53 años del FA y la visión de Rubio, Ehrlich y Patricia González acerca de su vigencia como fuerza política.

Ruben López
El Chasque 126
23/02/2024

“Estupefacto y cada vez más enardecido, el pueblo argentino asiste, una vez más, a una colosal estafa electoral. El embuste se hace en nombre de una democracia tramposa que ha permitido, otra vez, que el pueblo sea engañado. La mayoría de quienes votaron por un “cambio” hoy se arrepienten que su voto sea utilizado para justificar la barbarie.
Pero eso no significa, que avalen o quieran continuar por la senda desgastada de un tibio y lento reformismo en el marco del mismo sistema que, en definitiva, no arrojó una transformación sustancial en la situación de las mayorías. Sobre todo, de los jóvenes arrojados a las fauces de la precarización digital.” (Javier Tolcachier)

Desde que el FA nació, una de sus virtudes fue establecer una serie de acuerdos estratégicos, programáticos, tácticos, electorales (con la constancia que no surgía sólo para una instancia electoral, sino para hacer de la política una actividad permanente, con la participación de la militancia y adherentes desde sus bases), por otro lado, cada sector mantenía sus principios rectores. Unidad en la diversidad.

Porque la cuestión es discutir ideas. Sustantivos, no adjetivos.

Hay compañeros que, con la mejor intención, plantan debatir en la interna, para después difundir las decisiones. Pero, eso reduciría el intercambio de ideas a los dirigentes, a algunos cuadros y militantes, dejando fuera a la mayoría de adherentes, simpatizantes y a la población, cuando se tratan temas que inciden sobre la vida de todos.

En cambio nosotros creemos útil y necesario un amplio debate, escapando, eso si, al agravio personal, a los juicios de valor, a atribuir intenciones. Ir a los dichos y a los hechos, no a las personas.

Un amplio debate, ideológico, estratégico, político, programático, que contribuya a la acumulación de fuerzas de los sectores populares.

Esto es importante también, porque define el papel que le damos a la participación política activa, que comienza con la información de calidad, el debate democrático, no limitarse al acto electoral, sino a la actividad permanente, como forma de profundizar la democracia.

En el Documento del Plenario Nacional del FA – 19/04/2004 Fuerza política, gobierno, trabajadores y organizaciones sociales, se decía:

el FA y sus aliados también tendrán que cumplir con su propósito de promover la participación, transferir capacidad de decisión a la gente y transformar a los ciudadanos y al pueblo en protagonistas activos, que gestionen sus propios intereses y participen en la difícil tarea de gobernar el país.”
2- La fuerza política deberá evaluar, permanentemente, lo que realiza el gobierno en función de lo definido en las instancias orgánicas, y su compromiso con la ciudadanía.

Claramente estos lineamientos son los históricos del FA, principios no negociables, planteados en sus bases programáticas y en los discursos del Gral. Seregni.

Es esencial a nuestro proyecto político el derecho a opinar libremente, de ejercer el control sobre los actos del gobierno y de la fuerza política, que asegure a través del ejercicio democrático más amplio, el cumplimiento de programas y planes.

Así, queremos expresar nuestra opinión, sobre una entrevista publicada por La Diaria del 10/02/2024, ampliar el debate, con el ánimo de fortalecer al FA y a las fuerzas populares.

La entrevista a Patricia González, Ricardo Ehrlich, y Enrique Rubio con motivo de los 53 años de la fundación del FA, donde expusieron sobre la vigencia del FA y la situación actual.

No explica en qué cambió el mundo. Es cierto, ha cambiado, pero en sentido regresivo. El mundo hoy es mucho más duro para los sectores populares que hace 50 o 60 años. Los asalariados deben trabajar más y reciben menos, mientras la clase poseedora ha multiplicado sus ingresos. En Uruguay por ejemplo, en 1970 la cantidad de mujeres trabajando era mucho menor, y un salario en el hogar resolvía lo que hoy no resuelven dos. La liberación y su participación en el mercado de trabajo no llevó libertad a la mujer sino superexplotación y la rebaja del salario real multiplicó las horas de trabajo para sostener a la familia.

