USA: El fin del imperio estadounidense -Pasqualina Curcio

07/04/2020

No es solo una grave crisis económica lo que en estos momentos y desde hace años atraviesa EEUU, es además una profunda crisis humanitaria la que su pueblo padece desde hace décadas.

Hay que mirar en perspectiva las recientes declaraciones de Donald Trump acerca de la propagación del coronavirus en EEUU en las que afirmó que, en el mejor de los casos, para finales de abril, estarían contando entre 200 y 300 mil vidas menos, dijo además que eso representaría un gran logro para EEUU (como si una sola vida no fuese motivo de dolor).

El que mueran 200.000 personas en EEUU a causa del Covid-19 representaría una tasa de mortalidad por coronavirus 256 veces mayor que la registrada por China y, de mantenerse la tasa de letalidad actual (2,48%) implicaría alrededor de 8 millones de personas contagiadas en EEUU. Ya hoy se registran 245.442 personas con Covid-19 y 6.098 fallecidos en el país occidental lo que equivale a una tasa de mortalidad y una tasa de prevalencia (número de casos entre el total de la población) 8 y 13 veces mayor que la de China respectivamente a pesar de que, a diferencia del país asiático, el Covid-19 no le agarró por sorpresa a Trump.

En default

Aunque las calificadoras de riesgo no lo digan EEUU se encuentra en una crítica condición de default debido a una deuda externa impagable que supera los 21 billones de dólares. Ni todo el oro del mundo sería suficiente para saldarla, adicionalmente con las reservas que posee solo cubre el 2% de dicha deuda. Son tan bajas sus reservas internacionales que, según el Banco Mundial, apenas le cubren 1,4 meses de importaciones, situación que hace a ese país muy vulnerable en el marco de la recesión que está ocasionando la cuarentena social.

La solución clásica de encender la maquinita que fabrica dólares y pagar la deuda ya no es buena idea porque el sistema financiero mundial se está deshaciendo del petro-dólar-papelillo, lo que explica el desplome de su valor, y más bien está buscando comprar oro que, al parecer, es más seguro.

Debemos añadir el hecho de la gran dependencia de EEUU a las importaciones que provienen de China y un agotamiento preocupante de sus reservas de hidrocarburos al punto que, siendo el mayor consumidor de petróleo a nivel mundial, incluso más que China, aunque su población sea 4 veces menor, debió optar por la costosa y contaminante tecnología del fracking. En términos coloquiales, EEUU no está en su mejor momento económico, se encuentra en desventaja con China, así que el desespero por conseguir petróleo y oro es cada vez mayor.

La crisis humanitaria

La tensa calma en la que diariamente vive el pueblo estadounidense aterrorizado por las políticas represivas de los gobiernos de turno de la Casa Blanca luce cada vez menos calmada por la manifestación evidente de la crisis humanitaria interna.

La pérdida del control sobre la pandemia del covid-19 es una muestra más, aunque ahora amplificada dado el carácter exponencial del coronavirus, del fracaso del sistema de salud y de la grave crisis la cual, a su vez, es consecuencia de la instauración de un sistema económico, social y político explotador y criminal que siempre coloca al capital y a sus dueños por encima de la vida y del ser humano. Un sistema que además privilegia y orienta sus recursos a la guerra en lugar de destinarlos a la vida y la paz.

En EEUU muere 1 persona cada 15 minutos por armas de fuego. En 2019 murieron 39.052 personas por disparos. El FBI estimó 1.206.836 de crímenes violentos ocurridos en todo el país durante 2018, incluidos asesinatos, violaciones, robos y asaltos con agravantes.

Los tiroteos masivos caracterizan a los EEUU: el número de asesinatos en masa alcanzó un récord de 415 durante 2019, o sea más de 1 tiroteo diario. Es el país con más armas de fuego en manos de civiles: en promedio 120,5 armas por cada 100 habitantes.

Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, 630.000 personas murieron por sobredosis de estupefacientes en todo el país entre 1999 y 2016. En 2017 fallecieron 72.000 por esta causa, es decir, en promedio 200 personas por día. En EEUU 1 de cada 16 estudiantes de último año de secundaria reportó un uso diario de marihuana.

Entre otros aspectos, en EEUU alrededor de 61.000 prisioneros están recluidos en régimen de aislamiento lo que constituye un acto de tortura según la ONU. Desde 2017 han sido arrestados 36 periodistas mientras cubrían protestas y desde el año 2017 las autoridades estadounidenses de inmigración han separado a más de 5.400 niños de sus padres en la frontera con México.

