II – Los metafísicos

El Chasque
12/11/2025

Transcribiremos algunos párrafos de un increíble libro, escrito en 1907 en Estados Unidos. Fue capaz de anticipar el fenómeno del fascismo y hoy, más de 100 años después, sigue asombrándonos con la lucidez de su pensamiento.

Hablo del EL TALON DE HIERRO DE JACK LOND0N

y cuando crueles reveses os hagan dudar del éxito de vuestra causa recobraréis confianza y os diréis con el noble Everhard: ‘Perdida esta vez, pero no para siempre. Hemos aprendido muchas cosas. Mañana la causa volverá a levantarse más fuerte en disciplina y en sabiduría’”
Anatole Frace (1923)

Capítulo Primero – MI AGUILA
…………………… Continuación

II – Los metafísicos II
Al lanzar este apóstrofe, Ernesto parecía verdaderamente, encolerizado. Su faz enrojecida, su ceño arrugado, el fulgor de sus ojos, los movimientos del mentón y de la mandíbula, todo denunciaba un humor agresivo. Era, empero, una de sus maneras de obrar. Una manera que excitaba siempre a la gente: su ataque fulminante la ponía fuera de sí. Ya nuestros convidados olvidaban su compostura. El obispo Morehouse, inclinado hacia delante, escuchaba atentamente. El rostro del doctor Hammerfield estaba rojo de indignación y de despecho. Los otros estaban también exasperados y algunos sonreían, con aire de divertida superioridad. En cuanto a mí, encontraba la escena muy alegre. Miré a papá y me pareció que iba a estallar de risa al comprobar el efecto de esa bomba humana que había tenido la audacia de introducir en nuestro medio.

-Sus palabras son un poco vagas -le interrumpió el doctor Hammerfield-. ¿Qué quiere usted decir exactamente cuando nos llama metafísicos?

-Os llamo metafísicos -replicó Ernesto- porque razonáis metafísicamente. Vuestro método es opuesto al de la ciencia y vuestras conclusiones carecen de toda validez. Probáis todo y no probáis nada; no hay entre vosotros dos que puedan ponerse de acuerdo sobre un punto cualquiera. Cada uno de -vosotros se recoge en su propia conciencia para explicarse el universo y a sí mismo. Intentar explicar la conciencia por sí misma es igual que tratar de levantarse del suelo tirando de la lengüeta de sus propias botas

-No comprendo –intervino el obispo Morehouse-. Me parece que todas las cosas del espíritu son metafísicas. Las matemáticas, las más exactas y profundas de todas las ciencias, son puramente metafísicas. El menor proceso mental del sabio que razona es una operación metafísica. Usted, sin duda, estará de acuerdo con esto.

-Como usted mismo lo dice –sostuvo Ernesto-, usted no comprende. El metafísico razona por deducción, tomando como punto de partida su propia subjetividad; el sabio razona por inducción, basándose en los hechos proporcionados por la experiencia. El metafísico procede de la teoría a los hechos; el sabio va de los hechos a la teoría. El metafísico explica el universo según él mismo; el sabio se explica así mismo según el universo.

-Alabado sea Dios porque no somos sabios –murmuró el doctor Hammerfield con aire de satisfacción beata.

-¿Qué sois vosotros, entonces?

-Somos filósofos.

-Ya alzasteis el vuelo –dijo Ernesto riendo-. Os salís del terreno real y sólido y os lanzáis a las nubes con una palabra a manera de máquina voladora. Por favor, vuelva a bajar usted y dígame a su vez que entiende usted por filosofía.

-La filosofía es… (el doctor Hammerfield se compuso la garganta) algo que no se puede definir de manera comprensiva sino a los espíritus y a los temperamentos filosóficos. El sabio que se limita a meter la nariz en sus probetas no podría comprender la filosofía.

Ernesto pareció insensible a esta pulla. Pero como tenía la costumbre de devolver el ataque contra el adversario lo hizo sin tardanza. Su cara y su voz desbordaban fraternidad benigna.

-En tal caso, usted va a comprender ciertamente la definición que voy a proponerle de la filosofía. Sin embargo, antes de comenzar, lo intimo, sea a hacer notar los errores, sea a observar un silencio metafísico.

La filosofía es simplemente la más vasta de todas las ciencias. Su método de razonamiento es el mismo que el de una ciencia particular o el de todas. Es por este método de razonamiento, método inductivo, que la filosofía fusiona a todas las ciencias particulares en una sola y gran ciencia. Como dice Spencer, los datos de toda ciencia particular no son más que conocimientos parcialmente unificados, en tanto que la filosofía sintetiza los conocimientos suministrados por todas las ciencias. La filosofía es la ciencia de las ciencias, la ciencia maestra, si usted prefiere.

¿Qué piensa usted de esta definición?

-Muy honorable… muy digna de crédito -murmuró torpemente el doctor Hammerfield.
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Continuará
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Los metafísicos I

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