La Democracia

Dice Rubio: La izquierda sostenía que la “democracia era formal” y “aquí lo que había era una oligarquía que dominaba”…”la democracia no tenía el valor que se le dio después de la dictadura” …luego había “que profundizar la democracia”.

En cambio, pensamos que dejamos ganar a la idea de una izquierda responsables o co-responsable del rompimiento de las instituciones, del golpe de Estado. En realidad, éste fue impuesto por la oligarquía y el imperialismo, en defensa de sus intereses y privilegios y llevado a cabo con la mayor saña por sectores fascistas de las FFAA y los sectores más retrógrados de los partidos Colorado y Nacional.

No hubo dos demonios como proclama Sanguinetti, hubo una ofensiva oligárquica asociada al capital extranjero para quedarse con el trabajo -la riqueza de los uruguayos- ante la respuesta del pueblo trabajador para defender sus derechos, (trabajo, salarios y jubilaciones dignas).

A pesar del error del MLN al tratar de resolver los problemas de los más humildes, cuando éstos no estaban aún ni concientes, ni preparados para imponerse a un enemigo muy poderoso,la verdad es que la Democracia no era un bien muy apreciado por las clases dominantes, preocupados por mantener sus privilegios, negaban el derecho de los trabajadores a defender sus intereses. Frente a la crisis del sistema, que se cargaba sobre los hombros de los trabajadores, jubilados y sectores propietarios modestos, no vacilaron en recortar las libertades.

Por aumentar sus ganancias recurrieron cada vez más al auxilio del Estado. El gobierno de turno adoptaba medidas económicas a su favor y recurría a la represión frente al justo reclamo de los trabajadores, de los más humildes. La violencia era la inflación que reducía salarios y jubilaciones, violencia era la falta de trabajo, la desocupación, la infancia carenciada, la falta de vivienda, de atención a la salud, de recursos para la educación y cuando se protestaba llegaba la violencia física ejercida por el Estado, recortando la democracia.

Entonces, quién debilitó el sistema democrático, fueron las propias instituciones públicas, que, de garantes de la convivencia pacífica entre los ciudadanos, dejaron al desnudo su verdadero papel al servicio del capital nacional y extranjero. Mientras mentaban la patria y decían defenderla ante la “subversión”, la estaban vendiendo al mejor postor.

No fueron los trabajadores ni los reclamos populares los que deterioraron el clima democrático, no fueron las organizaciones sociales, como la CNT, no fue la izquierda, ni los Comunistas, que crecían al calor de las luchas populares, al comprender el pueblo por su propia experiencia, quien era el enemigo, quienes los condenaban a la desocupación y rebajaban los salarios, con el apoyo del gobierno. Julio M. Sanguinetti integró los cuadros del gobierno, dedicado después a reescribir la historia, igualando a los terroristas de Estado (ocultando a los verdaderos beneficiarios a los cuales él servía y sirve) con el pueblo trabajador que sólo quería un salario digno para vivir y luchaba por ello.

Es un error, entonces, plantear que la democracia no era un valor para la izquierda, el FA en su conjunto sostenía firmemente la democracia, denunciando su descaecimiento por parte de los gobiernos de la derecha al servicio de la oligarquía (como denunciara Seregni en cada uno de sus discursos). En todo caso se trataba de profundizarla, que no fuera más instrumento para la explotación y el mantenimiento de los privilegios de unos pocos, de la misma manera que lo sostenemos ahora.