El 43,5% de la población estadounidense (140 millones de personas) tiene bajos ingresos, es decir, cuentan con ingresos menores del doble de la línea de pobreza y alrededor de 41 millones de estadounidenses viven por debajo de la línea de la pobreza, de los cuales 42.5% son blancos, 27.4% son latinos y 22.7% negros estadounidenses.

En 2018 más de medio millón de estadounidenses vivían en las calles y carecían de refugio permanente según el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de ese país.

EEUU tiene la tasa más alta de desigualdad de ingresos entre los países occidentales según Philip G. Alston, relator especial de las Naciones Unidas sobre Extrema Pobreza y Derechos Humanos. El 10% más rico de los hogares estadounidenses es dueño del 75% de la riqueza del país según la firma financiera JP Morgan Chase.

Mientras el 44% del pueblo estadounidense sucumbe en la pobreza y la desigualdad, el gasto para la guerra aumenta. El presupuesto militar en 2017 fue de 688 mil millones de dólares y solo 190 mil millones fueron asignados a programas contra la pobreza. Actualmente 53 centavos de cada dólar se asignan a gastos militares mientras que solo 15 se destinan a los programas sociales. Según el Instituto Watson de la Universidad Brown, el costo estimado de la guerra contra el “terrorismo” promovida por EEUU desde el 2001 asciende a 6,4 billones de dólares, y se estima que alrededor de 800 mil personas han muerto en esas guerras.

La grave crisis económica, energética, militar y humanitaria que atraviesa EEUU, el inminente desplome de su hegemonía, así como sus fracasadas intenciones por derrocar la revolución bolivariana y hacerse de la mayor reserva de petróleo y oro del planeta explican el desespero por entrar en territorio venezolano.

Estemos alertas, el desespero los hace cada vez más torpes, pero también más peligrosos.

– Pasqualina Curcio es Profesora Titular, Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad Simón Bolívar-Venezuela

Extraído de alainet.org

Sobre los dilemas e inercias de los gobernantes durante la pandemia El Imperio y el Capital no cierran en domingo

Rafael Poch de Feliu — 24/03/2020

«La crisis económica y social que se dibuja abrirá ciertamente algunas oportunidades, hemos dicho, desde nuestra ligera ignorancia, que la pandemia contiene ciertas oportunidades de cambio, pero lo que va a abrir a corto plazo, y con toda certeza, es un sufrimiento humano enorme, y muy especialmente entre los más débiles, pobres y vulnerables. De la misma forma en que no es lo mismo el confinamiento en un piso-colmena del extrarradio que en una amplia villa con jardín, tampoco es lo mismo vivir con la mitad para los que tienen mucho, o suficiente, que para quienes no llegan a fin de mes o están en precario. Somos una sociedad dividida en clases.»

Fuente: https://rafaelpoch.com/2020/03/21/el-imperio-y-el-capital-no-cierran-en-domingo/#more-440

El Chasque Nº16

El Antes y el Después

Los Pueblos deben ser Libres. Ese carácter debe ser su único objeto y formar el motivo de su celo. José  Artigas

La actual crisis no es de coyuntura, viene de lejos, es permanente y no se ve una salida, es una crisis estructural que se expresa en el deterioro de las bases económicas, sociales y ambientales. Representa una fractura colosal de los procesos de financiamiento, inversión, producción, crecimiento y distribución, que  traen consigo la caída de la tasa de ganancia, la  destrucción de capital, inherentes al sistema.

El Antes

Respiremos un poco: la saturación informativa, monotemática, embota. Alejémonos un poco del pizarrón.

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Bear markets, deudas y pymes: o por qué el Peje no está tan loco

Emiliano Zolla Marquez
México. Abril de 2020

En vez de perder tiempo con Zizek y estar cavilando si ha llegado la hora final del capitalismo, mejor lean algún periódico financiero (entre más a la derecha, mejor). Ahí verán que muchos analistas están pensando que la pandemia puede llevar a un «bear market», en el que precio bajo de las acciones y el pesimismo de los inversionistas puede resultar beneficioso para quienes se arriesguen a negociar acciones a través de posiciones cortas, opciones de venta y otros mecanismos bursátiles de gran riesgo y altamente especulativos. Es decir, hay capitalistas que hoy -en medio de la crisis- están pensando en la posibilidad de hacerse de empresas que han perdido su valor de mercado, aprovechar que sus competidores han caído en desgracia y que apuestan a cambiar el orden del juego.

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Pánico global y horizonte aleatorio. Alvaro García Linera

03/04/2020

Hemos entrado en tiempos paradójicos propios de una sociedad mundial en transición. Tiempos de inestabilidad generalizada en la que los horizontes compartidos se diluyen y nadie sabe si lo que viene mañana es la repetición de lo de ahora, o un nuevo orden social más preocupado por el bienestar de las personas… o el abismo. La angustiosa contingencia del porvenir es la única certidumbre.

