino nos una en pos de los objetivos de una Patria nuestra y Latinoamericana como hermanos y explotados por igual.

Busquemos entonces la revolución perdida que hemos dejado de lado por palabras débiles y sin contenidos, que solo reparten la misma miseria de siempre, obtenidas de las migajas que nos dan los capitalistas.

REVOLUCIÓN donde nadie es más que nadie, que los trabajadores organizados marchen junto a los más desposeídos, esa y no otra fue la gran consigna de aquel 26 de marzo de 1971.

El Chasque Nº 69- «El Pueblo unido jamás será vencido»

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