Extraemos de la realidad de Colombia, lo que ayer y hoy, es la actitud de la gran burguesía:

la pronta salida de Petro del poder. En una reciente reunión pública, Fernanda Cabal —senadora proveniente de una familia de barones del azúcar— instó a realizar mayores actos de desestabilización contra el gobierno y declaró que la tarea de la oposición era no dejar que el líder progresista terminara su mandato.”(Colombia-Golpe Blando)

Esta es la concepción “democrática” de las burguesías latinoamericanas, la “renuncia” a los principios que dicen defender –igual al Uruguay de los años 1960 y 70-, que no dejan lugar a dudas, los sectores privilegiados “utilizan” la democracia y la apoyan en tanto sirva a sus intereses.

Cuando los sectores populares ganan espacios que les permiten mejorar sus vidas a través de su organización, fortaleciendo los movimientos sociales, en frentes políticos y llegan al gobierno, surge la verdadera “subversión” de la derecha y ultraderecha para ajustar cuentas con los rebeldes que se atreven a tocar sus privilegios (Guatemala 1954, Brasil 1964, Chile 1973 y !cuantos más!)

La izquierda luchó y lucha por la democratización de las relaciones sociales, única forma de lograr una vida plena para toda la humanidad, en primer lugar las relaciones de propiedad, el eslabón para terminar con todo tipo de discriminaciones.

Si hay algo que demuestra que el imperialismo sigue siendo el mismo basta leer a la comandante del Comando sur y su confesión sobre el lugar que tiene América Latina.

La democratización de los medios de comunicación es esencial para el logro de los objetivos generales, pues su monopolio por parte del poder económico no permite el desarrollo de la democracia, se cercena la libertad de expresión del pensamiento, la libertad de prensa (en manos de unos pocos), el acceso a la información veraz, al conocimiento, por parte del conjunto de los ciudadanos.

El Programa

Esta afirmación es un tanto contradictoria, ni nacionalización de la banca, ni del comercio exterior (podemos agregar ni reforma agraria), pero “se pasó a otro esquema en lo económico, manteniendo las mismas metas”.

¿Cómo es posible sacar de un plumazo los principales elementos de cambio del programa -sin ninguna explicación- y sostener que “las metas son las mismas”? Además que quiere decir “contexto enriquecido de las relaciones sociales (y más confuso aún, “a democratizar”. Si no democratizamos la economía, es decir la propiedad y los ingresos, poco se podrá “enriquecer la relaciones sociales”

Rubio coincide con Ehrlich (y con los sectores renovadores del FA) que el mundo cambió, entonces dice, deben cambiar los instrumentos de la izquierda. Es de perogrullo decir que el mundo cambió, lo importante es en qué cambió, y como las propuestas programáticas enfrentan esa nueva realidad, para satisfacer las necesidades de la población.

Lo que sostiene Patricia González: “como valores irrenunciables nosotros queremos que la gente viva bien”, (definición que por su amplitud, dice poco, y todos la podrán aceptar, desde Milei a la izquierda más radical), pero no avanza un centímetro hacia el Uruguay que queremos y que necesitamos para superar la injusticia, la explotación, la pobreza y la riqueza que la genera.

No sabemos a que cambios en el mundo se refiere, pero recalca que “las propuestas de los partidos no se deben “anclar en el pasado o adquirir rasgos que yo llamaría conservadores o fundamentalistas”.

Desde El Chasque, justamente, hemos encontrado conservadoras la defensa de “un capitalismo más humano”, las posiciones que no enfrentan claramente al sistema que condena a la humanidad a la miseria, la pobreza y amenaza con la extinción de la vida. Y hemos encontrado que los cambios en el mundo, que sí se dan, van en favor de una poderosa oligarquía mundial (y nacional) y en contra de la humanidad, de los que trabajan, los que producen y deben conformarse con las migajas de “los malla oro”.