Y es que ahora no estamos ante los azares regulares de la cotidianidad, como por ejemplo, cuando tomábamos un metro para dirigirnos al trabajo y no podíamos prever con quiénes nos encontraríamos en el vagón o si llegaríamos a tiempo. La incertidumbre actual es más profunda, es de destino, porque uno no sabe en realidad cuándo volverá a tomar el metro, si tendrá trabajo al cual dirigirse o, llegado el extremo, si estaremos vivos para entonces. Lo de hoy es pues un derrumbe absoluto del horizonte de las sociedades en la que la aleatoriedad del porvenir es de tal naturaleza que todo lo imaginable, incluida la nada, pudiera suceder.

Un diminuto virus de entre los cientos de miles que existen está llevando a que más de 2.600 millones de personas suspendan sus actividades regulares, que una gran parte de los trabajos con los que la gente reproduce sus condiciones de existencia esté paralizada, y que los gobiernos implementen estados de excepción sobre la posibilidad de desplazarse y agruparse. Un pánico global se ha apoderado de los medios de comunicación y una niebla de sospecha sobre el otro cercano, portador de la enfermedad, quiere encumbrarse en el espíritu de la época.

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Claudio Katz: “Espero que la salud pública pueda triunfar sobre el capitalismo”

02/04/2020

¿Cómo definirías la crisis generada por la pandemia?
Me parece que estamos en presencia de una calamidad natural potenciada por el capitalismo contemporáneo. Ya esperábamos que ocurriera algo así como consecuencia del cambio climático, el calentamiento global, las incontrolables inundaciones, incendios o sequías. Pero finalmente irrumpió el coronavirus, con su arrasadora secuela de contagios masivos. Lo impactante no es el número de fallecidos, sino el inmenso universo de personas confinadas en sus hogares. Es un experimento social inédito. […]

[…] En el plano económico el impacto ya es visible en las denominadas economías emergentes. Han quedado muy afectadas por la fulminante caída de los precios de los productos básicos y la salida de capitales. En los primeros 45 días de coronavirus esa hemorragia de fondos superó los 30.000 millones de dólares. 

[…] Hay que notar, ante todo, la significativa revalorización de la salud pública por parte de la población. La pandemia ha demolido la creencia liberal que cada individuo es responsable de su propia salud y la conveniencia de gestionarla con un buen contrato de riesgo. Frente a esa tontería liberal se está demostrando que la salud es un bien público, atado a la capacidad de defensa de todo el cuerpo social frente a las enfermedades.

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EDUCACIÓN POPULAR EN TIEMPOS DE COVID-19

Oscar Jara H.- Presidente de CEAAL

08/04/2020

El Contexto Latinoamericano y Caribeño desde antes de la crisis producida por la pandemia del COVID 19, estaba atravesado por una ofensiva neoliberal en distintas dimensiones (política, económica, socioambiental, cultural) que se había extendido por toda nuestra región con una fuerza inusitada en los últimos dos años: el golpe de Estado de Bolivia, el viraje del gobierno en Ecuador, la agresividad del gobierno Brasileño, el creciente bloqueo a Cuba y Venezuela y el resultado de las recientes elecciones en Uruguay reflejan las dinámicas de polarización que se gestan en este marco junto con las crisis abiertas y movilizaciones populares en Haití, Ecuador, Chile y Colombia, la caravana de migrantes centroamericanos, o la derrota del partido Cambiemos en Argentina. Estos y otros factores como el creciente número de dirigentes sociales y ambientales asesinados especialmente en Colombia, aunque también en otros países como Costa Rica, visibilizan la magnitud de esta ofensiva y la polarización que ella produce con respecto a propuestas y movimientos progresistas.

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La pandemia y el fin de la era neoliberal -Atilio Boron

Mar 29, 2020

Pero, ¿por qué no pensar en alguna salida intermedia, ni la tan temida “barbarie” (de la cual hace tiempo se nos vienen administrando crecientes dosis en los capitalismos realmente existentes”) ni la igualmente tan anhelada opción de un “comunismo reinventado”? ¿Por qué no pensar que una transición hacia el postcapitalismo será inevitablemente “desigual y combinada”, con avances profundos en algunos terrenos: la desfinanciarización de la economía, la desmercantilización de la sanidad y la seguridad social, por ejemplo y otros más vacilantes, tropezando con mayores resistencias de la burguesía, en áreas tales como el riguroso control del casino financiero mundial, la estatización de la industria farmacéutica (para que los medicamentos dejen de ser una mercancía producida en función de su rentabilidad), las industrias estratégicas y los medios de comunicación, amén de la recuperación pública de los llamados “recursos naturales” (bienes comunes, en realidad)? ¿Por qué no pensar en “esos muchos socialismos” de los que premonitoriamente hablaba el gran marxista inglés Raymond Williams a mediados de los años ochenta del siglo pasado?[…]

