¡I can’t breathe! – ¡No puedo respirar!
George Floyd, afroamericano, ciudadano de los EEUU, fue asesinado tras pasar varios minutos con la rodilla de un policía contra su cuello, ante un arresto en Minneapolis. Sus últimas palabras fueron “¡I can’t breathe!”
En enero del 2020 dos guardias de seguridad de un Shopping, en la ciudad de Paysandú (Uruguay), detuvieron a un ladrón. Reducido por los dos hombres es asesinado minutos después ante el público inmutable. Al igual que George Floyd, murió por “asfixia mecánica”, estrangulamiento, aplastamiento o ahorcamiento. Las últimas palabras de esta persona fueron “¡ no puedo respirar!”
El racismo, el machismo, el odio al pobre, tiene el mismo padre: el sistema capitalista.
El mismo día que asesinaban a George Floyd, aquí eran asesinadas cuatro mujeres y dos niños producto de la violencia machista y patriarcal verdadera pandemia en nuestro país.
¿Que tienen en común? La violencia sustentada en el odio hacia los más débiles.
Los seres humanos no nacemos odiando, eso se aprende de esta sociedad.
No es “la condición humana”, esa característica se adquiere. “Negro de mierda”, “pichi de mierda” son manifestaciones de una sociedad que la promueve y es la sociedad capitalista. Sociedades vigiladas, controladas para reprimir el delito, las manifestaciones, las huelgas, la discrepancia, como el caso de la actitud autoritaria y patriarcal de Martín Lema (presidente de la Cámara de Diputados) cortando el micrófono a las palabras de Verónica Mato en su alegato contra el machismo. El odio a la mujer y su sublevación, la xenofobia, al pobre, al “pichi” que “no tiene voluntad, es un vago y se aprovecha de los que trabajan y vive de arriba”, al “negro”, al derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, son argumentos y mitos creados para justificar las políticas más regresivas instalando la desconfianza al otro.
Sospechar de todos, mirarnos de reojo, es el resultado de un relato que ha calado en la sociedad uruguaya que, como en otros países, culmina en el hecho de un fascismo que no será impuesto sobre la gente, la gente lo pedirá ya que la manipulación a través de la generación del miedo y la división ha inhibido su libertad. Crear una población controlada, fácilmente maleable en las manos de unos pocos, es el objetivo del capital financiero y sus representantes.
Más control policial, más represión. Y muchas personas justificaron lo sucedido en el Shopping de Paysandú. Observaron sin reaccionar, ante el ahogamiento del ladrón por parte de los dos hombres de seguridad, porque está naturalizado que un delincuente no merece vivir. Por encima de él se encuentra la propiedad, por lo tanto, no es un sujeto de derechos.
Ante la situación de pandemia y la profundización de la crisis del capitalismo con sus consecuencias sociales, la respuesta de la dictadura del capital financiero es controlar y reprimir para evitar la pérdida del poder. Lo vemos en EEUU que ante las movilizaciones multitudinarias, la respuesta de Trump y el Estado es más represión y discursos de contenido fascista.
“La actual crisis del capitalismo unido y agudizado por la crisis sanitaria ha creado condiciones peligrosas para una nueva escalada del fascismo como salida a esta situación. Dependerá de la capacidad de las fuerzas democráticas, del movimiento popular en su conjunto y de los partidos de izquierda para construir una alternativa que aborte posibles intentos de instalar nuevamente el terrorismo de Estado”. (Chasque 23)
En Uruguay, el actual gobierno proclamó su lucha contra la delincuencia como una de las banderas principales. “Ley y orden” titula el Observador. “Caos u Orden” titulaba El País en el gobierno de Pacheco. Sabemos que la construcción de un enemigo interno y el miedo son elementos que ayudan a impulsar los fascismos.
Con la aprobación de la LUC, se confirma este rumbo por parte de la derecha permitiendo crear un Estado policial, autoritario, que limita el derecho de huelga y de la movilización como marco para avanzar en la entrega de los recursos públicos, la privatización de la educación pública y el ajuste de cuentas sobre los trabajadores y el conjunto del pueblo, que no representa y son un freno para los intereses del capital financiero. Esta crisis nuevamente la va a pagar el pueblo uruguayo y tienen carta blanca para reprimirlo.
La campaña del miedo fue inaugurada hace tiempo.
Miedo al contagio, sometidos al aislamiento, la única verdad que se conoce es la que se predica a través de la TV. Ya estamos acostumbrados a las cadenas televisivas del Gobierno y la repetición hasta el hartazgo en los informativos y medios escritos hegemónicos. Es el evangelio y la máxima revelación. Es la herramienta propagandística del capital financiero más importante en este mundo.
La TV no es la verdad, es un parque de diversiones…un circo, contadores de historias. Es el negocio de matar el aburrimiento y todos comenzamos a creer las ilusiones que nos muestra. Terminamos pensando y haciendo lo que nos marca la TV. Dividir y conquistar es el lema, y mientras la gente continúe viéndose separada de los demás, se prestan a ser esclavizados. Los medios, las redes sociales para instalar relatos falsos, fomentar el odio, es el espacio utilizado y donde las personas forman su percepción de la realidad.
La “nueva normalidad” y sus consecuencias.
La situación provocada por la crisis sanitaria tiende a agravarse en el plano económico y social, tanto a nivel global, como en lo nacional.
Las personas liberadas a «su saber y entender», se encuentran preocupadas y aisladas, cada uno sumido en sus problemas, pensando como va a llegar a fin de mes, como hará frente a las deudas y gastos o simplemente si podrá comer. Existe un estado de ansiedad producto de la falta de certezas que provoca un cuadro de inseguridad general quedando las personas totalmente vulnerables y expuestas a las “verdades” que machacan los grandes medios. Este estado de inseguridad, de aislamiento, de falta de certezas es caldo de cultivo para avanzar en una salida más autoritaria.