Lo dice Rubio: «el cada vez más poderoso capital que domina el mundo.»
Describe los cambios en la realidad. El mundo cambió. ¿En qué?
En Uruguay se liquidó la “burguesía nacional. Los capitales nacionales fueron comprados por el capital extranjero.”
“El mundo se había transformado, globalizado, internacionalizado”
“En 2005 el país estaba fundido.”
“Tuvo que abrir las puertas a la inversión extranjera”
FA en el gobierno: “el tema era cuales reglas de juego se le ponían al capital extranjero”
“Con un estado fortalecido
Para que las inversiones ayudaran al desarrollo y no fueran un saqueo.”]

Otro cambio, que no se menciona, es la implosión de la URSS y el campo socialista europeo.
Que ejercía un equilibrio con el poder del imperialismo.
Hacía presión a nivel económico, político e ideológico, por el solo hecho de su existencia.
Su caída significó una gran pérdida para las fuerzas populares en el mundo. El Imperio impuso su poder, el mundo unipolar, el pensamiento único, y se hizo más agresivo.
Esto incide en las fuerzas populares, acentúa su debilidad frente a la burguesía y desde el punto de vista ideológico da lugar a ideas reformistas, de conciliación con el capital, rebaja de los programas.

Coincidimos con la descripción de la realidad en 2005 (Rubio), pero discrepamos con las conclusiones.
Lo que nos lleva a la esencia del debate de la izquierda hoy, que encaramos desde El Chasque en ediciones anteriores.

El hecho de que la burguesía nacional es absorbida por el capital transnacional, debe llevarnos a fortalecer la economía nacional: “debilitando la propiedad privada y fortaleciendo la propiedad y la gestión social”.

No es creíble que se pueda “fortalecer al Estado para que no sea saqueado el país por los grandes inversores”, porque cuanto más poderosa es la empresa privada, menos puede hacer el Estado para imponerle “reglas de juego”. Además el país ha adherido a las normas del libre mercado para atraer grandes capitales, que puestos en la plaza local, funden, liquidan, o someten a los capitales nacionales que sobreviven, ya sea en la agricultura, la industria o los servicios. O se funden o se transforman en socios menores de las transnacionales. A su vez éstas, por su poder de mercado, condicionan la economía nacional y al Estado que poco podrá incidir al haber aceptado el libre juego del mercado, condicionado por las multinacionales, los organismos internacionales, las calificadoras de riesgo, los tratados de inversiones (con condiciones lesivas para nuestra soberanía, como es aceptar que las controversias sean juzgadas en el extranjero por tribunales privados).

El Estado fuerte, es la nación fuerte, es llevar al pueblo a gobernar, es fortalecer la propiedad social y pública, es poder negociar con los grandes capitales para el desarrollo del país, incorporar conocimiento, las técnicas más avanzadas, la productividad del trabajo, al servicio de todos los uruguayos, no de las empresas privadas.

La inversión extranjera, necesaria, debe estar al servicio de los uruguayos todos, y es mentira que no se pueda. Se puede, en base al desarrollo de la riqueza nacional. Negocios con grandes empresas, si, pero para impulsar el trabajo nacional a través de la propiedad pública, social, cooperativa, mixta, en conglomerados que juntos sean capaces de competir.

Reafirmamos lo que hemos sostenido en la serie de artículos «La izquierda en Debate»: la burguesía no puede conducir el proceso, ha sido rebasada por el gran capital monopólico que domina el mundo y ¡No es posible un desarrollo armónico dentro del sistema!

La burguesía no ha podido “administrar de manera eficiente y sustentable los recursos” para llevar bienestar a todos. Es más, ni siquiera lo intenta, no es su objetivo.
Es una debilidad del progresismo bregar por un capitalismo más humano, dejando la conducción de la economía en manos de esa burguesía que trabaja para sí misma, no para la sociedad.

La Lucha de Clases

Relaciones sociales, democratización, el género y muchas otras relaciones de dominación, más allá de las económicas (programa original).

¡¡”Se pasó de un enfoque clasista a uno más interseccional”!!
Empuje de los movimientos sociales y demás.