[…] la consigna de la hora para todas las fuerzas anticapitalistas del planeta es: concientizar, organizar y luchar;[…]

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¿Una economía de guerra? Michael Roberts

30 marzo, 2020

«[…] En esta pandemia las principales economías estarán bloqueadas durante dos meses (el bloqueo de China en Wuhan no se aliviará hasta la próxima semana; por lo tanto, son más de dos meses). Entonces lo más probable es que el PIB mundial se contraiga en el 2020 en mayor cantidad que en la pasada Gran Recesión.

Por supuesto, que existe la esperanza que los cierres sean de corta duración.  Pero como ha dicho Ángel Gurría, secretario general de la OCDE:  «No sabemos cuánto tiempo nos demoraremos en superar el desempleo y el cierre de millones de pequeñas empresas. Es una ilusión hablar de una rápida recuperación».  Estas y otras declaraciones son jarro de agua fría para Trump que espera que los Estados Unidos vuelvan a los “negocios  habituales” para el Domingo de Pascua.»

[…] Lo que la Gran Depresión y la Segunda Guerra demostró fue que, una vez que el capitalismo se encuentra en la profundidad de una larga depresión, irremediablemente se producirá una destrucción de todo lo que el capitalismo ha acumulado en décadas anteriores antes de que una nueva era de expansión sea posible. No hay ninguna política que pueda evitar la depresión privilegiando al mismo tiempo al sector capitalista. Si el sector publico no interviene activamente en la economía y en la producción, entonces viviremos una nueva larga depresión de la economía.

Las principales economías (por no hablar de las llamadas economías emergentes) no podrán por salir de una nueva gran depresión a menos que la ley del mercado y del valor sea sustituida por la propiedad pública, la inversión y la planificación, utilizando todas las habilidades de los trabajadores.  Esto es lo que está demostrando la  pandemia del COVID-19.»

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Entrevista a Éric Toussaint, portavoz del CADTM Internacional

«La pandemia se enmarca en una crisis multidimensional del capitalismo» Por Henri Wilno

31 de marzo de 2020

En un artículo reciente, escribiste: «el coronavirus constituye la chispa o el detonador de la crisis bursátil pero no es la causa». ¿Podrías aclarar lo que piensas sobre esta cuestión?
Mientras que los grandes medios y los gobiernos afirman constantemente que la crisis bursátil ha sido provocada por la pandemia del coronavirus, insistí en el hecho de que todos los elementos para una nueva crisis financiera ya estaban preparados desde hacía varios años, y que el corona virus constituía la chispa o el detonador de la crisis bursátil pero que no era su causa La cantidad de materia inflamable en la esfera de las finanzas ya había alcanzado la saturación desde hacía varios años, y ya se sabía que una chispa podía llegar a provocar la explosión, pero no se sabía cuándo y qué la provocaría. Lo que sí se sabía, era que se produciría.

…..
¿Qué habrá que hacer?
Es necesario luchar para que se ponga en marcha un vasto programa anticapitalista que incluya una serie de medidas fundamentales: la suspensión del pago de la deuda pública seguida de la anulación de todas las deudas ilegítimas ya sean privadas o públicas; la expropiación sin indemnización de los grandes accionistas de los bancos con el fin de crear un verdadero servicio público de ahorro, de crédito y de seguros bajo control ciudadano; el cierre de las bolsas; la creación de un verdadero servicio nacional de salud pública; la expropiación de las empresas farmacéuticas y de los laboratorios privados de investigación y de su transferencia al sector público bajo control ciudadano; la expropiación sin indemnización de las empresas del sector de la energía (para poder realizar de manera planificada la lucha contra la crisis ecológica) y muchas otras medidas radicales y fundamentales, entre las cuales las medidas de urgencia para mejorar de inmediato las condiciones de vida de la mayoría de la población. Hay que abrogar los tratados de libre comercio y relocalizar al máximo la producción, privilegiando de esa manera los circuitos cortos.

La respuesta necesaria a la pandemia del coronavirus debe ser la ocasión para avanzar hacia una auténtica revolución que modifique radicalmente la sociedad, en su modo de vida, su modo de propiedad y su modo de producción. Esta revolución podrá suceder solamente si las víctimas del sistema entran en autoactividad y se autoorganizan, para poder desalojar al 1 % de la población y a sus lacayos de los centros de poder y así crear una verdadera democracia. Una revolución ecologista y socialista, autogestionaria y feminista es necesaria.

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