EL TALON DE HIERRO
Jack London
«Describió la organización internacional que unía al millón y medio de socialistas de los Estados Unidos con los veintitrés millones y medio de socialistas diseminados en el resto del mundo.
«Semejante ejército de la revolución, de más de veinticinco millones de hombres, puede detener y retener la atención de las clases dominantes.»
El Chasque
17/12/2025
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Estos párrafos corresponden a una increíble obra de anticipación, escrita en 1907 en Estados Unidos. Jack London, su autor, premonitorio y con gran lucidez se adelantó al fenómeno del fascismo, describió como los monopolios, los trust y lo cárteles generaban el una nueva etapa del capitalismo, el imperialismo.
Descarnadamente, describe la lucha de clases, con todo el horror que implica para los explotados y el más oscuro cinismo de los explotadores al justificar sus crímenes.
——————— Continuación
Capitulo Quinto – Los Filómatas
«Y ahora —declaró Ernesto— voy a hablaros de esta revolución»
Empezó a describir el ejército de esa revolución, y cuando dio las cifras de sus fuerzas, según los resultados oficiales de los escrutinios de diversos países, la asamblea comenzó a agitarse.
Una expresión atenta inmovilizó sus rostros y vi que sus labios se apretaban. Al fin se había arrojado el guante del combate.
Describió la organización internacional que unía al millón y medio de socialistas de los Estados Unidos con los veintitrés millones y medio de socialistas diseminados en el resto del mundo.
«Semejante ejército de la revolución, de más de veinticinco millones de hombres, puede detener y retener la atención de las clases dominantes. El grito de este ejército es ¡Sin cuartel!
Necesitamos todo lo que poseéis. No nos conformaremos con nada menos. Queremos tomar en nuestras manos las riendas del poder y el destino del género humano. ¡He aquí nuestras manos, nuestras fuertes manos! Ellas os quitarán vuestro gobierno, vuestros palacios y vuestra dorada comodidad, y llegará el día en que tendréis que trabajar con vuestras manos para ganaros el pan, como lo hace el campesino en el campo o el hortera reblandecido en vuestras metrópolis. He aquí nuestras manos. Miradlas: ¡son puños sólidos!».
Al decir así adelantaba sus hombros poderosos y alargaba sus dos grandes brazos, y sus puños de herrero amasaban el aire como garras de águila. Con sus manos extendidas para aplastar y desbarrar a los explotadores, aparecía como el símbolo del trabajo triunfante. Percibí en el auditorio un movimiento casi imperceptible de retroceso delante de esta figura de la revolución concreta, poderosa, amenazante. Las mujeres, por lo menos se encogieron y el temor asomó a sus caras. No ocurrió lo mismo con los hombres; éstos no pertenecían a la Ovase de los ricos ociosos, sino a la de los activos y batalladores. Un ruido profundo rodó en sus gargantas, hizo vibrar el aire un instante y luego se apaciguó.
Era el pródromo de la jauría, que esa noche debía oír varias veces: la manifestación de la bestia despertando en el hombre o del hambre en toda la sinceridad de sus pasiones primitivas. Ellos no tenían conciencia de haber producido ese ruido: era el rugido de la horda la expresión de su instinto y su demostración refleja. En ese momento, al ver endurecerse sus caras y brillar en sus ojos el relámpago de la lucha, comprendí que esa dente no se dejaría arrancar fácilmente el dominio del mundo.
Ernesto prosiguió su ataque. Explicó la existencia de un millón y medio de revolucionarios en los Estados Unidos, acusando a la clase capitalista de haber gobernado mal a la sociedad. Después de haber esbozado la situación económica del hombre de las cavernas y de la de los pueblos salvajes de nuestros días, que carecían de herramientas y de máquinas y no poseían más que sus medios naturales para producir la unidad de fuerza individual, delineó el desarrollo de las herramientas y de la organización hasta el punto actual, en que el poder productor del individuo civilizado es mil veces superior al del salvaje.
«Cinco hombres bastan ahora para producir pan para mil personas.
Continuará
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III- Los Mercenarios -El Talón de Hierro
IV – La lucha de Clases -EL TALON DE HIERRO