Parece que el otro cambio fue la democratización en las relaciones sociales, de género y de otras relaciones de dominación, más allá de las económicas.
No sabemos hasta que punto la “lucha de clases pasa a segundo plano para Rubio y priman otras “relaciones de dominación”, ¿o están todas en el mismo plano?.

Como veíamos en el punto anterior, la impronta no está dada por el sistema de dominación, el papel del gran capital, de la burguesía, y como estos determinan al conjunto de la sociedad.

Parece que no estaba tan errado Marx 150 años atrás:
…la producción de plusvalía o extracción de trabajo excedente constituye el contenido específico y el fin concreto de la producción capitalista, cualesquiera que sean las transformaciones del régimen mismo de producción que puedan brotar de la supeditación del trabajo al capital.”

(Marx. El Capital TI. Pg.160)

Tenemos entendido que fue el empuje de los movimientos sociales, de las décadas de 1950 y 60 del siglo pasado posibilitó, primero la propia unidad de los trabajadores en la CNT, la alianza con otros sectores en el Congreso del Pueblo, que elabora un programa de soluciones a la dramática situación que vivía el país.

Y fue esta experiencia de lucha en la calle, por los intereses comunes, la que permitió la unidad de la izquierda en el FA. Es ejemplo en el mundo, cómo el movimiento popular genera la unidad social y política, en el lapso relativamente corto de 15 años. Pero además como se ha podido sostener por más de 50 años, atravesando la dictadura fascista, la persecución, la represión más dura, para seguir creciendo hasta llegar al gobierno, de Montevideo en 1989 y del país en 2004.

Hoy se suman al movimiento obrero fuertes movimientos, el feminista, por derechos humanos, por la diversidad, etc.

No parece que sea razonable oponer cualquiera de ellos o todos juntos, a la necesidad de superar el capitalismo, como forma de resolver las contradicciones. Por el contrario la forma de superar cualquier discriminación pasa por resolver la principal, que es la eliminación de las clases, quitar a la clase dominante el enorme poder que le permite utilizar todas las herramientas creadas por el hombre para conservar sus privilegios, desde lo económico, ideológico, cultural, mediático, judicial, político y finalmente el aparato represivo, si le fallan los demás.

Es un error y lleva a confusión dejar de lado la lucha frontal contra el capitalismo. La cuestión es hacer carne en las masas que “el sistema es el problema” y que todas las luchas deben confluir. Las experiencias de la lucha obrera por salarios y condiciones de trabajo, por vivienda, salud, educación, los feminismos, el antirracismo, la diversidad, todas contribuyen hacia la toma de conciencia.

Que es el mejor programa de su historia puede cuestionarse incluso teóricamente, pues el mejor programa será el que se adecua al momento, a la situación, y no como algo apartado de la historia. Si es mejor el de 1971 o el de 2024.

El Programa debe ser elaborado -con la mayor participación-, en su contenido, con respecto a la realidad de hoy, acercarlo a la vida y necesidades de la gente, a sus problemas urgentes, con propuestas concretas, compromisos reales y no generalidades, como ser, “queremos que la gente viva bien”.

Dicen: “la desigualdad de género explica gran parte de la desigualdades del sistema” (González), que es “transversal” a todos los temas. Y “lo mismo pasa con el tema ambiental” (Ehrlich).
Una vez más se deja de lado lo más transversal a todos, la lucha de clases, el carácter del capitalismo, que no sólo trae la miseria a más de la mitad de la humanidad, sino que puede terminar con la vida en el planeta, si no lo detenemos.

Nunca antes en la historia de humanidad se había producido una concentración de la propiedad tan extrema.
Nunca antes en la historia de humanidad la élite de los milmillonarios había disfrutado de tanto poder político.
A pesar del enorme aumento de la productividad de la fuerza laboral y del boom tecnológico, los salarios semanales reales del trabajador o trabajadora estadounidense promedio son más bajos que hace 50 años.”