La realidad está definida con palabras. Por lo tanto, el que controla las palabras controla la realidad. (Gramsci)
La creación de enemigos internos o externos, es la excusa preferida para imponer el autoritarismo a los pueblos, se muestra en estos dos ejemplos:
“Existe una gran amenaza a cada hombre, mujer y niño en esta gran nación. Debemos tomar medidas para asegurar nuestra seguridad interna y proteger nuestra nación” (Hitler, discurso ante la creación de la Gestapo al pueblo alemán)
“Nuestro enemigo es una red extrema de terroristas así como cada gobierno que los apoya” (G Bush y la guerra contra el terrorismo) Sobre este argumento iniciaron la guerra en Afganistán e invadieron a Irak asesinando a miles de personas.
Discursos similares apoyados en el método de Joseph Goebbels (Jefe de propaganda del partido nazi) de repetir mil veces una mentira para transformarla en una verdad. Y hoy, ese método se sigue utilizando por los sectores que no quieren perder el poder para seguir saqueando a millones de seres humanos y que no repara en nada con tal de incrementar sus ganancias.
La lucha por la verdad, es la lucha por la opinión pública.
El asunto es quien se apodera de la centralidad informativa. Eso es lo que está en disputa. Uno de los focos de la ofensiva es horadar principios y desalentar al adversario, mientras se fortalecen las tropas propias y aliadas. Como en la guerra: soldados desalentados, sin fuerzas ni convicciones, sin órdenes ni confianza, van derecho a la derrota. La guerra se gana con Opinión Pública, trabajando en el territorio, empleando todas las herramientas al alcance.
A nivel nacional, el gobierno tiene una alta percepción positiva por parte de la población en la gestión de la crisis sanitaria. En ese marco, trata de construir su relato de los hechos pasados y presentes con la ayuda de la corporación oligopólica de los grandes medios. Son parte de la estrategia. Montan acciones de comunicación que luego derraman en las redes y programas de TV o radio que amplifican. El marco general está dado por un clima construido durante varios años, que generó un estado de opinión importante y que ahora, ya en el gobierno, se retoma la línea de acción que naturalmente coincide con la predicada y aquella construcción comunicacional-emocional.
Fue ayer, es hoy, pero es mañana.
Viviremos tiempos difíciles y el camino que nos queda es dar la batalla con una perspectiva liberadora.
La confrontación del ahora, y desde el punto de vista histórico, es una lucha entre una derecha autoritaria antidemocrática que busca someter a la sociedad a los dictámenes del capital financiero, y por otro lado el pueblo. Los enemigos del pueblo desde los tiempos de Artigas siguen siendo los mismos. Hoy se expresa en una oligarquía ligada la capital financiero internacional y sus representantes fieles, la derecha ultra conservadora de la coalición Multicolor.
“Debemos concluir, entonces, que lo importante es la conciencia, comprender ese engaño, crear la fuerza social y política para los cambios. Todas las formas y métodos de lucha deben estar en función del pueblo, con el objetivo central, la liberación, un nuevo poder afirmado en la comunidad organizada… Con la participación del pueblo, en el debate amplio y democrático para la toma de decisiones sobre su destino, más su organización y movilización permanente para defender y ampliar las conquistas, hacia un poder popular de nuevo tipo”. (Chasque 24)
Los pueblos del mundo tienen un enemigo común: El Capitalismo
El único camino sigue siendo la unidad más amplia de los sectores democráticos y populares, la organización y dar la batalla política- ideológica en el seno del pueblo para enfrentar la embestida ultra conservadora del capital financiero y derrotar los odios creados por un sistema que promueve como algo normal la explotación de unos sobre otros. Conformar un bloque anticapitalista democrático popular, pasa por la lucha y la prédica para combatir las mentiras que justifican la continuidad de un sistema que no puede dar respuestas ni salidas a los “asuntos humanos”.
En este momento en Minnesota Los Ángeles, New York, Chicago, San Francisco, Miami, Washington y por todo EEUU, en pleno centro del capitalismo, millones de personas se manifiestan contra el racismo y el asesinato impune y sistemático de afroamericanos.
Son millones que han dicho basta y echado andar a pesar del toque de queda y las declaraciones fascistas de Trump al acusar de terroristas a su propio pueblo.
A su vez en Uruguay, ante la convocatoria de la Intersocial y el PIT-CNT, miles se concentraron para exigir “La emergencia es la gente” ante los oídos sordos del gobierno y promoviendo una plataforma justa y centrada en la necesidad de los más débiles.
Las tareas del momento
Apoyamos el llamado de las organizaciones sociales y de los trabajadores:
Asambleas en todos los centros de trabajo. Reuniones con los pequeños productores, pequeños y medianos comerciantes, sectores de la industria. Reuniones con la Universidad de la República, organizaciones sociales, religiosas, culturales, productivas y con todos los sectores interesados en buscar respuestas a la emergencia social.
“Hoy debemos redoblar fuerzas, alimentar la esperanza, hacernos eco del llamado del Gal Seregni de 1971 «llevar al pueblo a gobernar», llamar a los frenteamplista, al pueblo todo a la reflexión, al debate, a organizarse para defender su derecho inalienable a una vida digna. Los Comités de Base del FA, alzarse en cada lugar de trabajo, de estudio, en cada barrio y localidad del país para tomar el lugar que les dio la historia: ponerse al frente de la batalla por una democracia real para el pueblo, para la libertad”. (Chasque 24)
Con el pueblo ¡Vamos a la plaza para dar batalla!