Bernie Sanders

Esto nos dice un político progresista norteamericano. Esto que nosotros no nos animamos a decirle a nuestros conciudadanos.
Estos son cambios que se han producido en el mundo, y no parece que la situación sea mejor que en los 60 o 70 del siglo pasado.

No es que “los pobres lo sean porque no quieren trabajar” sino que una pequeña clase privilegiada explota el trabajo ajeno en su beneficio y no quiere dejar de hacerlo.
Hay que analizar la situación y hablarle claro a los trabajadores y al pueblo. Con este sistema y en estas condiciones el país (el mundo) no tiene salida, al menos no las tiene para todos, con el riesgo que ese afán de riqueza, en un descuido, cierre el ciclo de vida en el planeta

“Podemos aprovechar los avances tecnológicos y el aumento de la productividad laboral para mejorar nuestras vidas. Podemos erradicar la pobreza y aumentar la esperanza de vida.
Podemos conseguir todo eso y mucho más si logramos unir a todas las personas trabajadoras y de bajos ingresos de todo el mundo a fin de construir un movimiento internacional capaz de acabar con la avaricia y la ideología de la élite milmillonaria, y de liderar el camino hacia un mundo basado en la justicia económica, social y medioambiental.»

Bernie Sanders

Esto que dice Bernie Sanders, un político progresista de Estados Unidos, no lo decimos nosotros a nuestro pueblo, para que tome conciencia, para que tome su destino en sus manos.
No le decimos por qué estamos pasando por esta crisis, económica, de violencia, de convivencia, de falta de ética. Porque el gobierno afirma que estamos mejorando cuando le robaron más de 1.000 millones de dólares a los trabajadores entre 2020 y 2023.

En el mundo, el patrimonio de las personas más ricas se ha incrementado en más de tres billones de dólares tan solo durante los últimos tres años.
Informe de Oxfam enero/2024

No le decimos que podemos erradicar la pobreza, aumentar la esperanza de vida y gozar de mejores jubilaciones, si la productividad de nuestro propio trabajo, es utilizada para el bienestar general, no para engrosar los bolsillos de la clase parasitaria.

No le decimos que buena parte de la violencia y los problemas de convivencia se resuelven con más democracia, más libertad, con trabajos dignos, con un mejor reparto de la riqueza, erradicando la pobreza, multiplicando los cuidados, eliminando la pobreza infantil y la indigencia.

Ese “movimiento internacional capaz de acabar con la avaricia y la élite milmillonaria” no puede ser algo abstracto, debe ser nacional, desarrollarse en cada país, de acuerdo a sus condiciones (pero si apoyarse con el resto, sobre todo AL)

No podemos decir: “el mundo cambió” y después entregar la economía del país a la “avaricia de la élite mil millonaria”. Si entendemos como dice Enrique Rubio, que desaparece la burguesía nacional a manos del capital extranjero, con más razón debemos prepararnos para enfrentarlos, a limitar el poder del capital. De otra manera -nos lo advierte Sanders- el producto del trabajo nacional irá a la “elite milmillonaria” y los uruguayos que trabajan (ya sean asalariados o propietarios) seguirán hundiéndose en la pobreza y la miseria, salvo un pequeño porcentaje de socios menores y cortesanos del poder.

Veamos el problema, cual es la contradicción en el mundo, en el orden social vigente, en nuestro país. Podemos afirmar que si avanzamos en la superación del capitalismo, incluso con reformas sobre algunos sectores esenciales, de debilitar la propiedad privada -en principio de los grandes capitales- y promover la propiedad y la gestión social, es decir, avanzar en la democracia económica, la participación de los trabajadores y sectores populares en la planificación, la dirección y el control en la sociedad y en la economía, avanzaremos en todos los temas vinculados a la desigualdad. Pues los propios ciudadanos, reunidos en cada comunidad organizada, serán los primeros guardianes de todos los derechos.

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